6. Iván

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Iván ya estaba sudando, notar como rozaron ligeramente sus manos al entregarle la tarjeta fue algo, como mínimo, estimulante, sin esperarlo bajó lo más anormalmente posible la mano, esperando, suplicando, a que nadie lo haya notado.

Sintiendo como ambas palmas empiezan a sudar lentamente.

--- Hmm... ¿Ocurre algo?--- Entró a la conversación el hombre adulto que desde su llegada había estado detrás de Mérida, solo pudo mirarlo un segundo y dejar caer sus ojos a cualquier lado fuera de ahí.

Calmáte Iván, no es tan adulto, es joven, pero no joven como yo... o como ella, bueno pero tampoco es que seamos tan jovenes, bueno... de ella no sé, pero yo soy joven, o sea no tanto; porque; no soy un pendejito pero- ¿Cuántos años tiene ella? Se ve joven, pero eso es relativo, no creo que deba juzgar a alguien debido a- ¿Será mayor que yo?Nolocreo, ha de tener mi edad. La mina no habla mucho asi que no puedo simplemente preguntarle porque tampoco es que nos conozcamos, pero si pod-

--- Si...---Se podía escuchar el suspiro que trataba de esconder de ambos, fallando en el intento.--- Perdón señor.
--- Si... Se veía venir de esta manera, no te preocupes por eso Mérida, ve a la zona de recojo a ayudar, tomaré el puesto por ahora.
--- Sí, si está bien puede hacerse cargo, yo iré por-
--- ¿Cuántos años tenés?

Todos se detuvieron en silencio.

---...
---...

Eres el ser, no, eres el humano, no, tampoco, eres el rastro de vida más ridículamente estúpido que haya existido nunca.

Tenía la cara roja, de la verguenza que se atrevió a cometer, a la par en que veía la cara de incredulidad de ambos, a lo que, por los nervios, apuntó a mirar a la cara del alto hombre que tenían frente.

--- Jajaja, ¿Qué fue todo eso, chico? Andá a por la órdenes Mérida, no querrás que te lo descuenten en tu primera semana. Jajaja

...Su primera semana aquí, lo tengo.

--- Ah...¡Ah! Está bien. --- Y así fue como vió a Mérida dando un último vistazo a la enrojecida cara que cargaba Iván y al chico que estaba tomando la orden. Aunque increíblemente, mantenía la tranquilidad bajo todo el asunto.

--- Tengo 27. --- Soltó de repente en medio del silencioso ambiente, mientras tecleaba en el computador.
--- ¿Qué? Uh-oh. Sí, 27. ¿Hace cuánto trabajás acá?
--- Jaja, lo suficiente como para saber hacer esto.--- se agachó en el mostrador, para sacar una máquina rara que posó en el escritorio, inusualmente nostálgica, como si él ya la hubiese visto antes.

--- Woah, y eso es...
--- Esto es, donde te cobraremos. ¿Donde está la tarjeta? Oh, aquí.--- Tomó la tarjeta y empezó a proceder a pasarla por esa máquina que, recordando lentamente, eran en las que anteriormente se usaban para pagar con tarjeta décadas atrás. Demasiado tiempo atrás, quizá mucho antes de que Iván naciera.
--- ¿Les enseñan a todos aquí a usar cosas como estas en estos casos?
--- Mm, no, no. En todo caso la otra chica seguiría atendiéndote.
--- Oh, entonces te lo enseñó tu jefe.
--- Sí,  algo así.
--- ¿Algo así cómo...?
--- Bueno, no se lo enseñó a nadie a parte de mí, jaja
--- Jajaja, entonces ¿Se podría decir que eres como el hombre de confianza de tu jefe? O algo como eso.
--- Sí, algo como eso, aunque casi nunca estoy por aquí. Oh, toma, escribe los datos de tu tarjeta menos la contraseña en este lugar, tomá, hacelo con esta lapicera.
--- Dale, gracias. ¿Casi nunca? ¿No trabajás aquí como los demás?
--- Nah, vengo por temporadas, de visita y ayudo un poco. Ahora, aquí ponés el número de tu cédula.
--- ¿Eres el hijo del dueño o un vecino? Tipo, no sé, suena a que andás laburando acá por que te gusta más que otra cosa. Ya está.
--- Pues sí, tengo- Esperá, colocá tu nombre y firmá acá.
--- Bien, ¿Aquí o aquí?
--- No, no. Ahí.
--- Jaja, okay, espera.
--- Okay... Y ya está. Como decía.---Continuaba mientras terminaba de sacar las hojas calcadas de la máquina, con cuidado.--- Mis viejos son dueños de este café, y solía ayudar con mis hermanos cuando aún no podíamos contratar a nadie.--- comenzó a desglosar la hoja en diferentes partes, extendiendole una de estas. Era más pequeña que el ticket que recibió ayer.---Aunque ahora hay gente trabajando aquí, nunca está de más venir a supervisar.
--- Así que te quedarás unos días. Eso es genial de tu parte, ya sabés, para tus padres.
--- Pues sí, aunque...---Giró su cabeza ligeramente de lado, a lo que el más bajo siguió su mirada, encontrándose con dos personas en la zona de recojo.---...No estoy seguro si serán solo días.
---Jaja... Bueno, sí. Jaja, quien sabe, ¿No? Oh, mirá, debo recoger mi pedido y seguramente tú debes seguir atendiendo gente jaja...
--- Claro, entregá el ticket ahí mismo y ellos se harán cargo, diles que te lo dio Leonardo, el gerente.
--- Bacán, iré ahora, fue un gusto.
--- Lo mismo digo... ¿Cuál es tu nombre?
--- Ah... es, creo. Es Iván.
--- Jajaja, okay, cuando estés seguro de como te llamas me avisás Iván.
--- Jajaja, claro...--- Esa tonta risa nerviosa, Iván maldecía para sus adentros mientras se iba de ahí, hacia la zona de recojo, donde la fila que había percatado al entrar, había desaparecido, comprensible debido al tiempo que tardó en esa charla. Giró a ver a Leonardo; solo por si acaso; quien colocaba un cartel mientras atendía a unas cuantas personas que se posaban para ordenar.

Seguro no aceptarán tarjetas un buen rato.

--- Buenos días, no tenemos registrado un pedido para usted aún, ¿ya fue a pedir su ticket?--- Dijo una de las dos personas que estaban ahí.

¿La otra persona? Es Mérida.

Volveré MañanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora