Despierto sentado sobre un caballo, apoyado hacia atrás, sobre algo no precisamente acolchado. Me acaricio la cabeza algo mareado, pasar tanto tiempo inconsciente nunca es bueno para mí. Menos cuando sueño que me quemo vivo en un líquido que parece ácido. Giro la cara para ver dónde estoy apoyado y choco contra el pecho de Auri. Me muevo hacia atrás por un impulso y a punto estoy de caerme, pero mi sirvienta me consigue agarrar. Cruzamos miradas y me dedica una sonrisa de felicidad. Tras eso, me vuelve a colocar bien en el caballo. Ahora más consciente de mi alrededor, vuelvo a apoyarme hacia atrás y ella me acaricia la cabeza. El caballo es realmente pequeño comparado a uno normal, debieron conseguirlo en la capital de los enanos. Mientras pienso esto busco a Celine con la mirada.
Se encuentra frente a nosotros, dirigiendo el grupo. Y tal como dijo Lucifer, ante nosotros se muestran imponentes las puertas de la muralla de Fürstenplatz. Aun así, entre nosotros y estas hay una larga fila esperando su turno para entrar. Observo el cielo: está a punto de atardecer. Y si mis cálculos mentales no fallan, nos quedan al menos cuatro horas para entrar. Lo más seguro es que ni siquiera podamos estar dentro hasta mañana, ya que las puertas se cierran por la noche. Si esto llega a pasar, tendremos que dormir otra vez a la intemperie. Cuando me separé de la Iglesia creí estar preparado para soportar pasar las noches en el suelo durante largas temporadas, pero mi opinión ha cambiado: no estoy dispuesto. No si tengo alguna opción de poder entrar. Solo hay que forzar un poco las cosas.
Bajo del caballo y me acerco al carro que hay frente a nosotros. El mercader me mira extrañado, sin embargo, pronto deja de prestarme atención. Chasqueo los dedos para que me mire de nuevo y este me dirige una expresión molesta.
—¿Qué quieres, niño? No estoy de humor para juegos.
—Vas a dejarnos pasar y tomar tu puesto en la cola —afirmo con autoridad.
—¡¿Qué coño estás diciendo?! ¡Vete de aquí, niñato! ¡O te enseñaré lo que es el respeto!
—Cumple, mortal —le ordeno activando mis ojos demoníacos.
Los ojos del hombre se vuelven vacíos, carentes de voluntad. Aparta el carro y llamo de un silbido a Auri, que viene rápidamente a tomar la posición. Celine se muestra estupefacta ante lo sucedido, pero avanza junto a Auri. Tras este primer intento, me acerco al siguiente y repito el proceso. Uno tras otro son sometidos a mi voluntad, hasta que finalmente llegamos a los guardias. Estos nos detienen y piden los permisos de entrada. Antes de que Celine pueda hacer algo, utilizo mis ojos para obligarles a dejarnos pasar. En apenas veinte minutos he conseguido terminar algo que nos hubiera tomado medio día. Empiezo a darme cuenta del verdadero alcance de mi poder como la reencarnación de Lucifer. No es solo mi fuerza física y la anormal cantidad de energía, también soy mejor en momentos como este.
Al entrar, encontramos unas calles casi desiertas. Durante mi vida, junto a mi familia adoptiva, escuché que esta ciudad era una bulliciosa y densamente poblada. Sin embargo, desde que las Damas Sagradas arrasaron la ciudad, todo se volvió oscuro y pobre. Una generación de hombres perdidos debido al conocido como el «Antipapa» o el «archiduque loco». Consiguió un Evangelio y tras leerlo creó un ejército de tocados, convirtiéndose incluso a él mismo en uno. Fue eliminado por Erika, pero desde entonces el culto tomó esta ciudad como su base central. No es de extrañar que uno de los dedos viva entre fanáticos de Lucifer, dispuestos a entregar su alma por el Dios de los demonios. Debió presentarse ante el culto como uno de los altos cargos del Inframundo y por supuesto lo acogieron. No obstante, de ser así, ¿por qué tantos mercaderes vienen a esta ciudad? Algo no cuadra.
Caminamos por la ciudad: calles vacías, tiendas cerradas y viviendas sin habitar. De tener más de un millón de habitantes a tener mil, según los últimos censos de la Iglesia. Una crisis demográfica sin precedentes en el mundo conocido. Debo darme prisa y derrotar a este demonio mayor antes de que lleguen los posibles enviados de la Iglesia.
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El Dios del Mal
FantasyDécadas atrás, el incesante ataque de los demonios golpeó el Imperio de la Humanidad hasta derrumbarlo. Pese a esto el mal fue derrotado y la paz gobernó el continente bajo el mando de la Iglesia Celestial, hasta ahora. Desterrado y condenado a muer...