ALEXANDER
Entré a la oficina algo estresado, mi asistente era buena, pero prefería tener una rubia despampanante sirviéndome el café cada día, en lugar de esta mujer, pálida y sin gracia, Edward sen encontraba sentado en mi silla revisando algunos de mis documentos en mi escritorio como si fuese el suyo.
— Veo que te llevas muy bien con mi asistente — le dije, con algo de brusquedad en mi voz.
— sí, ¿por qué? ¿celoso? — me dijo con una ceja en alto y con diversión en su rostro.
— Para nada, sólo deja de distraerla de su trabajo, además tienes una hermosa mujer en tu casa, deja de coquetear — dije más calmado.
— Lo sé, Lexie es la mujer más hermosa del mundo y no estaba coqueteando, Nathi es una chica muy agradable — me dijo despreocupado. – si dejaras de dar ordenes como desgraciado y te dieras el tiempo de conocerla sabrías que es una bella persona –
- No me interesa conocerla, tengo cosas mas importantes que hacer que liarme con mi asistente, aparte, si fuera al menos bonita lo intentaría, pero, ¿la has observado bien? – Edward negó con la cabeza.
— ¿Para qué me mandaste a llamar? — me cuestionó desviando el tema
— Hablé con Mathews — le dije con fastidio en mi rostro, —Dice que me dejara la vicepresidencia, a cambio de que me casé, ¿puedes creerlo? Llevo tres años dejando las mayores ganancias a la empresa y puede que le dé el puesto a Jhonsson sólo porque está casado — dije frustrado, Edward se me quedó viendo serio, el sabia lo importante que era que yo llegara a ese puesto.
— Además, Dice que me da dos meses para casarme, y que este fin de semana quiere ver a mi supuesta prometida, ¿de dónde sacare una prometida?, sólo quiero el maldito puesto, no quiero seguir en gerencia, desde acá no puedo hacer nada de lo que necesito — Edward seguía mirándome desde su lugar en silencio.
— ¡YA SE! — gritó de la nada y me hizo dar un salto en mi lugar al tomarme por sorpresa.
— Que? — lo mire mientras el parecía querer decir algo — Habla —
— Porque no contratas una chica que se haga pasar por tu prometida, se cansan y cuando obtengas el puesto se divorcian — me dijo con una gran sonrisa.
Era una buena idea, contratar a alguien por al menos tres meses, luego seguiría con mi vida normal y con un mejor puesto de trabajo. La gente dirá ¿porque no me voy a otra empresa y ya? pero esta es la mejor empresa del país, además del legado de mis padres y con la mejor reputación a nivel mundial, necesitaba ese puesto.
¿Me quedé pensando un poco más en las palabras de Edward hasta que lo mire, — ¿Tienes alguna candidata en mente que pueda ayudarme con esta farsa? — pregunté intrigado.
— La verdad la única que se me viene a la mente es Nathi — me dijo serio y muy seguro de sus palabras.
— ¡Estás loco verdad! — dije ahogando un grito. — Debe ser una locura, ya la viste, esa mujer no puede ni mirarme sin temblar como un ciervo recién nacido — debía ser una broma, una de muy mal gusto.
— Piénsalo, es el tipo de mujer que aceptaría Michael, buena en su trabajo, agradable y noble, una mujer respetable, nada que ver con las amiguitas con quienes se te ha visto, y por las que se generó aquel problema anteriormente — dijo serio, parecía meditar muy bien sus palabras.
Me quedé pensando, tenía razón, las chicas con las que salía eran modelos, mujeres hermosas y voluptuosas que siempre querían más, mujeres en busca de quien les brindará riquezas y joyas, y la mayoría sabía que conmigo era sólo una noche y adiós, algunas de ellas, que sabían que yo era un hombre de dinero se esforzaban en querer sacarme algunas cosas, o en tratar de conseguir mas de una noche, esas eran las que despachaba más rápido.
La razón por la que me inventé a "mi prometida" fue porque Mathews me encontró dos veces en menos de una semana con mujeres distintas, bueno de hecho fueron tres, una de ellas entrando un hotel.
