Epílogo

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«I need you in my life like Limelight, wherever I go I'm taking you...»
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Un año después…

SAMARA

Suelto un suspiro y sonrío cuando veo el vapor salir de mi boca.

Lo que más amo del invierno es ver el vaho desprendido de mis labios.

Mi celular comienza a vibrar y lo saco del bolsillo de mi jean. Vuelvo a sonreír al ver el identificador de llamada.

–¿Hola?

¿Ya vienes? Me estoy congelando aquí.– río y asiento, aún sabiendo que no puede verme.

–Estoy saliendo.– dejo el dinero de la comida sobre la mesa, más una propina para la camarera, para después levantarme y dirigirme hasta nuestro punto de encuentro.

Sí, son las ocho de la noche, en Nueva York, en invierno, y acabo de cenar afuera de un restaurante; así de mal amo el frío.

¿Te apuras? Ya no siento las manos.

–Ya voy, llorona.– cuelgo la llamada riendo y apresuro el paso.

A lo lejos logro visualizar una cabellera rubia junto con una pelirroja.

–¡Ya llegué!– exclamo de repente, provocando que ambas peguen un respingo en su lugar, ruedo los ojos divertida –. Deben estar alertas, ¿y si era un ladrón?– me cruzo de brazos, Sabri me enseña el dedo del medio, mientras que Val lleva la mano a su pecho y suspira profundamente.

–Si fueras un ladrón, ya estarías en el suelo suplicando piedad.– asegura la rubia, suelto una risa.

–Si fuera un ladrón, las que estarían en el piso suplicando piedad serían ustedes dos.– las señalo con el dedo, para luego guardar mis manos en los bolsillos de mi campera y comenzar a caminar. No tardo en sentirlas junto a mí.

–¿Adónde vamos?– cuestiona Val, me detengo un segundo para pensar, hasta que lo recuerdo y retomo el paso.

–Ya lo verán.– sonrío.

–No soy muy fan de las sorpresas en plena noche, Sam.– confiesa Sabri.

–Ésta les va a gustar.

Luego de eso, nadie más habla, pero sí oigo cómo el celular de Val comienza a sonar insistentemente.

–¿No vas a atender?– la pelirroja niega con la cabeza.

Your way
I'm trying to understand
These days
I need to know if you're feeling it
Or I'm wasting my time
Your way, or mine…

–¿Quiénes son?– cuestiona Sabri al oír la letra del tono de llamada de la pelirroja.

Val suelta un suspiro, saca su celular para cortar la llamada, y se cruza de brazos.

–Un grupo que descubrí.– responde simplemente.

¿Y a ésta qué le sucede?

–Eh… bien.– Sabri busca mi mirada confundida, y le devuelvo el gesto negando con la cabeza, sin saber la razón de su repentino cambio de ánimo.

Su celular vuelve a sonar, cantando el mismo verso, y, cuando la pelirroja saca el aparato para volver a colgar, Sabri lo toma y sale corriendo.

–¡Oye, no!– chilla Val en lo que corre detrás de ella, no me quedo atrás, y así, una detrás de la otra, corremos por las calles extrañamente vacías de Nueva York.

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