CAPÍTULO CINCO

26 6 89
                                    

—¿Por qué lloras? ¿te dijeron algo? — me acerco revisando sus brazos, inspeccionando si algo va mal.

Ella aparta mis manos de ella, negando — no me hicieron nada, Eider, es solo que me siento una idiota por no pensar bien las cosas, debí de tomar decisiones mejores, pero quise hundirme en mi propia tristeza, sola, sin querer o hacer el esfuerzo de salir.

—¿De qué hablas? me estás asustando.

—No te hice caso cuando me decías que me operara para acabar el cáncer, y ahora, cuando ya no hay solución, es que empiezo a arrepentirme de todo, cuando ya estoy viendo mi realidad y estoy consciente de que ahora sí me queda poco tiempo, es que me doy cuenta del error que cometí — se limpia sus lágrimas — no quiero que hagas lo mismo que he hecho, nunca te niegues una oportunidad que puede ser la mejor para ti.

—No pienses en eso…

Me interrumpe — que esto que me está pasando te sirva de consejo, yo no tengo ya vuelta atrás, pero tú sí tienes una vida por delante, por más que duela, hay que mirar al frente, no como yo, que por pensar en mis problemas de ahora y en los del pasado, me clavé el cuchillo sola.

La abrazo — no llores, mi consentida, piensa positivo, tú no te vas a morir tan pronto, me rehúso a pensar en eso — le froto la espalda — lo que tú y yo necesitamos es pasear, salir a lugares que nos guste.

Ella sonríe — te amo, mi princesa — suspira — quiero salir de aquí, ya estoy harta de estar en esta camilla, sin poder caminar y comiendo cosas no nutritivas.

Nos quedamos hablando por unos largos minutos, hasta que el doctor Cooper entra a la habitación con unos papeles y avisándonos de que ya le iban a dar de alta, por fin.

Nos fuimos a una heladería, aunque yo esté a dieta, un helado no va a ser nada, y es como no comer, por ser algo ligero. Nos quedamos un rato en el sitio, luego fuimos directo a casa, para quedarnos tranquilas las dos.

****

El día de ayer obtuve varios mensajes de Cecile como de Isandro, preocupados por mi mamá, querían pasar a verla en el hospital, pero como me quedé todo el día junto a ella, no le presté atención a mi celular, hasta ahora.

Estoy en el bus directo a la escuela, no pude asistir ayer, pero la situación lo ameritaba bastante.

Oigo muchos murmullos en el bus, como de costumbre, pero decido mirar al frente por curiosidad de lo que hacen los demás, fijándome en una persona en específico.

Creo que lo llegué a ver con el grupo de pandilleros que estaba en una esquina más adelante de la escuela, pero no sabía que estudiaba aquí, y la verdad no sé porqué está mirándome, me da escalofríos.

El comienzo de las clases son normales, Cecile al verme me llenó de preguntas, preocupada.

Me gustaría saber si Jayden asistió a las clases hoy, espero que sí, porque me preocuparía si no, es un buen amigo.

El almuerzo empieza, yéndome del aula con Cecile a mi lado.

—No te lo había comentado, pero en estos días sin hablarnos, hice un nuevo amigo, que a decir verdad me cae muy bien.

Ella sonríe — ¿es bonito? ¿te gusta?

Ruedo los ojos — tú solo piensas en eso, y no, no me gusta, sí, es bonito.

—Estaría bueno de ligar, pero primero debo conocerlo y probar si me cae bien o no.

—Si te dispones a ligarlo, ya creo que muy pronto tendré un cuñado — me rio.

Secreto Destructivo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora