Lucifer

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El cuerpo no cae, se mantiene firme, recuperando el equilibrio y alza su pierna, propinando una patada a su contrincante. Aunque no toca el cuerpo debido a la poderosa técnica defensiva de su enemigo, lo manda a volar con una gran fuerza. La cabeza destrozada se regenera y el chico hace unos pequeños estiramientos. Tras una larga toma de aire, habla.

—Hace casi un año que no utilizo un cuerpo físico. No recordaba lo bien que se siente. Aunque... Este chico todavía no ha dado el estirón definitivo, tendré que acomodarme creciendo un poco.

Forzando la regeneración corporal, Lucifer hace crecer el cuerpo de Say hasta tener la apariencia de un joven veinteañero. Pasando así de los 160 centímetros a los 180. Sus músculos y rasgos se definen, habiendo de este modo forzado la maduración del cuerpo.

—Ahora sí... Ya estoy preparado - sonríe con altanería mirando a la Muerte de un Ojo.

En un parpadeo se posiciona en la espalda de su contrincante, dándole la espalda. Su contrincante gira rápidamente y emplea su habilidad para atacar. Sin embargo, Lucifer ya no está. El semidiós queda confundido y observa con su ojo la zona intentando usar otra de sus habilidades: visión celestial. No obstante, no lo encuentra. En lugar de hacerlo, nota un peso en su espalda. Lucifer se ha apoyado utilizando su espalda como una pared. Vuelve a intentar atacarle, pero desaparece de nuevo. Ni siquiera con su ojo es capaz de seguirle.

—Ya veo. —camina dando vueltas alrededor del semidiós— Ya sé cuáles son tus habilidades: modificación del vacío y visión celestial. No son malas habilidades, sin embargo, para ser su hijo de sangre eres un inútil. Incluso mi hija podría derrotarte, Miguel. Bueno, basta de cháchara. —cambia de un tono jovial a uno siniestro— Ahora voy a matarte.

Miguel intenta alcanzarle. Lucifer lo esquiva y le golpea el brazo abriéndose camino. Mueve su puño a gran velocidad, no obstante se topa con la barrera del semidiós. El golpe cae como un misil, destruyendo media ciudad al rebotar la fuerza en el escudo. Miguel acerca velozmente su mano al pecho de Lucifer y, al tocar, un gran agujero se abre sobre el cuerpo del demonio. Sin inmutarse, el Dios golpea la cabeza del semidiós, cayendo este contra el suelo. La gran herida en el cuerpo del demonio se regenera rápidamente y mientras lo hace, Lucifer pisotea la cabeza de Miguel mientras sonríe con arrogancia. La Muerte de un Ojo se levanta y abre la totalidad de su ojo. Todos los enanos aún vivos se arrodillan forzosamente, incluso los gravemente heridos. El poder de la creación y el control, el ojo heredado de su padre: el ojo del Cielo. Un poder único de los universales, capaces de rivalizar con los ojos de Lucifer.

—Por fin te pones serio —sonríe desafiante.

Miguel parpadea su ojo. Una gran ola de destrucción arrasa hacia delante, involucrando a su paso a Celine y la caballera. Celine cierra los ojos y se cubre esperando lo peor: la muerte. Sin embargo, al abrir los ojos segundos después del ataque, ve a Lucifer frente a ella con el brazo alzado hacia delante. La mitad destruida se regenera rápidamente.

—¿Por qué me has salvado? —pregunta con dificultad.

—Eres aprendiz de Circe, ¿verdad? Además, la vocecita del chaval no para de repetirme que ante todo debo protegeros a Auri y a ti. Luego no parará de molestarme si me niego.

Miguel guiña el ojo de nuevo y otra explosión de vacío arrasa hacia delante. Tras el ataque se exalta: Lucifer y Celine no están. No obstante, en lugar de creer haber vencido: desconfía. Su oponente es demasiado poderoso como para haber caído con eso. Consciente de ello se lanza y observa el escenario. No solo ellos dos no están, la caballera seguidora de Iris tampoco se encuentra en la zona. Rastrea toda la ciudad con su ojo. Tras llegar a la conclusión de que no están dentro de la montaña, sale volando. Una vez fuera consigue verles a cientos de meros de distancia. Aterriza frente a ellos agrietando el suelo y se prepara para el combate.

El Dios del MalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora