CAPITULO 16

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Parecía flotar en una atmosfera terrorífica a pesar de la luz tenue y el aroma a vainilla de la noche. Un siseo recorrió mi cuello y un fuerte punzón en mi corazón me obligaba a seguir caminando a pesar de que mis piernas se negaban a continuar. Esa sensación de tristeza que ya formaba parte de mi se hizo presente en cada latido tirado con fuerza desde el interior, esa melancolía que sentí en el monasterio recién haber abandonado Avonts, eso mismo sentí.

Llegue hasta donde estaba Víctor en el suelo, sosteniendo su pecho con fuerza y con la otra tocando mis pies, rogando que huyera. Un mar de lagrimas corría por mi rostro cabizbajo, quería inclinarme hacía él pero no podía, mi cuerpo no obedecía del todo.

Sin atreverme a levantar la cabeza ni la mirada permanecí frente al invitado hundida en un terror profundo. Mis manos temblaban y todo mi cuerpo estaba a punto de entrar en shock, esa espantosa sensación de nuevo.

Un suspiro llego hasta mis oídos, suspiro de una voz suave pero potente y profunda. Sin atreverme a verle frente a frente me mantuve clavada en mi lugar sin moverme, mis lagrimas mojaban mi rostro, mi ropa y la mano de Víctor que seguía tocando mis pies con poca fuerza.

—La fe —escuché su voz tranquila y profética —. La fe, la gloriosa fe —continuó frente a mi —, fiel creyente de algo que no puedes ver.

Estaba paralizada sintiendo como mi sangre corría con frenética furia al escuchar esa voz tan penetrante y profunda, como si el mismo océano desde las profundidades hablara.

—Vaya, pero que delicia —susurró aquel personaje clavando su vista diabólica hacia donde estaba, lo podía sentir —¿todo esto es por ella? —meneando una muñeca noté lo grande que eran sus extremidades —, una hija de Eva con ese poder en la sangre, esa oscuridad tan profunda donde puedes olvidar y callar todo a tu alrededor.

Se movió ligeramente sobre su asiento soltando una briza embriagante y seductora.

—Sois hermosa —dijo con voz tenue —, una flor recién arrancada del Edén. ¿Alguna vez te a contado mi hijo cómo se ve el Edén sin siquiera entrar? —preguntó con solemnidad.

No me atreví a responder, simplemente no podía, seguía aterrada.

—Bueno, es simple —aclaró —. A lo lejos, querubines resguardando lo prohibido de la luz que nos fue negada, vos sois aquella luz, peligrosa —apostilló como si agitara su muñeca —. Paradisíaco lugar oculto para nosotros —se detuvo para observarme mejor —. Voltea a verme dulce niña —suavizó su tono al grado de sonar paternal —, dulce flor prohibida.

Por inercia, volteé a ver a Víctor y Askar que seguían en el suelo luchando con un dolor imaginario.

Trague saliva y poco a poco levante el rostro para verlo de frente. Estaba sentado cruzado de piernas con un elegante traje blanco hueso y unos zapatos negros de diseñador combinando a la perfección su outfit; una camisa desabotonada hasta la mitad de su pecho del mismo color del pantalón remangada hasta los codos. Unos prominentes tatuajes sobresalían de sus muñecas hasta donde me permitió ver su camisa, tatuajes indescifrables por todos sus brazos, pecho y pies, solo su rostro estaba inmaculado; una exquisita e insigne quijada afilaba su rostro junto a una nariz idéntica a la de Víctor, unos ojos topacio profundos y lúgubres estaban clavados en los míos, llenándome de incertidumbre y miedo a caer en ese abismo infernal. Su cabello bien peinado hacia atrás de color oscuro resaltaba su blancura de manera fantasmal, era hermosamente terrorífico.

Una sonrisa se torció en su rostro al ver mi expresión asustada mostrándome unos colmillos difíciles de esconder. Como me había contado Víctor, era más alto e imponente que él, parecían casi de la misma edad, eso me sorprendió mucho, pero no deje de verlo con temor.

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⏰ Última actualización: Aug 31, 2021 ⏰

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Lo Oscuro de mi SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora