5. Mérida

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2 de Febrero.

Mirando su celular, deslizó la opción de apagar el despertador. Sentía la brisa deslizándose entre sus piernas a medida que bajaba las mantas de su cuerpo, en menos de lo previsto tomó una gorra y salió rápidamente cerrando la puerta tras de sí.

Hoy no hay muchos por aquí.

Mientras el viento golpeaba su rostro, cruzaba la calle vacía, como si el tiempo fuera un concepto que nadie había descubierto aún, sintiendo como cada músculo recorría con cuidado su curso, yendo y viniendo, pisando fuerte, la misma acción que le provocaba tanta tranquilidad, giraba a la siguiente calle, sin pretender ir más rápido o pisar fuerte, no era una competencia.

Es libertad.

E inevitable, como si no hubiese pasado, ya estaba en a la cafetería, con las rejas levantadas, señalando que los primeros empleados habían llegado.
Ingresó y anotó su hora de entrada. 7:13 am.
Cambio a su uniforme.

Faltan cinco días para la paga.

Recibe el dinero, entrega el ticket.

Faltan cinco días para la paga.

Recibe el dinero, entrega el ticket.

Faltan cinco días para la paga.

Recibe el dinero, entrega el ticket.

Faltan cinco días.

--- Serían tres cientos cincuenta y och-a-achoo!
--- Salud, tome.
--- Gracias. --- Tomó los billetes y deslizó el cambio correspondiente de la caja mientras acomodaba el dinero recibido en su lugar.--- Aquí tiene.--- Presionó la tecla de entrada de la computadora que rapidamente envió a imprimir dos tickets desglosables juntos, arrancándolos y entregándole uno de estos al cliente junto a su cambio.--- Puede esperar a que le llamen en el lugar de recojo. Muchas gracias. Siguiente por favor.

--- Deberías usar otra mascarilla.---Volteo al escuchar la voz de un hombre tras suyo.
--- Señor González. Buenos días.--- Le dio una sonrisa cordial, a lo que iba a mi bolso de mano bajo el mostrador y sacaba una mascarilla desechable para desempaquetarla y cubrir su rostro, la suave tela abarcando lo que tenía que mantener, ahora solo dejando a la vista sus ojos, debajo de ese gorro de baseball, con el logo de la cafetería.

El joven solo río.

--- Así que andás preparada para todo, jaja, justo iba a mandarte a vos para el almacén por una caja de esas para la cocina y que tomés una.
--- No hay problema señor, no debería desechar las cosas así por así. Igual y si quiere puedo ir por ellas.--- Comenzó a caminar hasta que la detuvo, colocando sus manos en sus hombros y girandola de vuelta a la caja registradora, donde un chico se acercaba a paso tranquilo.

--- Mirá, allá viene otro cliente, tengo que supervisarte a vos hoy, asi que seguí laburando tranquila.

Pasar todo el día recogiendo órdenes no era precisamente emocionante para pasar el rato, aunque no es como si pidiera más, ella era consciente de que un trabajo es un trabajo, pero haberla mantenido cerca del supervisor quizá era algo poco común teniendo en cuenta su trabajo, es algo incómodo ser supervisada.

---Buenos días, bienvenido a Blue Coffee, ¿Qué desea ordenar?--- Tenía una sonrisa que solo se le notaba en las arrugas de sus ojos, mientras acababa de configurar la pantalla para volver a facturar los pedidos, al no notar respuesta, giró para ver al cliente.
--- Buenos días...--- Este cliente ya vino ayer.
--- Sí, ah... Justo aquí tenemos la carta para llevar, puede verla si quiere.--- Notó al chico un poco desviado, por lo que lo dejó leer unos instantes, antes que levantase la mirada y comenzara a hablar de nuevo.
--- Ah, pero quiero comer aquí.--- El tono tonto en el que lo dijo hizo que Mérida murmurara una risa, asintiendo con la cabeza.
--- En todo caso puede pasar a una mesa y que le tomen la orden.
--- ...
--- ...Hm?
--- Entonces pediré para-a llevar.
--- Está bien.--- Comenzó a teclear la pantalla para comenzar a tomar el pedido.--- Puede decirme que llevará.
--- Quiero dos americanos, dos rollos de canela y tres galletas marmoleadas...
--- ...llos de canela, tres galletas marmoleadas.--- después de terminar de seleccionar los pedidos, dio un rápido repaso a la pantalla.--- Bien, 2 americanos, 3 galletas marmoleadas y dos rollos de canela.
--- No, dos rollos y tres galletas.
Rió suavemente.
---No se preocupe, está correcto. Entonces serían, 547 pesos en total.
--- Claro, ¿Aceptás tarjetas?
---Sí, aceptamos todas las tarjetas aquí.
--- Bien.---El chico rebuscó en su bolsillo de pantalón lo que era una billetera, abriendola y extrayendo una tarjeta de débito de visa, extendiéndola hacia ella, casi podía sentir un dèjavú por como pasaba todo.

Recorrió su mano hacia el reconocedor de tarjetas, mientras que con la otra libre iba tomando la que me dio el chico, comenzó a pasarla por la ranura, pero no había reacción. Lo hizo de nuevo, no sucedía nada. Nada. Otra vez. Nada. No. Sin repuesta. Sin reacción.

--- ¡La orden está lista!--- Escuché el grito de un tercero.

Sintió un ligero punzón en el cuello, esto va a ser hastiante.

Volveré MañanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora