Capítulo XIX: Confesiones

296 12 8
                                    

Ahí estaba yo, teniendo un vívido ataque de pánico. A punto de confesarle la verdad a Alessandro aún sin saber que me diría el, ni como reaccionaria, PERO con la certeza de que me ama. ¡¿Se lo habrían imaginado antes?! ¡Alessandro D’Arce enamorado de mí! Creo que ese sentimiento fue el que me impulso a decirlo todo, eso y el hecho de que sostenía entre sus manos las mías, como atándome a él. Conectándonos. Dándome una fuerza imperceptible.

­_No soy una persona normal –Comencé tras un suspiro, con la mirada perdida en el verde líquido de sus ojos- Nací en un mundo diferente, con reglas diferentes y costumbres ciertamente diferentes. Soy un Hada Madrina.

El hombre frente a mí me miro impasible. Yo estaba hecha un mar de nervios esperando que por lo menos una mueca de asombro asomara a su nariz, pero nada apareció. Una sonrisa tierna surco su rostro dejándome confundida.

_Mi misión de graduación, es decir, la misión en cual se evaluarían todas las habilidades  de había aprendido  a lo largo de mis tortuosos 4 años de estudios superiores en ayudantía y menesteres de las madrina consistía en hacer feliz a Grazia.

_¿A mi hija? –dijo con expresión asombrada.

_Sí –Asentí- me costó dar en el blanco de su tristeza Ally.

_¿mi hija triste? –se llevó la mano libre a la boca y se sentó  abatido en el verde pasto que rodeaba el lago. Me senté junto a él.

_ jamás imaginé que mi bebé pudiese estar así. ¿Qué hice mal?

_Tú no has hecho nada mal –trate de suavizarlo pasando una de mis manos entre sus cabellos- ella solo necesitaba el amor de una mamá. Hay cosas que no se pueden reemplazar.

_Yo intenté todo Nía, pero ella y yo nunca coincidíamos en gustos. Hasta ahora –dijo y beso tierna mente mis labios haciendo difícil poder concentrarme, ¡quería devorarme su boca en ese instante!

Con dificultad tortuosa me separé de Alessandro para poder proseguir, me urgía saber que pensaba él de todo lo que le había contado. Le pregunté.

_Fue difícil entenderlo –respondió luego de formulada la pregunta- Viola y Donni me lo explicaron luego de despedirte, pero al llevar al aeropuerto a los Fisher  y a los Levrino comprendí, viendo el amor en sus dos etapas,  que la vida no me iba a regalar el privilegio de conocer a alguien como tú nunca más–rozo suavemente mi mejilla haciendo que todo los vellos de mi cuerpo se erizaran- que nunca sería feliz al lado de nadie más. Así que dejé todos los prejuicios que encerraban el asunto y me decidí a optar por ti.

Sus ojos eran inmensos en ese momento, juro que todo el cielo se hubiese podido concentrar en esa mirada. Me derretí en un largo suspiro, sentía el corazón latiendo con fuerza, como si quisiese salir de mi pecho. Supe que era amor.

_¿Que vamos a hacer con todo esto? –dije mientras llevaba su mano a mi pecho, dejándole sentir la baile sonoro de mi corazón.

Alessandro me miro, sonrió y nuevamente me beso, tierna y dulcemente, como solo él sabe hacerlo.

***

_¡¿Cómo así que te casas?! –Gritó Donatella asombrada-

Stevanah hizo caso omiso al comentario anterior de su madre, estaba extremadamente feliz, su novio Myung-Moo se había por fin decidido a dar el paso y viajaba mañana para conocer a la familia.

_¡Por fin voy a conocer al famoso Moo! –dijo emocionada Jhanell.

_¿A caso es que  no pensabas contarme jovencita?

_Te estoy contando madre  -resolló la menor de las gemelas D’Arce- no quería hacer las cosas oficiales hasta que fueran verdaderamente oficiales.

Un Cuarto para las 12.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora