12. Confianza.

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{Maratón 2/3}
Jack's POV.

Mis párpados me pesaban y parecían tener pegamento. Mi cuerpo se sentía extrañamente ligero y relajado.

Traté de abrir los ojos, sin mucho éxito. Inhalé silenciosamente y traté de obligarme a abrirlos.

Se supone que yo soy el dueño de mi cuerpo, ¿por qué demonios nunca me hace caso?

Me rendí, claramente molesto y desesperado. Mi memoria me fallaba y no tenía ni una pista de donde me encontraba.

¡Gracias, Dios, por darme la maravillosa idea de usar mi cerebro por una vez en la vida!

Inhalé lentamente y me concentré en oír todo lo que pudiera. La música del radio apenas se oía, pero pude reconocer la canción. La canción favorita de Trevor.

¿Seguiré en casa de Trevor? Pero, ¿para qué pondría el radio cuando tiene unas bocinas gigantes?

No tenía sentido. Aún así, sentía la luz dos sol sobre mis párpados y un movimiento constante, que me hacia chocar contra algo.

Pude percibir un par de voces, hablando en voz baja.

-Esto está mal, ¿sabes? -susurró la voz de un chico, nervioso.

Oh, demonios, ¿por qué tengo un mal presentimiento?

Se oyó una risa, claramente falsa.

-Escucha, ya no es momento para arrepentirse ahora -la voz del chico sonó extremadamente dura-. Lo hecho está hecho.

Sentí un escalofrío mientras miles de teorías rondaron por mi mente y ninguna me tranquilizaba.

-Hey, tranquilo -dijo la segunda voz ésta vez más dulce-. Tú estás bien, eso es lo que importa.

-No lo vamos a llevar con Adam, ¿cierto? -había miedo y frialdad en su voz, dejándome confundido y asustado.

Mi cabeza chocó contra lo que pareció la puerta de un auto y solté un quejido, sin poder reaccionar.

El auto frenó de golpe y me estrellé contra el asiento de enfrente.

¿Qué demonios hago en un auto?

-Está despierto -dijo tenso el chico.

-Yo me encargo -el auto volvió a acelerar, haciendo que chocara contra la puerta.

Mi cabeza comenzaba a dolerme y mi cerebro comenzaba a unir las piezas. Podría ser que esa voz fuera de...

El auto giró fuertemente y choqué contra la puerta, haciendo que perdiera la consciencia.

***

La almohada se sentía mojada y desperté inmediatamente, alarmado.

Estaba en una cama matrimonial, rodeado de cobijas y almohadas. El cuarto era pequeño, pero reconfortante. Las paredes eran blancas y el suelo de madera.

Me levanté inspeccionando el lugar y lo supe inmediatamente: estaba en casa de Tommy.

Mi cabeza me dolía y sentía varios moretones en los brazos. ¿Qué me sucedió? Fruncí el ceño y me revisé todo el cuerpo, comprobando que no estaba en el mejor estado.

Tenía varios moretones en las extremidades y rasguños en el pecho.

No podía recordar nada.

Me dirigí hacia la puerta y antes de que pudiera abrirla, Thomas abrió la puerta y entró, haciendo que me sobresaltara y me hiciera para atrás.

-¿Llevas mucho despierto? -cerró la puerta detrás suyo y me tendió un vaso de jugo de naranja.

Lo tomé, con un poco de duda. No entendía nada. Negué con la cabeza levemente.

-¿Qué sucedió? ¿Qué estoy haciendo do aquí? -murmuré un poco nervioso.

Tommy me miró con simpatía y me dio un par de palmadas en la espalda.

-Tranquilo, Jack, déjame te explico -se sentó en la cama y me hizo una seña para que me sentara a su lado.

Lo hice con cuidado, por el dolor proveniente de mis piernas. Necesitaba una explicación.

-¿Recuerdas algo de ayer? -preguntó y negué con la cabeza.

Jugué con mis dedos y traté de concentrarme. Ayer fue... ¿Viernes? Fue el día de la cena de mi padre... Fue la fiesta de Trevor.

-¿Fuimos a casa de Trevor, cierto? -lo miré alzando una ceja.

-Exacto.

Lo miré esperando más explicaciones. Se dio cuenta y asintió.

-Digámoslo de una forma rápida: hubo alcohol y drogas. Ya sabes como salen las cosas cuando eso pasa -asentí.

-¿Con quién peleé? -dije entendiendo de inmediato lo que había pasado.

Tommy sonrió de lado y negó con la cabeza.

-Conmigo.

Lo miré confundido y enseguida me sentí alterado. ¿Le habría dicho alguna de mis sospechas sobre él?

-Está bien, ambos estábamos muy borrachos y no estábamos conscientes -me sonrió y traté de devolverle la sonrisa.

Algo estaba muy mal. Pero no sabía qué.

-¿Qué estoy haciendo aquí, Tommy? -me rasqué la cabeza.

-Supuse que si volvías a casa, mañana estarías peor -señaló mis heridas-. Me dijiste lo de tu padre.

Me tensé y apreté mis puños. Estaba asustado, pero estaba lleno de satisfacción. No importaba cuantos golpes me diera, había valido la pena.

Lo miré con una sonrisa y le di unas palmadas en la espalda.

-Gracias, Tommy, eres un buen amigo.

Bebí el jugo de naranja y algo en mi interior me decía que estuviera alerta, pero lo ignoré.

Tommy era mi amigo y nunca me lastimaría.

Una aventura entre clases.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora