Angustia

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"¡HAGAN ALGO YA! ¿Acaso no existen para detener a estas estúpidas alimañas?" Una voz resuena en la oficina de Lillie, pero no venía de alguien que estuviera presente en ese lugar. Provenía de una burda videollamada entre ella y los dirigentes de varias ciudades de la región, al menos de aquellas urbes que aún tenían contacto con el exterior.

Lillie es incapaz de decir algo, siente un nudo apretarle la garganta. ¿Cómo responder a tanta gente furiosa que le gritan sin parar? La fundadora y líder de la AIP se siente muy pequeña por esos breves instantes. Aún más cuando Drew y May intervienen en la conversación por ella.

"¿Y qué creen ustedes que estamos haciendo? La AIP está al borde del colapso, tenemos las manos llenas para poder resolver este caos. Ya sabemos que la temperatura está bajo cero en todos lados, no necesitan recordarlo cada dos segundos." Exclama Drew, su rostro pegándose a la pantalla, cuya imagen parecía llenarse de estática constantemente, la señal fallando.

"¡Cállate bastardo infeliz! ¿No entiendes que Ciudad Hearthome depende del turismo y del dinero que trae para mantenerla funcionando de maravilla? Aparte la gente de aquí no está acostumbrada a este clima horrible" Exclama el alcalde de tal ciudad, claramente con sus prioridades de cabeza.

La alcaldesa de Ciudad Snowpoint de inmediato replica ante tal comentario, totalmente indignada. "¿¡Es eso lo que a TI te preocupa? ¡La gente de aquí vive en el frío, pero los sistemas de calefacción y electricidad están fallando! ¿¡Tienes idea de lo que eso significa!? ¡ TODOS AQUÍ VAMOS A MORIR! ¡ESTAMOS A MENOS 32 GRADOS! ¡MENOS 32 MALDITA SEA! ¡Y A TI TE PREOCUPA EL PUTO TURISMO DE TU MALDITA CIUDAD DE MIERDA!"

La discusión entre Drew y los dirigentes continúa en forma de gritos e insultos dignos de un mercado vulgar. Al peliverde le fastidiaba rebajarse al nivel de estos políticos imbéciles, sólo sentía empatía por aquellos que estaban más preocupados por el bienestar de su gente, pero eran una minoría. Las cosas eran negras, no había noticias del exterior. Era obvio que nada que dijera podría calmar a esta turba furiosa de gente, que vendrían por ellos con antorchas en mano para quemarlos vivos a todos y cada uno de ellos, si es que los caminos no estuvieran bloqueados por hielo.

May observa lo abrumada que está Lillie, y lo furioso que está su amorcito. Suspira, sabe bien que lo que está por decir puede matarlos a todos, pero hay que darle a la organización un momento para planificar con mucho cuidado. Sostiene a su novio del hombro, para calmarle un poco y que le permitiera hablar. Sabe que esa simple acción bastará para relajar los tensos músculos del cuerpo de Drew, quien da un paso fuera de la vista de la pantalla, tocando su frente en evidente molestia.

La castaña aclara su garganta, para llamar la atención de los locos. "Un momento por favor, umm... me da gusto ehh... ¡Decirles! que nos llegaron noticias de los agentes en el exterior y ya llegaron a la causa de todo esto. La crisis va a resolverse...umm, muy muy pronto." Declara, tartamudeando y luciendo absolutamente nerviosa.

Drew y Lillie dejan caer sus bocas casi hasta el piso. Los políticos, en su mayoría, parecen aceptar tan escueto informe, todo con tal de regresar a la normalidad, ya que varios de ellos ya estaban buscando abandonar sus ciudades en busca de climas más cálidos. La videollamada se corta de golpe, la electricidad de la AIP falla, pero unos segundos después regresa, gracias al sistema de energía de emergencia colocado por Clemont, al menos un par de horas más de luz tendrían.

Tras un largo e incómodo silencio, el peliverde voltea a ver a su novia, el color habiendo desvaneciéndose de su rostro. "May, sabes que te amo mucho. ¿¡PERO CÓMO SE TE OCURRE DECIR TREMENDA PENDEJADA!?" Exclama el peliverde, horrorizado, normalmente no usaría tales palabras con su querida novia, que sí podía ser muy torpe a veces pero esta vez si que los había metido en un lío.

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