Las puertas de un elevador se abrieron de par en par, Lisa observó que ahora estaba en la parte alta de un enorme edificio con un estilo grecorromano por los arcos, pilares y mármol que figuraban en él, sin embargo, la oscuridad de ese gran y lujoso salón no dejaba a preciar a gran medida los detalles, ya que las luces de color neón relampagueaban en sus ojos de una manera alucinante dentro de aquella fiesta privada.
− No tengas miedo. − dijo Jennie que tenía un pantalón de cuero color negro que se ajustaba a sus piernas junto a una blusa de cuello y manga larga de cuero con rombos ultravioletas, el cabello suelto se agitaba tras cada paso que daba meneándose sexymente por el salón, su seguridad y conocimiento llevaron a Lisa de la mano para adentrarse por los pasillos de esa gran fiesta en donde sólo había personas de talla mundial, modelos reconocidas, cazadores de talento, diseñadores reconocidos, inversionistas, fotógrafos, empresarios, toda una colmena que pululaba en el mundo de lentejuelas y luces.
Lisa se vio deslumbrada por todo lo estrafalario del sitio al punto que su paso se hizo cada vez más lento, tuvo sin embargo, que dar unas pequeñas zancadas para no alejarse de Jennie, ésta tomó de su mano y la surcoreana la sujetó con firmeza tras una gran sonrisa en su rostro.
Para Jennie ingresar a una fiesta de esa clase tomada de la mano de la gran y asombrosa belleza que llevaba como invitada era un gran orgullo y qué mejor que sonreír y regodearse ante la multitud por dar en su vida con la prestigiosa y hermosa Lalisa Manoban.
− Ven, tienes que conocer a unas amigas − le dijo Jennie sonriente mientras se escabullían por medio de la gente.
Lisa dirigió su mirada al frente y lo que enseguida notó fue a dos chicas, una de ellas era demasiado delgada su cabello rubio descendía por su cintura y el maquillaje que portaba era sumamente perfecto al igual que sus facciones y extremidades, la de alado en cambio poseía una figura envidiable, se veía elegante del tipo de mujer inalcanzable, su melena oscura y ondulada resaltaba su hermosa piel blanca al igual que sus ojos penetrantes sobre la tailandesa.
− Lisa − dijo Jennie que a pesar de también figurar como un personaje sexy y atractivo ante la multitud su carisma y compañerismo eran más un refugio que Lisa valoraba en gran cantidad. − Ella es Rosé y ella es Jisoo − presentó a ambas chicas con Lisa.
La pobre tailandesa extendió su mano para saludar, pero ambas chicas solo asintieron, una de ellas incluso solo se limitó a mirarla de arriba abajo y la otra no quitaba sus ojos penetrantes sobre el rostro de Lisa, ambas actitudes incomodaron a la chica y aún más cuando una de ella se relamió los labios al repasar su figura − Ellas también son modelos, muy reconocidas en Corea − completó Jennie.
Lisa solo sonrió con inocencia, pero su mirada se perdió al contemplar el lugar mientras las chicas conversaban de cosas que la menor no comprendía. Pero, el rostro de la chica se vio congelado cuando en ella sintió la mirada de un hombre, que no le quitaba los ojos de encima, ella lo miró pensando que tal vez el hombre de traje negro sin un solo cabello en su cabeza dejaría de mirarla pero no fue así, él la miraba con unos ojos penetrantes e intimidantes, Lisa bajó su rostro para no sentirse incomoda y cuando intentó mirar disimuladamente si aquel hombre había dejado de mirarla notó que ahora no sólo él la miraba sino que otras dos modelos extranjeras la miraban de la misma manera.
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− Dios, me encanta éste color en mi − dijo Rosé mientras retocaba sus labios con un labial de un color rosa melocotón que resaltaba sus facciones.
Entre tanto Jisoo estaba cruzada de brazos recargada sobre un muro dentro del baño amplio y elegante con tonos ultravioletas.
− Rosa melocotón. − completó Jennie mientras extendía su cabello sobre sus hombros y se apreciaba en el espejo.
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EL DEMONIO DE NEÓN - JENLISA
FanfictionLalisa Manoban pronto es hechizada por ese mundo iluminado perpetuamente con luces de neón y seducida por la magia que las lentejuelas y el maquillaje conjuran, y no tarda en entregarse al demonio de la banalidad, y erigirse a sí misma como una dios...