CAPÍTULO ONCE

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Eider.
Martes 06 de abril, 2015.

Desde lejos escucho el molestoso sonido de mi alarma. Abro los ojos con pesadez, tomando mi celular para desactivarle la alarma que se supone no debía sonar, ya que hoy no iré a la escuela.

Me incorporo un poco, pasándome las manos por la cara, dándome cuenta de la cantidad de saliva que se encontraba en la comisura izquierda de mis labios. 

Tenía mucho tiempo sin dormir tanto y tan bien.

Son las 6:28 a.m. una hora muy buena para disfrutar del sueño que por culpa de mi alarma ya no puedo hacer.

Con cuidado me levanto de la cama, sintiendo una pequeña molestia en mi muslo herido, pero es tolerable.

Me dirijo hacia el baño, tomando una ducha que me reconforta bastante. Anoche después de todo lo que mi madre me hizo comer, no pude vomitarlo, porque al instante me quedé dormida.

Salgo del baño para ponerme un vestido de mangas cortas, sencillo de color amarillo, que me llega a las rodillas. No se visualiza tanto mi venda en el muslo, así que por eso me quedaré vestida de esta manera. Me peino un poco mi cabello, ondulándolo, y por último, me pongo unas zapatillas negras.

Salgo de la habitación, bajando las escaleras muy despacio, encontrándome con mi madre en la sala, en una esquina, tocando el piano. Puedo reconocer esa melodía de lejos, es Love Story de Richard Clayderman. Ella casi siempre la tocaba cuando yo era pequeña; me ponía a su lado, viendo sus manos tocar con facilidad, sus ojos cerrados dejándose llevar por la música suave, haciendo que yo también cerrara mis ojos escuchándola.

Gracias a ella he podido aprender a tocar esa melodía, como otras más. Claro, no soy experta en eso, pero hago un intento y la verdad me gusta.

Me acerco un poco más a ella, para observarla mejor. Está con sus ojos cerrados, como acostumbra. Es impresionante cómo toca, transmitiendo  su pasión a todo su alrededor.

Noto una lágrima que baja por su rostro, dejándome extrañada por eso.

Ella termina de tocar, así que decido hablarle.

—Buenos días.

Ella da un respingo, limpiándose la lágrima disimuladamente.

—Buenos días, princesa — me sonríe.

—Tenía bastante tiempo sin escuchar tus melodías hermosas — me acerco más a ella, para sentarme a su lado.

Ella suspira — sí… es que, las veces que estoy inspirada es por las mañanas — se ríe un poco, pensativa — y nunca coincidimos, porque estás en la escuela o durmiendo.

Asiento despacio, con mi mirada en el piano que está frente a mí. Debatiendo conmigo misma si hablar del tema ahora o no.

«Si no hablo, terminarán durando días para decirme, y eso me asusta

—Mamá, necesito saber.

—Eider, no empieces a esta hora, por favor.

Resoplo — Estoy preocupada, y me tienen con el corazón en la boca.

—Eider, créeme cuando te digo que es mejor que te quedes tranquila, hasta que yo pueda hablarte sobre eso.

La encaro — ¡Entiéndeme, por favor! ¡trata de ponerte en mi situación y dime si no sentirías la misma desesperación que estoy sintiendo yo ahora!

Ella baja la cabeza por un segundo, volviendo a mirarme — no te haría bien saber…

Me levanto del asiento, sintiendo un cólera derrepente en mí — ¿¡Bien!? ¿¡no me haría bien!? ¡ni tú misma sabes lo que me haría bien a mí! — siento lágrimas caer por mis mejillas, el corazón latiéndome fuertemente y unas ganas inmensas de seguir escupiendo mi ira — ¡por culpa de este maldito misterio que tienen, he estado con ataques de pánico! ¿¡y crees que eso me haría bien!?

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⏰ Última actualización: Sep 02, 2021 ⏰

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