Un mes después me dio un sermón de la clase de empresa que era y que mi imagen de mujeriego no iba con ella, me iba despedir hasta que le dije que me había enamorado de una gran mujer, que había cambiado mi vida y mi forma de pensar, y que pronto le pediría matrimonio, con eso su sonrisa se volvió enorme y me dio un aumento para prepararme para el gran día.
Fue una gran forma de aumentar mi fortuna y sacarme a Mathews de encima por un tiempo, bueno no tanto tiempo, siempre que tenia la oportunidad me preguntaba por mi supuesta prometida, era un fastidio.
Ahora estaba en una gran encrucijada, miré a Edward, — No, debe haber otra opción — dije seguro.
— Tu sólo Piénsalo, me parece lo mejor — dijo encogiéndose de hombros mientras se levantaba por fin de mi silla —Tengo mucho por hacer, ¿qué harás esta noche? — me pregunto mientras caminaba hacia la salida.
— Tengo una cita — dije sonriendo mientras recordaba la rubia de enormes pechos que conocí esta mañana camino al trabajo en el café cercano a mi casa.
— Bueno, Lexie quiere que pases a cenar por casa — me dijo, —Talvez quiera presentarte alguna de sus amigas de nuevo — me miro alzando sus cejas repetidamente.
— Lo pensare — le dije con una enorme sonrisa en mi rostro.
Cada que Lexie me presentaba una amiga, tenía fascinantes noches de sexo, todas hermosas modelos, curvas en los lugares justos, algunas muy operadas para mi gusto, pero solo era una noche, no necesitaba que fueran la perfección encarnada para un rato, solo que se supieran mover bien y ya.
Me despedí de mi amigo y me quedé pensando en la Señorita Green, no podía estar con ella, no era mi tipo, enumerando las cosas por las que definitivamente no sería mi tipo, muy delgada, muy ojerosa, muy pálida, muy temblorosa, no encontraba nada en ella que me llamara la atención. Un golpe en la puerta me saco de mis pensamientos.
— Adelante — di paso, y vi entrar a mi asistente, llevaba una falda negra q parecía de monja y un saco que parecía más una antigüedad y le quedaba unas dos tallas más grandes, estaba todo muy limpio, pero aun así me pregunté porque no compraba ropa mejor, ¿tan poco le pagaba la empresa?, no, acá los sueldos eran excelentes.
— Señor — su llamado me saco de mi revisión.
— ¿eso es todo? — le pregunté y rodé los ojos exasperado al ver que tropezó mientras se acercaba al escritorio a dejar los documentos, Mon Dieu!
— Señor Le Roux, la reserva de las ocho ya está lista, pedí la mesa de siempre, la secretaria del señor Monse dejó una carpeta para que la revisara — me dijo extendiéndome el documento — ¿se le ofrece algo más? —
Mire la hora en mi reloj, eran casi las seis de la tarde, muy cerca de la hora de salida, — tráigame un café — le pedí sin siquiera mirarla, la escuche salir y unos minutos mas tarde me encontraba degustando mi café mientras leía los documentos que Monse había dejado para mi.
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Cerca de las ocho salí de la oficina dispuesto a ir a mi cita, tenía el tiempo justo para llegar, pero no me importaba si esperaba unos minutos, después de todo, lo bueno se hace esperar.
Al salir de la oficina lo primero que divisé en mi campo de visión fue a la Señorita Green aún en su lugar, volví a revisar mi reloj, efectivamente su hora de salida había sido hace dos horas.
— ¿Qué hace aun en la oficina? — le pregunté, ella empezó a temblar y a balbucear cosas sin sentido hasta que grité.
— No entiendo si balbucea, hablé claro, ¿porque aún no se ha ido? — volví a preguntar.
— Es que no sabía si iba a necesitar algo más — dijo nerviosa.
— Valla a su casa Señorita Green y la próxima en lugar de quedarse acá como una estatua completamente muda pase a preguntarme si necesito algo más o debe retirarse, no sea inútil — era increíble esta mujer.
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Sr. Le Roux
RomanceAlexander Le Roux, un francés frio, arrogante y mujeriego, incapaz de pensar en algo más que no sea su venganza personal, acostumbrado a una vida de lujos y libertinaje, disfruta de su soltería hasta que el destino juega en su contra. Cuando se abre...