Andrés

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Él posesivo pasó y él triste llegó.

Andrés es el tipo de chico que te demuestra confianza y da todo de él por el bien de las personas que ama.

Sonreí y lloré sintiéndome honrada cuando cupido lanzó sus flechas en mi dirección y me confesó sus sentimientos.

El chico de sentimientos mas lindos y desafortunados del mundo.

Pues me amó de forma sincera y confío en mí cuando sus ojos estaban cerrados.

Se convirtió en mi cómplice y consejero, me mostró una gran sonrisa cuando en mis ojos habían lágrimas y se burló de mí cuando tropezaba y caía, haciendo que yo también riera a grandes carcajadas de lo torpe que era al caer.

Tomé su mano y corrimos juntos por las angostas calles del dolor, tratando de escapar de ese lugar, pero disfrutando el proceso, sonriendo juntos a pesar de las lágrimas que corrían por nuestras mejillas.

Cuando lo conocí se miraba verdaderamente enamorado de la chica que estaba a su lado, sonreían ante la cámara y se besaban en público como la pareja normal que eran y yo, realmente estaba feliz por él, porque sus ojos brillantes apuntaban a una sola dirección.

Pero la sonrisa de ella comenzó a ser hipócrita, fingiendo ante todos que eran felices, cuando yo fui testigo de sus grandes disputas cuando cerraban su puerta.

La sonrisa de mí cómplice comenzó a apagarse y con ella, él bello brillo que tenían sus ojos también comenzó a desvanecerse.

Claro que le ofrecí mi hombro para que pudiera apoyarse, claro que le ofrecí mis brazos para que buscara refugio en ellos y le susurré palabras suaves para que encontrara motivación en ellas, aun cuando yo era como un jodido rompecabezas el cual había perdido ya varías piezas, le presté algunas para que él volviera a estar completo.

Quizás ese fue mi problema, dar todo aquello que yo no tenía, o esperar que después de darlo todo no iba a obtener un sentimiento a cambio.

- Tengo miedo, ¿Ok? -.

Me confesó cuando le insistí que me dijera que era lo que le pasaba, pues llevaba callado mucho tiempo y yo sabía que él no era así.

- ¿Miedo? - pregunté incrédula. - No me digas que alguien como tu conoce ese sentimiento - reí para aliviar un poco la tensión que comenzaba a sentirse.

- Sí muñeca, tengo miedo - su tono era serio demostrando que en ese momento no estaba de frente a mi alocado amigo, su preocupación era algo serio.

- Ok, ¿A que es lo que le temes? - traté de sonar suave para que supiera que estaba dispuesta a ayudarlo.

Sus ojos buscaron los míos y realmente no pude descifrar lo que había en ellos.

Guardó silencio por largos minutos, sus ojos no abandonaron los mios y luego de un rato sonrió y dijo:

- Olvídalo muñeca, es algo estúpido -.

- ¿Estas... -.

- ¿Seguro? - me cortó. - Claro que si muñeca, ¿Cuando te he mentido? - preguntó sonriente.

Le devolví la sonrisa mientras susurraba.
- Nunca -.

Quizás debí indagar mas sobre el tema, quizás debí insistir con mis preguntas hasta obtener alguna respuesta segura, quizás si hubiese obtenido respuestas ese día las cosas serían diferentes y hubiésemos aclarado cada detalle y hoy en día no me sentiría tan miserable conmigo misma y él no me brindara una sonrisa rota.

Pero no, en lugar de insistir, simplemente dejé pasar el tema y ese descuido hoy me está pasando grandes facturas.

Pues una vez mas perdió el brillo que sus ojos poseían, una vez mas su sonrisa se quebró.

- Ok, basta - lo detuve para que pudiera escucharme, él me miró a los ojos y guardó silencio. - Dime, ¿Que es lo que te pasa realmente? - pregunté supe que su total atención era hacía mí.

Él suspiró y con intriga me preguntó:

- ¿Te acuerdas cuando te dije que tenía miedo? -.

Eso había sido hace mucho pero lo recordaba perfectamente, asentí ante el recuerdo y él continúo.

- Ahora ese miedo es mucho mas grande -.

Su voz sonaba apagada, eso realmente lo estaba consumiendo, lo miré a los ojos y le sonreí.

- Hey guapo, no tienes nada que temer, puedes contarme lo que te sucede y yo te ayudaré en todo momento para que superes ese miedo -.

Mis palabras fueron suaves, pero su risa irónica me hizo llegar a un punto donde no entendí que estaba pasando.

- ¿Como piensas ayudarme? - me preguntó con ironía. - Muñeca, me enamoré de ti como un estúpido niño aun sabiendo que en tu mente aun guardas los momentos que viviste hace un tiempo y tu corazón palpita susurrando el nombre de alguien mas, ahora dime, ¿Como vas a ayudarme? -.

Las Facetas Del Amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora