Sotto il sole di Marbella.

12

Hasta el momento el abogado había cumplido cada una de sus peticiones y con el incentivo correcto seguro continuaría haciéndolo, así que Toni empezó a buscar un badulaque que pudieran robar con él. Consideraron que era necesario darle algunas pirulas, pues estando sobrio seguramente no participaría en el plan que tenían. Lo mismo no se podía decir de Carlo y Allegra, quienes se tomaron una pirula fortuitamente al salir de otro badulaque sin dinero.

A pesar de que Allegra ya había consumido el producto, las sensaciones que despertaba una pirula en su cuerpo nunca la dejarían de sorprender. Al principio sintió que ya no veía nada sino un reflejo luminoso que estaba algo lejos, pero pronto sintió que estaba montada en una nave roja que tenía todas las puertas abiertas mientras los cuatro huían de unos sujetos malvados. Sin importar qué tanto acelerara la nave, otro vehículo que hacía mucho ruido no dejaba de perseguirlos. Por suerte en ese momento Salinas recibió una llamada.

- Hola Habibi. ¿Me pasas por favor al presidente? - preguntó el abogado mientras atendía.

- Dile que llame al presidente de Italia. Es íntimo amigo nuestro - le sugirió Allegra.

Quienes los perseguían también parecen haberlos encapsulado en una laguna temporal, pues Allegra sentía que llevaban días dando vueltas por las mismas calles y que cada vez que miraba hacía atrás los seguían viendo. En cierto punto su mente no fue capaz de seguir soportando aquello y sintió cómo se cerraban sus ojos y las luces y ruido desaparecían.

◆

Migraña y un olor terrible. Aquello fue lo primero que Allegra pudo sentir apenas recuperó el conocimiento. Quería abrir sus ojos pero sentía que estos pesaban demasiado. Se habría quedado allí mucho más, si no fuera por el hecho de que oyó una voz familiar balbuceando y al abrir los ojos vio que era el abogado. Ambos estaban recostados entre unos contenedores de basura y tenían un aspecto lamentable. El abogado le dijo que permaneciera tranquila, pues Carlo pronto vendría por ellos. Efectivamente ambos hermanos llegaron poco después en un pequeño coche rojo y antes de que Allegra tuviera la oportunidad de preguntar algo, Carlo se aproximó a ella, la tomó delicadamente por los hombros y la empezó a revisar.

- ¿Qué haces? - le preguntó con voz ronca. Su garganta estaba muy reseca.

- Revisando que estés bien - le respondió el menor de los Gambino.

- ¿Y a mi que me jodan? - le preguntó indignado el abogado.

- Exacto. Que te jodan.

Tras subir en el coche pequeño, Carlo empezó a conducir hasta llegar a una casa blanca de un piso. Al parecer era donde vivía el tal Chelito. Los dos hermanos empezaron a destrozar el exterior de la vivienda.

- Ven. Ayúdanos a dañarles todo - le propuso Carlo a Allegra.

- Me siento mal. La verdad es que recuerdo haberme tomado dos pirulas. Quiero vomitar - le respondió ella.

- Perfetto. Hazlo justo en la puerta - le sugirió Toni y evidentemente ella hizo justo eso.

Luego de haber destrozado el lugar lo suficiente, los cuatro emprendieron el camino. Para su suerte, muy cerca de allí había otro badulaque y entraron a este. Empezaron a robarlo esperando que el dependiente no tuviera suficiente dinero y al final solo pudieran irse, sin embargo, apenas amenazaron al dependiente, el hombre empezó a empacarles el dinero y pronto llegó la policía. Como no tenían ningún plan de escape, los tres salieron a hablar con la policía. Les dijeron que todo fue un accidente y que solo querían hacer una broma. Como iban sin máscaras y fueron los mismos policías con los que hablaron antes, los dejaron ir.

Podrían continuar liándola por la ciudad, pero los cuatro ya estaban exhaustos. Toni se fue con Salinas, pues le iba a pagar y Allegra se fue con Carlo, quien la llevó a casa. Al entrar, él le ayudó a quitarse los zapatos y le dio un vaso de agua.

- ¿Por qué tu no vas tan mal como yo? - le preguntó ella sintiéndose rendida.

- Es que tu sabes que yo siempre me veo guapo. No puedo evitarlo. Además tomaste el doble de pirulas que yo.

- Due verità.

Allegra no sabe qué la impulsó a responderle de tal forma, pero pronto se dirigió hacia su habitación y no pudo ver la reacción de Carlo al reconocer su aspecto, aunque ciertamente sintió curiosidad.

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