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- ¿Tú vende otro teléfono o qué? - preguntó Habibi con su fuerte acento.

- Signore, dammi la pazienza* – susurró Allegra mientras se tocaba la frente.

- Pero, a ver. ¿Qué piensas que es esto? ¿Movistar? - le respondió Toni igual de irritado.

Aquel hombre que había entrado a la tienda no podía parar de hablar y de pedir una y otra vez un kebab. Además, nada de lo que decía tenía sentido y era muy difícil poder seguirle el hilo. Cualquier otra persona ya se habría hartado de él y lo hubiera echado, como hicieron ellos previamente con las otras personas que habían entrado al KeRule, pero ya lo habían seleccionado como cliente, así que tenían que insistir.

- ¿Quieres algo KeRule? – le preguntó Toni finalmente insinuándole algo sobre las pastillas.

Para que nadie escuchara lo que pretendían venderle, llevaron a Habibi a la oficina. Allí le dijeron que tenían algo bueno que ofrecerle por la cantidad de dinero adecuada. Toni le preguntó a Carlo sobre el precio del mercado del producto y, antes de que este pudiera responder, Allegra subió su mano disimuladamente extendiendo sus cinco dedos, ya que creyó ver que el sujeto llevaba alrededor de 500 pavos en su bolsillo. Tras señalarle lo que le costaría, Habibi se enojó y empezó a amenazarlos aunque no estaba en posición de hacerlo. Sin darse cuenta, Allegra llevó su mano al bolsillo izquierdo de su pantalón, de repente extrañando el peso familiar de su navaja. Aunque era un cliente potencial, ella no podía negar que quedaría muy satisfecha pinchándolo un poquito. Solo un poquito.

Puesto que no estaban dispuestos a perder más tiempo, se llevaron a Habibi para convencerlo en un lugar más privado. Cuando estaban a algunos metros de la tienda, una chica se les cruzó por delante. Al oír su voz particular la invitaron a subir al coche. Allegra le hizo espacio en el asiento de atrás algo sorprendida con lo fácil que fue convencerla de subirse. Pronto se enteraron de que se llamaba Emily, que su pareja había muerto y que estaba buscando droga. Era exactamente a quien buscaban.

Hicieron una parada en la licorería para discutir cómo procederían. Decidieron llevar a Emily y Habibi a un lugar algo lejano y allí separarse en dos grupos para venderle una pirula a cada uno. No habían hablado mucho de cómo sería la venta de drogas una vez llegaran a Marbella, pero Allegra supuso que buscarían empleados que pudieran hacer esto y ella les acompañaría o supervisaría, no sabía que Toni y Carlo también venderían en las calles. Después de todo, tenían que fingir que eran los jefes de un badulaque y no levantar sospechas.

- Entiendo que ahora no tenemos a nadie que nos ayude, pero ¿Están seguros de querer vender el producto ustedes mismos? Ya saben que yo lo puedo hacer si así lo quieren – sugirió ella.

- ¿Acaso eres uno de nuestros camellos? No. Ya tendremos gente que nos ayude pero por ahora todos podemos ir aprendiendo algo – le respondió Toni.

- Así es. Considéralo un trabajo en familia – añadió Carlo.

Tras llegar a aquel acuerdo, se desplazaron hacia una playa lo suficientemente sola. Ya que los dos extraños llevaban algo de dinero, le ofrecieron una pirula a cada uno. Allegra vigilaba de cerca a Habibi por si se le ocurría hacer algo. Cuando finalmente la ingirieron, sus reacciones fueron completamente distintas. Por un lado, Emily no dudó en tomársela y empezó a experimentar la misma euforia que ellos sintieron más temprano en ese día. Por otro lado, Habibi estaba más aprensivo y parecía que estaba pasando por un mal viaje. ¿Qué pasaría si estas pastillas llegaran a las manos de alguien con una relación particular con las drogas?

Los Gambino y Allegra se quedaron con ellos el resto de la noche para observar sus reacciones y quizás ver si podían sacarles más provecho. La compañía de Emily era agradable, pues ella bailaba e incluso nadó. Lo mismo no se podía decir de Habibi. Cuando ya estaban más lúcidos, Toni le preguntó si le gustaría trabajar en la tienda. Él pronto rechazó la oferta diciendo que prefería vender drogas. Allegra pensó en su padre y en cómo él siempre había hecho todo por su jefe, sin importar lo pequeño o insignificante que pareciera el trabajo, puesto que confiaba en él. Habibi solo quería algo de dinero fácil y ellos necesitaban más que eso, necesitaban a alguien fiel. Se hizo obvio que esta no era la persona indicada para ellos.

Allegra diría que se sorprendió cuando Carlo le lanzó un puño, pero no era así. No contento con rechazar su propuesta, el hombre había empezado a insultar la tienda y, en general, a ellos. Ya le habían vendido una pirula, así que ya no tenían que ser amables con él. Toni y Allegra no pudieron resistirse y casi al mismo tiempo también empezaron a lanzarle algunos golpes a Habibi.

- ¡Va por ti, mamma! Y de paso, si quieres, por tuo papà, Allegra - exclamó Toni mientras lanzaba una patada.

Después de que se divirtieron y el sujeto ya estaba inconsciente, procedieron a deshacerse de él. Allegra le revisó el bolsillo de adelante y se dio cuenta de que tenía otros 600 pavos allí. Se los sacó y luego Toni lo cargó hacia la playa mientras Emily cantaba. Carlo se quedó algo atrás y cuando lo vio cojear, Allegra se acercó a preguntarle:

- ¿Estás bien?

- Sí, yo controlo. Obviamente no me dio ni un golpe - le respondió claramente mintiendo e intentando pararse un poco más derecho.

- Entonces supongo que no quieres esto como compensación – le dijo ella mostrándole el dinero que había robado. Había un encanto en registrar el bolsillo de alguien.


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* Signore, dammi la pazienza: Señor, dame paciencia.

Sotto il sole di Marbella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora