6

125 9 0
                                    

- Ciao caro.

- ¿Qué pensarías si te dijera que acabo de robar una tienda y que necesito que me recojas? – informó directamente Carlo luego de que le contestara el teléfono. En efecto, aquella forma de saludarle la tomó por sorpresa, pero ella no se preocupó porque sabía que él se podía cuidar solo.

- Estaría indignada de que no me hayas invitado y te pediría tu ubicación.

- Ya te la envío.

La ubicación que le envió indicaba que estaba en una tienda de ropa que había por el norte. Seguramente se había cambiado luego del robo. Allegra no sabía dónde estaba el coche, por lo cual robó uno en garaje central y se dirigió al lugar lo más pronto posible. Al llegar, él la distinguió rápidamente, subió y se fueron de allí. Ella emprendió rumbo a casa para que él pudiera guardar el dinero negro y en el camino él le informó que tenía noticias importantes para ella y Toni, y que deberían reunirse en el KeRule.

Tan pronto llegaron a la tienda y se encontraron con el otro Gambino, Carlo le mostró los avances que habían hecho en la trastienda y les contó que conoció a un chino que ya sabía sobre su negocio, pero que quizás también podría ayudarles. Lo más probable es que fuera el proveedor que tenían que buscar. Él les daría más drogas si ellos recaudaban suficiente dinero negro. Aquel sujeto le envió una ubicación a Carlo y los tres se dirigieron a esta a pesar de las muchas dudas e inseguridades que surgieron por la propuesta. Al llegar se encontraron a dos sujetos enmascarados con quienes subieron a un barco.

Allegra siempre había disfrutado pasear en barco, canoa, veleros, yates, etc. Uno de sus recuerdos más tempranos era navegar con sus padres por una costa mientras estaban de vacaciones, pero la escena actual no se le asimilaba en nada. El día era oscuro y algo lúgubre y además el abrigo de estampado de leopardo que ella se había puesto sobre su atuendo completamente negro no la protegía muy bien de la fuerte lluvia que caía. Por si fuera poco, a causa del viento, las olas se agitaban fuertemente sacudiéndolos repetidamente y, en consecuencia, poniéndolos a todos nerviosos. Afortunadamente el tortuoso viaje llegó a su fin cuando arribaron a un barco de carga. Aparcar le resultó algo difícil a la persona enmascarada y todos cayeron al agua justo antes de subir. El agua estaba fría y paralizaba un poco las extremidades de cada uno, así que les era algo complicado nadar. Toni salió primero del agua y Allegra sintió alivio cuando él le extendió la mano para sacarla de esa pequeña trampa mortal.

No obstante, dentro del barco la situación continuaba siendo confusa. Los sujetos con los que llegaron hasta ahí no eran muy comunicativos y simplemente caminaron con ellos hasta llegar a un hangar. Allí encontraron a varias otras personas, pero quien más les llamó la atención fue un hombre asiático que llevaba un traje negro. Ese tendría que ser el contacto. Carlo lo saludó y le presentó a sus dos acompañantes pero el hombre parecía irritado. Este ordenó a su gente levantar sus armas hacia Toni y Allegra, alegando que solo les hacía falta una persona y que debía matar a los otros dos.

- No tiene sentido que nos disparen – protestó Toni.

- Es verdad. Ellos dos hacen un buen equipo – añadió Allegra.

- ¿Solo los dos? ¿Y entonces cuál es tu rol en esto? – le preguntó el chino.

- Bueno, usted mismo tiene un montón de personas alrededor suyo que levantaron sus armas apenas usted dio la orden. Supongo que también le ayudan en su negocio. Digamos que yo soy la primera de esas personas para ellos.

- Ya veo – le replicó el chino con una expresión algo interesada.

En una disposición distinta, el hombre asiático le ordenó a su gente bajar las armas y empezó a hablar a sus tres visitantes sobre lo que les podía ofrecer. Básicamente les informó que podía vincularlos con otra persona que tenía pirulas y que ellos debían tomarlas, venderlas y darle un pequeño porcentaje de la mercancía a él. Aunque el sujeto no les dio oportunidad de responderle, los tres estaban de acuerdo con el trato.

- ¿Cuáles son vuestros nombres en clave? – les preguntó el chino.

- El mío Pato – le respondió Carlo.

- Yo había pensado Poni – dijo Toni por su parte. Allegra no estaba segura de que debía pensar de la situación. Estaban rodeados por hombres armados y uno de ellos no dejaba de darles órdenes o ser condescendiente, pero al mismo tiempo quería seguirle el juego a los hermanos con los nombres en clave.

- En ese orden de ideas, yo puedo ser Pulpo – respondió Allegra algo divertida con la idea.

Era probable que aquel grupo pensara que eran unos dementes o apenas unos novatos y, en realidad, aquello no distaba mucho de la realidad. Sin embargo, lo que les propuso el chino cada vez sonaba más bizarro. Tenían que infiltrarse a una fiesta en un yate, darle dinero a un sujeto, tomar unas cajas de pirulas y luego huir de allí.

- Quiero que forméis una buena red de gente que pueda vender las pirulas. Supongo que vosotros dos seréis los jefes de esas personas y tú venderás junto con ellos. ¿No? – el chino dirigió la última parte de su frase a Allegra.

- Sí, yo haré lo que sea necesario – replicó ella.

- Ella no es únicamente un camello, sino que es alguien de confianza. Lo que nosotros queremos es encontrar más gente así. Gente que sea leal y en quienes podamos confiar – reveló Toni.

Gente leal. Su padre siempre le había dicho que siempre habría gente dispuesta a trabajar y a hacer lo que fuera si les ofrecían la cantidad correcta de dinero, pero que finalmente aquellas personas eran prescindibles. En este negocio se necesitaba de gente de confianza que demostrara su valor en los tiempos de más abundancia, pero también en los de más escasez. Los tres querían hallar personas así en Marbella, pero Allegra pensaba que era una tarea casi imposible. La verdad es que no muchos estarían dispuestos a poner a sus jefes antes que a su propia familia. Ella siempre consideró que eso fue lo que hizo su padre.

La persona de confianza del chino era un sujeto llamado Igor. Este fue el que le dio el dinero a Carlo y quien siempre seguía cada orden de su jefe sin ningún tipo de cuestionamiento. ¿Se supone que ella fuera más así? Aquello era algo difícil, puesto que cuando pensaba en sus jefes también recordaba que fueron los niños con los que ocasionalmente jugaba cuando era pequeña, en aquellas raras instancias en las que coincidían.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el anuncio de que iniciarían el plan. Aunque aún tenían mucho que procesar, pronto los estaban llevando de vuelta a la ciudad y dándoles un coche. Ahora solo quedaba infiltrarse en un yate a conseguir droga. Otro día en el trabajo.


╚═══*.·:·.☽✧ ✦ ✧☾.·:·.*═══╝

El outfit.

El outfit

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Sotto il sole di Marbella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora