CapítuloII: Cotsworlds

520 15 3
                                    

En el salón antes atiborrado estaba ya vacio, solo quedábamos Fedra (que me antecedía en la fila) Viola, yo y un tarro vacio de miel con 2 rutilantes Luccioles.

_ya que son las últimas dos, acérquense y que la Lucciole más veloz sea la que elija-dijo Viola alzando el tarro de miel hasta sus ojos-

Me puse nerviosa inmediatamente, nunca he caído mucha suerte y no soy competencia frente a las perfectas facciones de Fedra y aunque esto no es un concurso de belleza no veo otro criterio para elegir, estas haditas no pueden ver auras, no sienten vibraciones espirituales, solo pueden emitir luz de sus cuerpecitos miniatura y poseen una memoria envidiable, así que si era de escoger no sería yo la escogida y me tocaría entonces la Lucciole defectuosa pues no había sido lo suficiente veloz para salir a tiempo del recipiente, ya me comenzaba a imaginar el tipo de perezosa Lucciole que sería mi mensajera y el tipo de  misión que me encomendaría.

_ ¿Armonía estas prestando atención a lo que te dije? –Imperó Viola iracunda al ver que de nuevo me perdí en mis pensamientos-

Le dedique un par de ojitos de perrito que muy bien sé hacer y siempre funcionan, ella rio y volvió a explicarnos que después de que se la Lucciole nos escogiera, en nuestro odio susurraría un nombre y junto a nosotras saldría a buscar en la base de datos todo el resto de datos necesarios para logar encontrarnos, además nos dirían la misión que tenemos que realizar antes de 3 meses.

_ ¿y si no logramos cumplirla?-pregunté-

_ pues no obtienes la licencia y el consejo no te permitirá ejercer como hada madrina-respondió autosuficiente Fedra, como si eso tuviera ya que saberlo-

Viola entendió mi mirada e intento cambiar el rumbo de la conversación, Fedra es como mi hermana pero a veces se le suben los sumos a la cabeza, está bien que sea la mejor aprendiz y que ocupe siempre el primer lugar y todo eso, pero eso no le da derecho para hacernos sentir como inútiles, incluso a mi; Deje de lado la autosuficiencia de mi amiga para acercarme al tarro de miel. Me sudaban las manos y cuando Viola destapo el recipiente las dos Luccioles restantes salieron  disparadas, la primera en salir  busco al hada más cercana, la cual no era yo, así que como lo había pronosticado Fedra se había quedado con la Lucciole más rápida, esta vez por azar.

Cuando la última lucecita andante se poso en mi oído me susurró algo casi inaudible, por lo tanto pedí repetición del dichoso nombre a lo cual respondió de la misma manera: inentendiblemente.

_Lucciole, por favor, habla más claro que no entiendo, pronto cerrarán la base de datos- dije rayando en la desesperación, pues todas mis compañeras ya habían pasado al salón de al lado y la mayoría ya debía saber cuál era su misión.

Se acercó a mi nariz la pequeña lucecita y se situó en un lugar donde podía verla a cabalidad, era tan pequeña como una mota de polvo, toda reluciente, llevaba puesto un diminuto vestidito azul que combinaba perfectamente con sus diminutas alas celeste y su cabello negro como la noche, ella hizo una mueca en la cara –al menos eso fue lo que pude interpretar- y gritó: “Grazia D’Arce”. Esboce  una sonrisa amplia, al fin sabía el nombre de min  ahijada, y a decir verdad un nombre bastante fuera de lo común, pobre niña ¡Grazia! ¿A quién se le ocurre ponerle así a su hija? Pobre  con razón necesita un hada madrina, de seguro es una cuarentona desempleada, gorda y sin marido pensé, cruzando los dedos para que no fuera así y mi tarea fuese más sencilla.

Llegamos al salón contiguo, en el cual solo quedaban Viola y Fedra buscando en la base de datos, al parecer el resto de mis compañeras esperaban el resto de instrucciones en algún lugar de la fortaleza  que se usa como conclave para el consejo de las hadas. La base de datos no era nada ultra tecnológico como se deben estar imaginando, es bastante precario: existe una central que detecta las necesidades de las personas que creen, pues como ya sabrán y aunque suene a cliché solo quien tenga fe en la magia podrá verla realmente, debe albergar en su interior así sea un pequeño grano de esperanza, entonces esa central envía en una especie de libros los nombres, direcciones y misión de cada uno de los ahijados, están ordenados por orden alfabético o por necesidades dependiendo del humor del hada de la central, así que ay se imaginaran la ardua tarea que puede ser encontrarlo, sin embargo encontrar a Grazia fue muy fácil, busque en el libro donde estaban archivados todos los nombres que empezaran por G y D’Arce  es un apellido fácil de localizar, entonces  antes que la misma Fedra encontrara a su ahijada o ahijado yo ya estaba  en el lobby de la fortaleza reunida con mi resto de compañeras.

Un Cuarto para las 12.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora