5

107 9 0
                                    

Allegra se levantó temprano con la intención de empezar a amueblar la parte de atrás de la tienda. Aunque solo Carlo, Toni y ella tenían las llaves de ese lugar, querían disimular en caso de que alguien más entrara o que algún día les hicieran una redada. Por esa razón, Allegra halló un lugar en el que vendían muebles y distintos aparatos que les serían necesarios y se dirigió allí. Al entrar a aquella tienda, se dio cuenta de que esta era bastante grande y que no sabía exactamente por dónde comenzar. Al ir explorando, llegó hasta un pasillo en el que había distintas luces. En este vio a una persona que observaba fijamente un letrero. Desde lejos no podía distinguir al hombre, pero una vez estuvo más cerca, su perfil le era inconfundible.

- ¿Carlo?

- Ciao, cara*. ¿Qué haces aquí? – le preguntó con una expresión algo confundida. ¿Cara? Era la primera vez que la llamaba así.

- Venía a buscar muebles y otras cosas para la trastienda. Quería tener algunas opciones y luego pedir que las llevaran al KeRule. ¿Tú qué haces aquí?

- Pues lo mismo que tú – le respondió mientras encogía un poco los hombros.

- Tú sabes que yo puedo encargarme de los asuntos relacionados con la tienda. De hecho, me dijeron que eso sería parte de mi trabajo – murmuró Allegra la última parte en voz baja.

- Te diría que todos nos vamos a encargar de lo que vaya surgiendo pero, en este caso, ya sabes que a Toni esto le daría flojera. Supongo que somos tú y yo.

- Bene. ¿Te gustan esos letreros neón? – No tuvo que responderle, pues su sonrisa lo hizo por sí misma.

Continuar comprando no les resultó difícil. Eligieron letreros, neveras, estanterías, luces y diversos objetos para llenar espacios. Los compraron y la tienda se encargó de llevarlos al KeRule. Carlo y Allegra empezaron a organizarlos, junto con las cajas de cerveza que Allegra acababa de pedir para abastecer la tienda.

- Teniendo en cuenta lo fácil que resultó encontrar todas estas cosas, ¿Vas a empezar a amueblar más tu casa y la de Toni? – preguntó Allegra escondiendo un poco su tono de sugerencia.

- Puede ser, pero me vas a tener que ayudar porque ya sabes que no confío en el gusto de mi hermano.

- Es la tua casa. Puedes poner allí lo que quieras sin pedir permiso.

- Pero si todavía estás viviendo allí. ¿O quién es la que le habla a las plantas cuando cree que no la escuchan? – murmuró, claramente burlándose de ella.

Allegra se ruborizó un poco y para que él no lo notara, se giró y continuó organizando las estanterías.

- Pues pronto no tendrás que volver a escuchar nuestras charlas interesantes porque ya casi está listo mi piso en la playa – le informó mientras llenaba los espacios.

- Que te robo las llaves para así quedar más cerca del gimnasio – replicó Carlo dirigiéndose a la parte del fondo.

- ¿Si sabes que puedes pedirlas y ya? Mio Dio, questo borseggiatore*.

El resto del día lo pasaron dejando la trastienda lo más lista posible, lo cual incluía la caja de seguridad de la parte de atrás. Para esconderla, a Carlo se le ocurrió formar una pared falsa con pizarras blancas, en la cual solo quedó un espacio abierto en la parte derecha para pasar.

- Está bien, pero el espacio es un poco pequeño – notó Allegra al cruzar el muro falso.

- Entonces es perfecto para ti, piccola* – le respondió Carlo tocando su cabeza como se haría con un niño.

- ¿Qué dices? Si insinúas que soy pequeña, es solo en comparación con tu cabeza y la de tu hermano – No estaba acostumbrada a hablarle así, pero en ese momento sintió un impulso de confianza.

- Estás muy arriba, eh. Me gusta – él remarcó levantando su dedo índice en su dirección.

Después de terminar su deber, Carlo le propuso a Allegra que fueran al casino de la ciudad. Ella aún no había estado allí, así que acepto su propuesta. Al llegar compró cinco mil pavos en fichas y las apostó. En realidad no le fue muy bien porque perdió alrededor de cuatro mil pavos, pero al menos su pérdida no fue muy grande. No se podía decir lo mismo de Carlo, quien, al parecer, perdió veinte mil pavos. Para sentirse mejor, el menor de los Gambino llamó pobre a un sujeto que tenía un acento muy familiar. Esto le molestó al hombre y empezó a seguirlos mientras salían del casino intentando iniciar una pelea.

- Si quieres salimos al parking – le sugirió Carlo irritado por su insistencia.

- ¿Para qué quieres que salgamos al parking? – preguntó a su vez el sujeto del acento.

- Bueno, si me faltas al respeto yo te lo enseño a puñetazos.

- Quizás yo te enseñe cómo se hacen las pizzas en Italia – le amenazó el hombre de vuelta. Ah. Otro italiano.

- O quizás puede evitarse un mal rato si solo nos deja en paz, signore", intervino Allegra con un tono molesto.

- Signorina, por favor no se entrometa.

- Me entrometo porque es la familia.

- Está bien, piccola – le dijo Carlo posando una mano sobre su hombro – Vamos al parking – habló dirigiéndose al italiano.

No mucho después de que los hombres se empezaran a tirar puños, Allegra sacó la navaja de su bolsillo de atrás, pues no estaba segura de que Carlo llevara la suya. Para darle la ventaja, gritó su nombre y rápidamente se la pasó. Era algo sucio pero ellos solo querían divertirse. Como era de esperarse, Carlo le pinchó con esta y el hombre cayó al piso. Naturalmente, los dos le revisaron los bolsillos y robaron su dinero. Varias personas les vieron, por lo que los dos emprendieron una huida antes de que llegara la policía. Al oír muy cerca las sirenas, ambos corrieron por la parte de atrás del casino y se escondieron en un edificio que había cerca. Para ocultarse se acostaron en el piso y quedaron el uno al lado del otro.

- ¿Puedes creer a ese tipo intentando enseñarnos sobre pizzas italianas? – le preguntó él, aún molesto por el comentario.

- Con esa puñalada quizás hasta se le olvide de donde viene.

- Por cierto, gracias por pasarme el pincho. Toma – le recordó poniéndolo de nuevo en su mano. Una vez dejaron de sonar las sirenas, los dos se pararon y fueron al coche discretamente.

- ¿Y ahora qué? – le preguntó Allegra bostezando tras el día que tuvieron.

- Vámonos a casa y pedimos una pizza en honor a ese sujeto – replicó Carlo acelerando hacia su hogar.


╚═══*.·:·.☽✧ ✦ ✧☾.·:·.*═══╝

*cara: Querida.

* Mio Dio, questo borseggiatore: Dios mío, este carterista.

*PiccolaPequeña.

Sotto il sole di Marbella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora