Niño demonio

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La carroza en la que viajo disminuye el ritmo al anochecer. Cierro los ojos deseando poder descansar.

La misma escena aparece en mis sueños noche tras noche desde que tengo uso de razón.

Una voz me susurra al oído que debo matarlos a todos, que ceda el control de mi cuerpo a la oscuridad y me deje consumir por el odio y la ira que nublan mi mente.

Entonces, las voces de dos mujeres gritan: ¡Éxito, ha sido todo un éxito!

Su voz... Es familiar, reconfortante, pero me infunde un profundo temor hacia mí mismo.

¿Éxito? ¿Soy un éxito?

Mis sentidos se ven desbordados desde todos los ángulos.

Si he sido un éxito, ¿por qué duele tanto?

La voz vuelve a susurrarme. "¿No vas a hacerlo?" me pregunta con cierto tono de excitación.

Cuando alzo la mano hacia ellas, consigo distinguir su silueta acercándose a mí.

Una de ellas acerca un collar con una piedra morada hacia mi cuello.

- Esta es tu alma, recuérdalo Say Zandevile - me dice con autoridad -.

Al asentir, me coloca el collar y la piedra empieza a brillar produciéndome un intenso dolor en el corazón.

- Eres perfecto - afirma con emoción la segunda chica -.

Dime madre, si soy perfecto, ¿por qué duele tanto?

Incapaz de soportar el dolor caigo al suelo de rodillas y un grito desgarra mi garganta.

Levanto la mirada esperando la salvación de las dos mujeres, pero nadie asiste a mi llamada de socorro. Un dolor agudo se extiende por todo mi cuerpo, ¿voy a morir? ¿Minutos después de haber nacido? ¿De verdad?

- No - susurra la voz pegada a mi oreja izquierda - Yo te salvaré.

Unas manos me agarran el cuello desde la parte posterior del mismo y hacen fuerza. Soy incapaz de respirar... No, si solo aplicase un poco más de fuerza me rompería el cuello.

Mi grito se ve acallado por sus firmes y frías manos.

- Debes vivir para que yo siga existiendo, pequeño.

Pese a que me aterra escucharle, su ataque calma mi dolor y relaja mis músculos.

Dejo caer mi mano y tras ella va todo el cuerpo.

El frío helado del suelo se mezcla con un calor tenue. El suelo está cubierto con una capa de agua de no más de dos centímetros y no me he percatado hasta ahora.

Cierro los ojos lentamente, pero antes de poder completar mi acción el rostro de la voz se agacha para mirarme fijamente a los ojos.

Un escalofrío recorre todo mi cuerpo. Sus ojos de un morado vivo e intenso sobre un fondo completamente negro penetran en mi mente. No puedo verlos más... Grito invadido de terror.

Despierto gritando y un pequeño bache me hace rebotar cerrándome la boca.

Mi respiración está agitada, debo intentar calmarme...

- ¿Estás bien? - pregunta la chica a mi lado. Una mujer con una apariencia de no más de veinte años y un cabello dorado como el sol.

- S-sí.

Es cierto, ahora mismo me encuentro dentro de una carroza de la iglesia camino a la capital religiosa de la humanidad.

La chica a mi lado es una de las famosísimas Damas Sagradas, la espada de la iglesia contra los demonios según lo que leí en aquel libro que encontré en la biblioteca familiar.

El Dios del MalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora