Gravity loud capítulo 4

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Capítulo 4

El camino de regreso a la cabaña del misterio fue en silencio. Wendy le enseñó un montón de lugares interesantes en Gravity Falls hasta que el sol comenzó a bajar. Se sintió un poco mal por quitarle su tiempo, pero ella sólo respondió con un encogimiento de hombros mientras le indicaba que de todas formas lo hubiera desperdiciado. Faltar a la escuela se trataba de hacer la de vagos después de todo.

-Linc... –Wendy le habló en voz baja. –¿Es realmente por aquí? No tienes que avergonzarte si te perdiste. Podemos volver al camino, o incluso ir con la policía si no recuerdas en que cabaña te estás quedando. –Revolvió sus cabellos blancos mientras sonaba algo alterada.

-Está bien, es por aquí. –Lincoln le respondió con confianza. Le había costado un poco orientarse, pero se había topado con algunas pierdas y árboles caídos que le permitieron recordar el camino, eso y otra alucinación sobre nomos que jamás mencionaría a nadie que no tuviera un montón de títulos sobre psicología infantil colgados en la pared. –Me estoy quedando con un pariente en un negocio cerca de aquí. –Por no decir trampa para turistas. –El lugar es- Ah, ya puedo verlo.

Ya había oscurecido mientras los dos se acercaban a la Cabaña del Misterio. Lincoln vio con desanimo la S en medio del patio, había tenido que usar una polea y unas cuerdas sólo para colocarla adecuadamente, y luego un martillo y alambres con una cuerda atada a la cintura mientras le rezaba a Dios que no lo dejara caer, y Stan se mantenía abajo tomando una bebida de frutas mientras disfrutaba del sol.

-El dueño puede ser un poco difícil pero... Bueno, supongo que ya conocerás el lugar. –Wendy había nacido y se había criado en Gravity Falls, por lo que debía de saber mucho acerca de la cabaña del misterio. –Su nombre era...

-Stan. –Wendy murmuró mientras veía fijamente la entrada de la vieja cabaña.

-Wendy. –Stan le habló de la misma manera desde la entrada. Lincoln no se había dado cuenta de cuando Stan había salido y se había quedado viéndolos regresar. –Lincoln, entra adentro. –Le habló de forma un poco dura sin despegar los ojos de Wendy.

-Perdón si me fue pe-

-¡Entra ahora! –Stan le gritó de forma realmente dura.

El grito fue tal que Lincoln retrocedió un paso con miedo. Miró a Wendy esperando alguna clase de ayuda o algo, pero en lugar de eso la chica se mantenía mirando fijamente a Sanfrod Pines. Lincoln lo miró con dudas y algo de miedo.

-Lincoln, sólo entra a la cabaña. Wendy y yo tenemos asuntos que tratar. –Comenzó a bajar los peldaños sin despegar la mirada de Wendy. La forma en que los dos se miraban comenzaba a ponerlo nervioso. Todo el ambiente feliz de antes se había vuelto muy tenso y no sabía que hacer. –No estás en problemas, Lincoln. Sólo... sólo entra adentro. –El tono de Stan fue más calmado en esta ocasión.

Lincoln bajó un poco la cabeza y pasó junto a él mientras se metía a la Cabaña del Misterio.

¿Qué había sido todo eso?

Lincoln no podía dejar de hacerse esa pregunta mientras se mantenía acostado en el sofá que ahora era su cama en aquella habitación. Sujetaba fuertemente la bola navideña sobre su mientras mantenía la mirada perdida en las telarañas sobre él. Nunca había escuchado a Stan tan enfadado, por otro lado, sólo lo conocía como un desconocido que lo metió de contrabando y lo puso a trabajar como un perro. Hasta donde sabía, esa actitud podría ser lo que le espera los próximos siete años antes de que lo eche a patadas o lo use para conseguir más niños abandonados.

Miró fijamente la bola de nieve. El calor que sentía cada vez que la tocaba era relajante. Sentía como si estuvieran sujetando fuertemente su mano e inyectándole fuerzas para no sucumbir ante el miedo que sentía. Sí, estaba asustado. ¿Por qué no estarlo? Estaba miles de kilómetros de distancia de su verdadero hogar, un hogar del que fue sacado a patadas por personas a las que amó y en estos momentos su destino era incierto. Ni siquiera tenía documentación, si alguien se la pide, todo lo que podría darle sería pelusa de bolsillo, una liga y un centavo de la suerte.

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