EXTRA

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Gracias por ayudarme a
descubrir,
que la eternidad existe,
porque ¿sabes?,
la eternidad es el espacio donde se,
juntan el sol, el cielo, el mar y tú.

Ojitos mieles, cuando me miras,
siento que me amas tanto
como yo,
siempre me cuentan su ternura,
me regalan su eterno amor.

Mis ojitos mieles son la
prueba,
de que en verdad existe
Dios,
en ellos se ve su reflejo,
calman mi llanto y mi
rencor.

Porque cuando me miran,
todas estas ilusiones, se
quedan en ti.
Juro que no te faltaría,
ni siquiera con un beso
infiel,
porque si tus ojitos se
cierran,
juro me muero yo también.

Mis ojitos mieles son tan
sólo,
lo que Dios pensó hacer
para mí,
contigo no hace falta nada,
tan sólo vivo para ti.
*****

[1]

Vivo un en sueño dividino, ¿Quién diría?. Jamás hubiera imaginado ser completamente Feliz, jamás hubiera pensado tener una hermosa familia y sentirme tan amada, tan libre. Éste era más que mi sueño hecho realidad, esto era vivir en el mismísimo paraíso; acompañada de mí hermosa dama de ojos mieles, mi señora.

Me estiré un poco entre aquellas sábanas de seda que cubrían mi cuerpo desnudo, di un gran bostezo y volteé pa' mirar a mi mujer.

Ella aún dormida boca abajo, con su cabello alborotado., «Que preciosa es», suspiré, volviendo a ella pa' dejar un par de besitos sobre su hombro desnudo.

-Dani... -murmuré su nombre, mientras acariciaba sus mejillas -Que guapa eres... -susurré mirando sus facciones relajadas; sus cejas tan preciosas, sus largas pestañas, su nariz, sus labios entreabiertos y aún hinchados por la noche tan larga. De pronto, recordé aquella preciosa noche en la que la conocí, aquella vez que la miré a los ojos la primera vez. Que hermosa era, y lo siguia siendo -Te amo... -murmuré antes de levantarme un poco, y mirar aquellas cicatrices en su espalda; cicatrices que llevaban recuerdos de sus horribles días en la Habana.

Aún recuerdo la primera noche después de su regreso, recuerdo haber visto su espalda cubiertas de cicatrices por el castigo que había recibido en aquel lugar por culpa mía. Recuerdo haber llorado tanto aquella noche, recuerdo haberle pedido perdón, y también... Recuerdo haberle curado con actos de mí amor.

Volví a ella, y comencé a dejar pequeños y suaves besos sobre aquellas cicatrices, despuecito me abracé a ella y continué observando su rostro, y dejando besos en él.

-Bueno días... -murmuró con su voz ronca, y vi como abría sus ojitos claros; ese era mi momento favorito en el día -Hey... -volvió hablar, pasando sus manos empuñadas por sus ojos, y yo me había quedado bobita por ella -Amo despertar de esta manera -dejé un pequeño beso en su labio inferior, después volví abrazarme a ella.

-Buen día, mi hermosa señora -contesté acariciando su espalda -Y... Yo también amo despertar así, cerquitita de ti, juntitas las dos -tomé su mano para enlazarla con la mía.

-¿Ya llamaste a los niños? -preguntó mientras dejaba pequeños besos sobre mí cuello.

- No... -respondí recordando la conversación que había tenido con nuestro hijo -Anoche dijo Efraín que iban a salir de New York esta mañana con Elena y Carlos -murmuré dejando un beso en su sien.

-Apenas llevamos unos días pero los echo mucho de menos ¿Sabes? -sonreí al escucharla, pues yo también extrañaba a mis hijos.

-Yo también -contesté suspirando -Pero ya vienen con nosotros -asintió con una sonrisa.

HAVANA [Caché]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora