Un lugar donde sentirse humano.

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(Chuuya 22 años)
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Si tuviera que elegir un lugar donde permanecer toda mi vida, sin duda, sería aquí. Contigo.

Para siempre.

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El ruido de mis zapatos contra las frías baldosas de la Port Mafia rompían el silencio de la última planta de la sede.

Camino a paso lento, con las manos en los bolsillos y la cabeza alta. En mi rostro se dibuja una expresión seria, neutra, fría.

Uno tiene que hacer de todo para ocultar los nervios y para callar a su corazón desbocado que late en el pecho.

Intento despejar mi mente, mantenerla serena y tranquila, pero es prácticamente imposible, los recuerdos de hace tres meses, en aquella habitación se agolpan en mi mente.

Ahh~

Mis gemidos de esa noche resuenan en mi mente.

Chu-chuuya~

Ese maldito bastardo no sale de mi mente, incluso en momentos como este.

Paro de caminar y me apoyo en la pared para calmar el calor que inunda mi cuerpo.

Desabrocho los primeros botones de mi camisa y respiro hondo intentando calmar los nervios, ahora mucho más visibles que antes.

- Joder, no puedo dejar que nadie me vea así -Digo mientras camino hacia un baño ubicado a varios metros a la izquierda de mi en el otro lado del pasillo.

Entro con paso rápido y dando un portazo. Activando mi habilidad, bloqueo la puerta, asegurándome de que nadie vaya a entrar.

Me quito el sombrero y la americana rápidamente y los dejo encima de la puerta de un baño, finalmente desabrocho del todo mi camisa dejando mi pecho desnudo.

Apoyo las manos sobre las baldas que se encuentran debajo del espejo y me detengo a mirarme.

Rojo como un tomate, sudoroso y visiblemente excitado. Doy puta vergüenza ajena.

- Joder, Chuuya. Debería darte vergüenza -Digo a mi mismo mientras me lavo la cara. -No puedes dejar que ese imbécil te afecte así.

Vuelvo a mirame al espejo, las imágenes no cesan. No puedo pararlas. O igual, no quiero

Igual no puedo porque son lo único que me queda de el, esos fotogramas que pasan rápidamente, sin control por mi mente.

Su lengua trazando una ruta por todo mi cuerpo, el sudor que desprendía debido a la fricción de los cuerpos, su voz, sus actos dominantes, sus manos sujetando las mías encima de mi cabeza para demostrar que era el quien tenía el control. Y para demostrar, que era yo quien estaba sometido como cada noche.

Esas sensaciones, esos escalofríos que recorren mi cuerpo, esa soledad que siento cada noche. Todo eso, es lo último que me queda de el, todo ello demuestra que todavía no lo he olvidado. Ni creo que lo pueda llegar a olvidar nunca.

- Tienes que ser más fuerte que esto.

Con esas palabras recitadas en voz alta frente al espejo, me visto y salgo del baño hacia la oficina del jefe.

- Joder joder joder

Digo en voz baja y apresurando mi paso al darme cuenta de que llego tarde.

A ese ritmo, tardo menos de un minuto en llegar a la gran puerta que guardaba la oficina del líder de la Port Mafia. Me detengo unos segundos, tomo un par de bocanadas de aire lentamente para tranquilizarme y, finalmente entro.

Un lugar donde sentirse humano/ Soukoku Donde viven las historias. Descúbrelo ahora