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Lunita:

q puntual eres

salte de en medio del pobre arbusto y vente para acá q ya te vi.

Al escuchar su celular vibrar como si no hubiera un mañana, Jacob brincó del susto, y al leer el mensaje, quiso enterrarse ahí mismo.

La invitación de Kevin lo tenía algo desconcertado y preocupado; no sabía qué hacer o decir exactamente. Estuvo huyendo del amor de su vida por miedo a terminar con el corazón roto, pero él terminó rompiéndoselo al ser más dulce del planeta, y se sentía culpable.

Tal vez la manera más sana para arreglar las cosas entre ambos era hablar, y que todo terminara bien, en acuerdos donde a ninguno se le perfore el corazón.

—Así que, señor Miedoso... —empezó Kevin, sacando de su zona de pánico a Jacob— ¿Te parece hablar en aquella banca?

Jacob movió su cabeza en forma de aceptación y siguió a su Lunita.

Se sentía tan nervioso que las palabras se le quedaban estancadas en la garganta. Temía decir algo que no debía; no quería lastimar a Kevin de nuevo —jamás, en realidad.

—¿Por dónde comenzamos...?

—¡Kevin, eres tan hermoso! ¡Nunca más vuelvas a sufrir por mí! —Jacob gritó repentinamente, dejando al contrario confundido. Cuando el castaño captó lo que acababa de decir, tapó su boca con ambas manos— Perdón. Eso no va a funcionar, ¿verdad?

—¿Qué? —dijo Quebincito, echándose aire con su abanico manual en el rostro para que el rojo se le bajara.

—Yo fui quien hizo que nada pasara entre nosotros, me alejé de ti e hice que te alejaras de mí —confesó, juntando sus manos—. Sólo pensé en que yo no quería salir lastimado, y fui egoísta al no ver qué era lo que tú querías o sentías —tomó aire—. No te pido que me perdones, pero sólo quiero que sepas que mereces ser feliz y que nunca sufras por alguien como yo. Eres una gran persona, Kevin, y mereces a alguien que te haga sonreír y que nunca cambie esa bonita sonrisa tuya por una mueca triste.

En todo el rato que habló, Jacob no tuvo el valor de verlo a la cara.

—No es justo —dijo, tallándose los ojos para impedir que sus lágrimas cayeran—. ¡Yo debería estar partiéndote tu madre, no chillando!

—Perdón —se diculpó apenado, mirando cpn ternura a Kevin.

—¡No me pidas perdón! —hizo un pucheros con sus labios, pero aún con los ojos tapados y con su voz muy baja le pidió al contrario—: Sólo abrázame y nunca me sueltes.

Jacob pudo haberse desmayado en ese momento, mas prefierió abrazar a Kevin y transmitirle un poco de tranquilidad.

—¿Estamos bien ahora? —preguntó Bae, acariciando la cabeza del contrario.

—¿Crees que soy fácil de convencer? —cuestionó Kevin, apartándose y cruzándose de brazos— Todavía te falta esforzarte un poquito más.

—Pero ahorita eres mi Kevin, ¿verdad? —le dijo Jacob, picándole el cachete izquierdo al mencionado.

—No, y no hagas eso, no me gusta que me aprieten la cara.

Un adorable ceño fruncido y un rojo muy notorio adornaban la expresión de Moon.

—¿Te he dicho que eres muy bonito?

—¿Te he dicho que te calles? —comentó sarcástico.

—Oyes, Kevin... —dijo Jacob, acercándose un tanto al mencionado.

—¿Qué?

Al momento en el que se giró, se dio cuenta de la corta distancia entre sí mismos y el pánido se apoderó de su cuerpo.

—¿Es muy pronto para besarte ahora? —inquirió, observando fijamente los labios delgaditos del otro.

—¡¿Qué clase de pregunta es esa?!

Empujó a Jacob para desmostrar la vergüenza que sentía en ese instante.

Jacob sonrió, para luego buscar con sus manos el rostro de Kevin y hacer que sus ojos se encontraran.

—¿Eso quiere decir que sí? —preguntó, a lo que Kevin asintió.

Lentamente se acercó a sus labios, y vio cómo el contrario, todo nervioso y rojo rojo, cerró sus ojos, y Bae quiso morirse tanto de la ternura. Era el momento que más había esperado, pero ya sería en otra ocasión más especial; se conformó con besarle la frente a Kevin.

—Dejaré que tú lo hagas primero.

Los weones [MoonBae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora