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ALEXANDER

Mi día comenzó de la peor manera, amanecí de un horrible mal humor, mi cita de ayer fue un desastre, la mujer que se veía tan agradable en la mañana era todo menos eso, tenía una voz chillona e irritante; luego de acabar la noche como siempre dispuesto a retirarme, salto sobre mí exigiendo mi número de teléfono y mi dirección, diciendo cosas como que ahora era mi novia, y no sé qué más cosas locas pasaban por su cabeza, fue toda una odisea deshacerme de ella. Odiaba ese tipo de mujeres.

Bajando al estacionamiento de mi edificio me encuentre con mi coche esta averiado, después de más de media hora intentando encenderlo, el muy infeliz no quiso encender. Valla mañana, tuve que subir nuevamente al departamento lanzando improperios a diestra y siniestra para buscar las llaves de mi otro auto.

Tenía un desayuno con el gerente de Monsters, su empresa quería que manejáramos toda la publicidad a su nuevo producto, a las diez de la mañana era el desayuno y eran las nueve y cuarenta y aún no lograba llegar al lugar gracias al tráfico de mierda de esta ciudad.

El desayuno fue todo menos productivo, el gerente de la empresa quería que realizáramos el proyecto completo con un cuarenta porciento menos de inversión, cosa a la que obviamente me negué, eso nos dejaba con un margen de ganancia muy por debajo del estipulado en nuestra empresa y no me iba a arriesgar a perder el puesto por una mala negociación, al final decidí declinar su propuesta, no nos traía más que perdidas.

Llegue a la empresa para la hora del almuerzo, llegando a la oficina me encuentro con la Señorita Green, comiendo en su escritorio un sándwich, rodé los ojos con fastidio, esta mujer aun no entendía que había restaurantes alrededor de la empresa y que los escritorios de trabajo eran justamente para eso, para trabajar. Odiaba que los empleados comieran en sus puestos de trabajo, eso era muy mal visto por los demás, además que teníamos documentos importantes.

— ¿No sabe que no puede comer en el escritorio? — le dije arrebatándole el sándwich de la mano, era de mermelada de maní.

— ya le eh dicho que no coma en este lugar, para eso hay cafetería, o restaurantes — mientras le gritaba una gran gota de mermelada escurrió y fue a parar en la chaqueta de mi traje.

— Maldición — Exclame al ver la Mancha, la Señorita Green abrió sus ojos y empezó a temblar asustada, busco en su escritorio hasta que tomo un pañuelo para limpiar el saco haciendo la mancha más grande.

— Deje, lo está arruinando más — exclame quitándole el pañuelo de la mano al mismo tiempo que tiraba el asqueroso sándwich a la basura, quite mi saco y lo avente en su regazo — llévelo a limpiar, ¡para ya! — le grite mientras ella bajaba la mirada hacia la basura.

— Y dejé de comer esas porquerías en el escritorio, la próxima vez no seré tan benevolente y la despediré de inmediato — le dije antes de dar media vuelta y entrar a mi oficina.

A los pocos minutos ella entro con varios documentos en su mano, —señor, el señor Mathews quiere verlo en su oficina, y su saco estará listo en media hora, pedí un servicio express — me dijo al tiempo que me extendía los documentos, miré un poco su rostro, sus ojos se encontraban enrojecidos.

— Estos son los documentos que la empresa Monsters envió esta mañana, decían que querían manejar este nuevo proyecto en lugar que el proyecto que presentamos nosotros, imprimí todo y les dije que ese tipo de negociaciones se realizaban únicamente con usted – bueno, al menos era útil para algo

— Bien – le dije arrebatándole la carpeta de sus manos, — Dile a Mathews que en unos minutos voy a su oficina y espero que ese servicio express salga de su bolsillo ya que fue su culpa — le dije altanero, ella me dio una mirada extraña antes de retirarse.

Me tire en la silla de mi escritorio, nada me estaba saliendo bien este día, ¿Qué seguía? Una reprimenda de Mathews, me sobé las cienes antes de tomar la carpeta que me había entregado mi asistente y fui directo a la oficina de Mathews.

— Me llamo el presidente de Monsters — me dijo ni bien atravesé la puerta de su oficina — dice que fuiste muy duro con su gerente y que no llegaron a ningún acuerdo — siguió hablando mientras miraba por el ventanal de su oficina. — ¿es eso cierto? —

— Lo es señor, querían que hiciéramos la publicidad a un costo cuarenta por ciento menor que en el presupuesto que le entregamos — le expliqué — Además que querían exclusividad, si manejábamos sus productos no podríamos manejar ninguna otra empresa con productos similares y no es nada conveniente, nos deja muy por debajo del margen de ganancias que habíamos establecido en ese proyecto, le deje las cifras y todo lo que podemos ofrecerle — dije extendiendo la carpeta con su contraoferta.

— Hiciste bien, esa parte no la sabía – me dijo sonriente.

— Muy bien muchacho, esa vicepresidencia está cada vez más cerca de tus manos — exclamo, haciéndome sentir feliz, ya casi lo lograba.

— por cierto, recuerda llevar a hermosa prometida a la reunión de empleados, eh decidido cambiarla para el domingo, así tendremos un agradable día — dijo con una sonrisa, — es una gran oportunidad para conocer a la mujer que te cambio — exclamó y yo solo le sonreí. Ahora, ¿Qué mierda iba a hacer?

Me adentré a la oficina y me puse a ordenar todo, leer y releer proyectos, pensar que mujer me serviría como prometida, cuando unos golpes me sacaron de mi concentración.

— Adelante — di paso, mientras apoyaba mis codos en el escritorio para mirar a quien entraba.

— Señor Le Roux, acá esta su saco — me dijo mientras lo ponía en el perchero.

— Espero que haya quedado reluciente –

— El lugar al que lo lleve es uno de los mejores de la ciudad, si no quedo reluciente por los veinticinco dólares que costo me devuelvo ya mismo a hacer una queja –

— Eso le ayudara a recordar cuanto cuesta su desobediencia, espero no volver a verla comiendo en el escritorio –

— No, señor – tenia sus manos apretadas en puños a sus costados, — ¿Necesita algo más señor? – le hice un ademan con la mano para que se retirara de mi oficina.

Tal vez era la locura mas grande la que estaba pasando en este momento por mi cabeza, pero mientras la veía salir de mi oficina decidí hacer lo impensable, la señorita Green era una persona que nunca me atraería, con quien definitivamente no me metería, y nunca me la llevaría a la cama, ahí estaba mi solución, en ese momento lo decidí, ella seria mi prometida, utilizaría a la señorita Green para conseguir lo que deseaba, en ese momento supe que ella me daría ese puesto de vicepresidencia.

Sr. Le RouxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora