Capítulo X: La nueva Anabelle

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_Necesito que… que-vaciló un momento. Se veía realmente  nervioso. Empecé a sudar- que finjas ser la madre de Grazia y pues mi... esposa.

¡¡Queee, queeeeeeeee!! Mi inconsciente se desmayó. ¿Era esto posible? Yo Armonía debía fingir ser la esposa del hombre al cual trato de olvidar.  Mi semblante seguramente estaba tan turbado como mi cerebro y Alessandro lo notó abriendo aún más los ojos y frotándose las manos con aire preocupado, volvió a aclarar su garganta y nuevamente continuó su discurso.

_veras Nía-dijo mirándome. Hipnotizándome- el señor Fisher es uno de nuestros inversionistas más viejos, era amigo íntimo de mi padre, al igual que él es cuadriculado y chapado a la antigua. Pone reglas raras, sé que esto no está en el contrato y después de todo lo que ha acontecido no espero que aceptes. Pero ten presente que lo harías por Grachi no por mí, dependemos en gran parte del capital del señor Fisher y luego de que perdimos al señor Jones no nos podemos dar el lujo de estropearlo con el también.

Alessandro se calló de golpe, intuyo que por el semblante que mostraba, si bien mi inconsciente estaba bailando de felicidad alguna parte de mi cerebro escudriñaba con recelo toda la situación.

_ ¿Porque yo exactamente? –escupí con curiosidad.

_ ¿has visto la manera en que Grazia te hace caso? –Respondió con una risa- de verdad no encuentro mujer más idónea para ese papel, demás solo pretenderás ser su madre...

_y su esposa-le interrumpí nerviosa- mire señor D’Arce, por Grazia yo hago lo que sea, pero no estoy muy segura eso de ser su esposa de verdad me aterra. ¿no puede usted simplemente decir la verdad?.

_No Armonía-dijo un poco desesperado- veras, es algo muy complejo, él no sabe lo de Anabelle, de hecho ni siquiera...

_ ¿Anabelle?-pregunté interrumpiéndolo de nuevo

 ¿Quién carajos era ella? Por qué había tanto misterio en su voz y había cambiado de semblante. Mi sentido agudo de madrina me dijo que lago feo se cocía con respecto a ella. Alessandro estaba muy serio, con un semblante sombrío. Se me helo la piel.

_Ella era la madre de Grazia y mi esposa.

¡Santa mierda! Hubo un silencio mortal entre los dos, el miraba sus manos con la misma mirada tortuosa que aquella noche mientras intentó fallidamente besarme. A mí se me achicharro el corazón. ¿Que era esto? ¿Por qué me dolía tanto su dolor? Respire hondo parpadeando varias veces mientras intentaba disipar todo ese amacizo de preguntas.

_Entonces ¿por qué no le cuenta la verdad?-pregunte con un hilo de voz- no hay nada que genere más indulgencia que la muerte.

_Es que es más complicado que eso-dijo, mirándome a los ojos. Yo solo quería salir corriendo y abrazarle esa mirada melancólica.

_pero si no me explica no podré entender y no lo podré ayudar –dije tiernamente mientras intentaba ahogar una risita nerviosa.

_Ella murió-comenzó su discurso y bajo sus ojos de los míos instalándolos en el lago frente a nosotros- de una manera triste, vergonzosa... todos estos años... tanto silencio –prosiguió diciendo con la voz entre cortada. Suspiró y aclaró su garganta-  Es algo que no comprenderías, me odiarías si supieras la verdad y no creo que pueda con eso.

Un frio helado recorrió mi cuerpo, su tristeza y turbación se habían esparcido por el lugar, sentí miedo, ¿sería el un asesino en serie? ¿Qué habría pasado con la señora D’Arce que le causase tanta vergüenza?

_Por favor Nía-continuó interrumpiendo mis pensamientos mientras tomaba mi mano- te necesito.

¡Había caído! ¿Tenía que ser tan misteriosa y desbordantemente sexy Alessandro? ¿por qué es tan cruel usando  su arsenal de encantos conmigo? No me resistí y asentí con la cabeza.

Un Cuarto para las 12.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora