Phantom

XXIII

Esperé nerviosamente durante los meses siguientes a que este desastre sin nombre se apoderara de mí, pero mi vida continuó como antes y nada peor me sucedió que las palizas con las que ya estaba familiarizado.  había aprendido a aceptar el dolor físico con una muestra de indiferencia. Si mi actuación no fue perfecta, si crucé a mi maestro con una palabra casual e irreflexiva, sabía exactamente qué esperar.  Pero mi piel partida y los moretones sanaron rápidamente y tuve cuidado de no cometer ningún error más de una vez. Yo había aprendido como sobrevivir.

En algún momento durante el año siguiente cruzamos la frontera hacia España, viajando constantemente en dirección a Cataluña.  La feria anual de Verdú había sido un lugar de encuentro tradicional para los gitanos desde siglo XIV, y una atmósfera de emoción reprimida impregnó el campamento ante la perspectiva de emotivos reencuentros con hermanos de sangre.  Por la noche las carpas y los carros arrojaban a sus ocupantes alrededor de la fogata, los violinistas tocaron un alegre estribillo y las niñas gitanas bailaron para su hombres, entrando y saliendo de la luz parpadeante, arrastrando largas bufandas sobre los brazos desnudos y bronceados... agraciados... sensual ..

Este fue el momento en que había aprendido a amar por encima de todo, cuando la magia de los gitanos se desarrolló ante
mis ojos mientras yacía a poca distancia, mirando, escuchando, absorbiendo, pero silencioso e invisible, como una serpiente en la hierba seca. Su cultura era un universo alejado de la respetable clase media. existencia que había conocido antes, una vida impregnada de amor por la música y gobernada por un instinto, respeto constante por las fuerzas de la magia y el misterio.  'Para un gitano, cada arroyo, bosque y seto es poblado por duendes y demonios invisibles que deben ser apaciguados constantemente por encantamientos y hechizos. El ocultismo tiene un control poderoso y la fortuna está determinada por el giro de una carta del tarot.  Yo estaba fascinado por los secretos de la adivinación y cautivado por su música, que abrió nuevas perspectivas a mi formalmente oído entrenado.  Era una música que no reconocía fronteras artificiales.  Prescindir de acordes, transición, y modulación intermedia, su libertad era absolutamente embriagadora.

Escuché y aprendí y todo lo que absorbí encontró expresión en el mundo secreto dentro de mi tienda, en música o ilusión. Ninguna parte de mí quedó ajena a su inspiración, pero no adquirí esas
conceptos elevados de belleza y misterio sin dolor.

Había sido un niño solitario, contento con mi propia compañía, sin conocer ni desear compañeros; pero ahora miraba hacia un mundo muy diferente, un mundo de gente gregaria, estrechamente tejida, que no estaban prohibidos por tabúes tácito de tocarnos o ser públicos en ese contacto. Cada noche
que los vi juntos, peleando, riendo, amando, hice la conciencia de mi propia diferencia cada vez más aguda e hiriente, arrojó una nueva luz fría sobre mi miseria interior.

Tal vez, si no hubiera caído entre los gitanos, no me habría dado cuenta de la forma femenina en una edad tan temprana; tal vez debería haber disfrutado unos años más de inocencia juvenil y asexuada. Las mujeres gitanas no son ligeras y lascivas a su manera— las vírgenes son muy valoradas y solo se pueden comprar por un precio de novia aceptado.  Pero el amor, una vez santificado por el matrimonio, no era una cosa privada y las parejas abrazados libremente alrededor de la fogata, mostrando su placer en el cuerpo del otro sin vergüenza. Aquella primavera en Verdú me pareció que el mundo entero se emparejaba, compartiendo un secreto universal que siempre me estaría cerrado.  Y de repente no fue suficiente ser aprendiz del diablo, el giro estelar de un espectáculo itinerante cada vez más famoso.

Todo lo que quería era ser como todos los demás.

Mientras las celebraciones de la boda estaban en su apogeo, los violines palpitaban con ese amor extraordinario de la vida que es tan peculiar de los gitanos en todo el mundo, me escabullí en la noche negra e informe y robé lo que necesitaba de la tienda de la sabia.