cuatro

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-¿Qué haces aun aquí?- le pregunté a Pedro quien veía la televisión con Victoria en la sala -¿Brisa no llegó?­-

-Sí, si llegó- me contestó -Pero se veía algo...-

-Triste- completó Victoria corriendo hacia mí y me abrazó -Tenia lágrimas en su carita- dijo al igual triste y preocupada. -Pedro dijo que tal vez necesitaba estar sola-

-Sí, eso era lo mejor. Gracias Pedro- le dije y este asintió con la cabeza -Y tú espérame aquí o ve a tu habitación- la pequeña subió corriendo y yo subí tras de ella.

-Brisa...- golpeé suavemente dos veces la puerta -¿Me abres?- dije ya que intenté entrar pero tenía seguro. Escuché el delicado crujir de la madera del piso. Se había cambiado, el vestido celeste había sido remplazado por un desgastado short de mezclilla y una simple camiseta. No había nada que me gustara más que verla así de sencilla. Su cabello estaba suelto haciendo que algunos mechones cubrieran sus ojos, además de que miraba hacia abajo. Cruce el umbral y cerré la puerta y me recargué en esta con los brazos atrás. No sabía que decir. Mi fuerte nunca había sido el consolar a las personas. Sorbió por la nariz y limpio sus lágrimas con brusquedad. Camino hacia mí y me abrazó fuertemente.

-Tengo miedo de perderte- soltó las palabras entrecortadamente -Tengo miedo de que me dejes- sentí que me abrazaba con más fuerza.

-No lo tengas...- dije y pasé mis manos por arriba de sus hombros abrazándola también -Ya te lo dije, yo no te dejaré sola- deposité un beso en su cabello y su llanto simplemente no se detenía. -Ven- la guié a la cama y la hizo sentarse -Tranquilízate y quiero que dejes de llorar- se recostó haciéndose a un lado para que yo también lo hiciera. -¿Sabes de qué tengo miedo yo?- dije después de unos momentos de permanecer en silencio, sacó su rostro de mi cuello y me miró con atención a los ojos -Tengo miedo de que tu tengas miedo porque crees que me perderás...- sonaba como un trabalenguas pero sé que me entendería -Eso me dice que no confías en lo que siento por ti- sus lágrimas salieron una vez más. Era sorprendente ver a la verdadera Brisa Domínguez. No ver a la prepotente, engreída, confiada y más segura de sí misma que el mismísimo presidente. Era la frágil, sencilla y temerosa.

-Claro que si te creo- me dio un suave beso en los labios

-¿Entonces?- reí -¿Dónde quedo la Brisa segura de sí misma?-.

-La desapareciste- una vez más ocultó su rostro en mi cuello. Subí mi mano y comencé a acariciar su cabello, su respiración rozaba mi piel y su brazo se aseguraba de que nuestras anatomías permanecieran juntas. -Te amo, Angie- susurró antes de quedarse profundamente dormida.

POV. BRISA

Por más coraje que me diera, ella tenía razón. Yo no la merecía. Era la mujer más dulce encubierta de la más ruda por temor a que la lastimaran ¡Y yo lo había hecho! Yo la había lastimado y tal vez Angie ya me lo había perdonado... Pero yo a mí misma no.

me, myself and her | brangie #2 (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora