Un lugar donde sentirse humano/ Soukoku

Chuuya (22 años)

En un mundo de caos y monotonía, apareciste para romper los esquemas e irrumpir en mi vida sin previo aviso.
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Finalmente, aquella noche entendí varias cosas: lo primero, que el sentía el mismo remordimiento que yo y la segunda, que para calmar nuestro dolor, necesitábamos al otro desesperadamente.

Porque daba igual cuanto daño me hubiera hecho, yo junté nuestros labios esa noche sabiendo que mordía la manzana prohibida, sabiendo que eso solo traería problemas.

Y aún sabiendo todo eso me entregué a el una vez acabado ese abrazo, me entregué al castaño aún sabiendo que habría consecuencias, me entregué a Dazai para paliar mi dolor.

Y puede que fuera una mala idea, si, puede que lo fuera, pero en ese momento, ninguno podía pensar en eso, solo nos teníamos a nosotros y a la oscura noche de Yokohama, que, como un buen amigo, cubría nuestro secreto.

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Tres semanas después

Hacía rato que yo me había despertado. Hacía rato que estaba sumido en mis pensamientos. Y ya hacía rato que pensaba en las consecuencias que acostarse con tu ex-compañero traería.

En efecto, por tercera vez en esa semana, el castaño dormía a mi lado, agarrando mi cintura por la espalda.
Su respiración tranquila y acompasada señalaban que dormía profundamente y que no tenía planeado despertarse pronto. No me hace falta girarme a verlo, después de tantos en la mafia, había aprendido a distinguir sus mentiras y sus falsos intentos de parecer dormido y este, sin lugar a dudas, no era un intento.

Ambos estábamos desnudos de cintura para arriba. Abrazados, sin ningún tipo de vergüenza. Habíamos aprendido a esconder nuestro secreto de nuestros compañeros, a parecer extraños en la calle. Nadie puede enterarse de que esa máscara de odio, cae en cuanto nos vemos y cambia por besos desesperados.

Pero cada vez era más difícil mantener esa máscara intacta. El otro día Akutagawa-Kun me preguntó por una sospechosa marca morada en mi cuello, un trozo de la máscara cayó en ese momento, trozo, que intenté volver a pegar aprendiendo maquillaje para tapar esas "marcas". Otro día, Dazai me contó que Atsushi-Kun le había preguntado que quien era esa persona que vio entrando en su apartamento con él. Otro trozo cae, trozo que reparamos y ahora el viene a mi apartamento para encontrarnos.

Podemos reparar una y mil veces la máscara, podemos mentir y engañar, podemos negarnos otro millón de veces, pero al final del día es agotador.
Es agotador mirar atrás cada vez que tiene que entrar en mi apartamento.
Es agotador esconder al castaño cada vez que alguien toca mi puerta.
Es agotador reprimir los gritos de placer cada vez que estamos juntos para que los vecinos no averigüen que no provienen de un chico y una chica, sino de dos chicos.
Y sobretodo, es agotador fingir que somos extraños cuando la luz del sol se cuela por las ventanas y nos toca ponernos esa agrietada máscara otra vez.

-Chuuya -Su voz ronca me saca de mis pensamientos- ¿Cuanto llevas despierto?

- ¿Cómo sabías que no dormía?

- Te conozco

- Supongo

Aparta su brazo de mi cadera y se endereza con un movimiento ágil. Todavía puedo notar sus profundos ojos castaños sobre mí.

- Chuuya

Otra vez mi nombre sale de su boca haciendo de mi enderece, dándome la vuelta y lo mire.

- ¿Qué ha pasado? -Sus ojos expresan preocupación

- ¿Cuando creés que se darán cuenta?

- Eh.? ¿A que te refieres?