ALEXANDER.
El viaje estaba siendo una total pesadilla, pero lo que más me molestaba de él, era que no tenía tiempo suficiente para hablar con Nathalie.
Llevábamos sólo un día de viaje y el trabajo no paraba, era bueno para la compañía, pero nada bueno para mi esposa.
Edward me había estado enviando mensajes constantes acerca de la situación, las chicas se estaban arriesgando mientras el dirigía todo desde casa, sólo pude estar más tranquilo cuando me aviso que todo había salido bien.
Extrañaba a Nathalie, cada que quería escribirle o llamarla me ocupaba con papeleo de la nueva sede y eso me ponía de muy mal humor. A media semana en el restaurante donde nos reuníamos con los nuevos socios me encontré con Susan.
Susan era mi prima, no de sangre, pero nos habían criado como primos hasta que conocí a papá, después la visitaba algunas veces hasta que viajé a Nueva York, ahí perdimos todo contacto, ella estaba super feliz de verme, y yo igual, incluso paso algunas noches en el hotel conmigo, nos pusimos al día de esos años que estuvimos lejos.
Era una chica muy dulce, había trabajado como modelo, pero ahora estaba sin trabajo, le ofrecí venir conmigo a Nueva York, Lexie había salido de modelar, pero seguro tenía varios contactos.
Se enojo un poco cuando le conté acerca de mi matrimonio, y tenía razón, debí invitarla, pero en ese momento aún no estaba seguro de mis sentimientos por Nathalie, le asegure que la invitaría a la renovación de votos y le conté de mi plan para organizar la mejor boda en la playa, la vi un poco reacia al tema.
Los demás días se pasaron entre mucho trabajo y extrañar a mi dulce esposa, al llegar no pensaba soltarla para nada.
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La actitud de Nathalie y Susan al conocerse no fue lo más agradable del mundo, pero estaba seguro que se iban a llevar muy bien cuando se conocieran mejor, después de todo Nathalie era la mujer más dulce que existía.
— Cuando lleguemos le pediré a Roxanne que prepare una habitación para ti — le hable a Susan, Nathalie me miro un poco confundida. — Olvide decírtelo amor, invite a Susan a quedarse una temporada con nosotros — la vi hacer una mueca desagradable, esta no era mi Nathalie.
— Como tú quieras amor, después de todo es tu casa — Fruncí el ceño al escuchar su oración.
— Nuestra, y de nuestros futuros hijos — me dio una media sonrisa y siguió conduciendo.
Al llegar a casa baje rápidamente del auto, ayude a bajar a Susan y cuando fui por Nathalie ella ya había bajado, la notaba un poco extraña, saque las maletas y nos adentramos en casa.
—Ah Alexander— el grito de Susan me hizo saltar en ni lugar.
—¿Qué sucede? — la vi señalar con su mano, seguí con la mirada que señalaba y vi la bola de pelos. —¿Qué pasa? —
— Sabes que odio los gatos, son asquerosos, sácalo de la casa por favor — no sabía que no le gustaban los gatos, de hecho, estaba seguro que en su casa cuando jugábamos juntos había un par de gatos.
— Crêpe es parte de la familia, no va a ir a ningún lado — escuche decir a Nathalie atrás de nosotros.
— Amor, podemos llevar a Crêpe al departamento e ir a ponerle comida a diario, ¿no te parece? —
— ¡Claro que no! ¿Qué demonios pasa por tu cabeza Alexander? —esto se me iba a salir de las manos.
Fui hasta la cocina a buscar a la nana, estaba seguro que preparaba la cena, ya casi anochecía. — Nana, podrías alistar una habitación para Susan por favor — la nana me miro frunciendo el ceño.
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Sr. Le Roux
RomanceAlexander Le Roux, un francés frio, arrogante y mujeriego, incapaz de pensar en algo más que no sea su venganza personal, acostumbrado a una vida de lujos y libertinaje, disfruta de su soltería hasta que el destino juega en su contra. Cuando se abre...