Capítulo XI. Fisher- Levrino

352 17 2
                                    

Alessandro me miro con un brillo extraño en sus ojos, uno que nunca había visto y me estaba helando la sangre. ¡¿Podría alguien de una buena vez decir algo?! Mi subconsciente estaba al borde del colapso nervioso. Suspiré.

_Nía-dijo por fin sin quitarme la vista de encima- estas… he…muy… hermosa.

¡Dijo que estaba hermosa! ¡Dijo que estaba hermosa! Cantaba mi subconsciente dando salticos como niña pequeña mientras que la otra parte de mi estaba tana avergonzada que quería meter la cabeza en la tierra como avestruz.

_ ¡Wow! –Exclamo Grazia mientras me abrazaba- ¡me encanta que seas mi mamá!

Enternecí. ¿Podía ser más tierna? Creo que mi semblante se puso color tomate, bueno, mucho más de lo que anteriormente estaba.

_Princesa-dijo tiernamente Alessandro mientras alejaba a Grachi de mi regazo- no molestes a Armonía, anda con tus tías y Donni a ver la ropa nueva que también hay para ti.

¡Ahí está el amargado y meticuloso Alessandro D’Arce de 40 años! Le dedique una mirada grave mientras me agache para dirigirme a la niña que a unos centímetros míos hacia pucheros de decepción.

_Tu sabes que nunca molestas –dije mientras le picaba un ojo- ahora ándate con las chicas que yo las alcanzo luego para que me modeles todos tus vestidos.

La niña asintió varias veces con alegría y salió de la mano de Stevanah. De nuevo incorporada vi en la cara del sr. D’Arce una risa burlona.

_Cada día me asombras más mujer-dijo con una media sonrisa que me dejo sin respiración aun cuando no me gustaba que me llamase mujer, o sea ¿el que se cree?

_ya sabe usted lo que dicen por ahí –replique sacando todo lo Drew Barrymore que había en mi- no se puede juzgar a un libro por su portada.

_Ni siquiera por su sinopsis-continuó mi frase.

_ ¡Exactamente!-agregue divertida- ¿En qué momento comienza mi adiestramiento financiero señor? No quiero meter la pata.

_En cuanto usted señorita-Dijo pasando su mano por el cierre del lado derecho del vestido- se quite este artefacto de distracción.

Me quede muda, iban y venían miles de corrientazos a lo largo de la línea cruzada por su dedo, comencé a hiperventilar, algo se movió desde mi ombligo hasta mi ingle y de regreso. No di tiempo de emitir palabra y a volandas regrese al armario donde reclinada aún en su puerta cerrada y encontrándome en completa soledad me deshice en un mar de suspiros. ¿Qué era esto? ¿Por qué ese hombre podía generar tantos sentimientos encontrados a la vez? ¿y que con eso de que mi vestido era un elemento distractor? ¿Sería acaso por el color o tendría algo que ver el intento de Sofía Vergara a la que me parecía en él? Me sonrojé más aún.

Luego de haberme recuperado emocionalmente de lo anterior y hallándome ya vestida con la ropa del Picnic me encaminé hacia el despacho de Alessandro con el alivio de no verlo sentado esperándome frente al armario como la última vez, eso me daba tiempo de pensar y recomponer aún más mi semblante anteriormente turbado.

_ ¿Lista?-dijo una vez cerré la puerta tras de mí.

_Algo así-respondí sincera- la verdad estoy nerviosa.

_si, lo noté en el armario-dijo con picardía en los ojos mientras me sentaba.

No puede hacer más que lanzar una risa ahogada y esperar con ansias que prosiguiera. Entonces se paró de su silla, volviendo a ser inesperado, con su portátil en la mano se ubicó a mi lado, en la otra silla acolchada y coloco el Mac en la mesa para que los pudiéramos visualizar algunas estadísticas.

Un Cuarto para las 12.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora