Hacía un par de días en que el lunari y el vastaya habían iniciado su viaje a través del país. Tardaron poco más de dos días en atravesar todo Navori, sabiendo que era la parte más sencilla de su travesía. Habían comido en abundancia y dormido en agradables posadas. Pero a la mañana del tercer día alcanzaron el extremo de la ciudad. Lo que se extendía frente a ellos eran llanuras pantanosas y bosques retorcidos. El bienestar y la compañía se acababan.
Sett contempló el salvaje territorio que los esperaba con una extraña expresión en los ojos. Se metió las manos en el abrigo y se puso a silbar. Aphelios lo siguió, agradeciendo en su fuero interno el no tener que adentrarse de nuevo a solas en la geografía de Jonia, que para él era un sitio desconocido, aunque en apariencia menos hostil que Targón.
Caminaron a buen paso y con el ánimo intacto por un largo tramo de pastizales poblados de hierbas salvajes y de flores silvestres. Si les daba hambre se sentaban un rato a comer de sus provisiones, que constaban de bolas de arroz y carne seca. Comían poco para reanudar la caminata sin sentir pesadez.
Era curioso, Aphelios había creído que en el despoblado Sett se pondría de malhumor, que tal vez sería quejumbroso y terco. Pero su compañía se había aligerado fuera de Navori. El vastaya parecía más liviano, más propenso a reírse por tonterías, e incluso los insectos que no había en la urbanidad eran objeto de su atención. Quizás los humanos realmente ejercían una presión invisible sobre él cuando lo rodeaban. Era como si , simplemente, hubiera dejado a un lado la necesidad de aparentar poderío.
El cielo enrojeció poco antes del anochecer, los pastizales se transformaban lentamente en un un bosque pantanoso, aunque no demasiado denso. Sett, comenzó a hablar, la próxima oscuridad le hacía sentir un tanto intranquilo y el sonido de su propia voz le ayudaba a recuperar el sentido de la normalidad. Le contó a Aphelios como siendo un adolescente se había iniciado en su primera pelea en la carnaza y derrotado a varios gladiadores incluso desde sus tempranas apariciones. El lunari escuchaba con una sonrisa de ironía en la boca. Todo lo referido a Settrigh le parecía alocado, temerario, pero siempre entretenido. Se reía a momentos de los detalles que el luchador agregaba a sus historias y aunque suponía que muchos eran exageraciones y fanfarronerías del vastaya le gustaba la manera que tenía de narrar sus aventuras en la arena.
—¿Y qué hay de tí lunático? ¿Cómo llegaste hasta aquí, también querías volverte fuerte?
Aphelios sonrió con un grado de amargura.
—No... hubiera preferido ser un campesino. Estos tatuajes en mi cara, me los hicieron a los diez años, cuando mi melliza y yo comenzamos nuestra instrucción en el culto. Ella como vidente, yo como guerrero. No hubiera escogido éste camino de tener elección.
Sett lo observó con una ceja levantada en incredulidad.
—Entonces no lo sigas, cada hombre decide lo que hace de su vida.—dijo inclinando la cabeza con un aire sabiondo, como si declarara una verdad universal.
—No es así de sencillo, tal vez no lo entenderías... —murmuró el creyente, que veía cómo luna se levantaba en el horizonte. Su mirada se llenó de una extraña devoción al observarla, recorriendo el cielo, a momentos cubierta por nubes pasajeras.
—Ya oscureció—notó Sett, alegre por la perspectiva del descanso y la cena—Bueno saco de huesos, prendamos una fogata.
El vastaya eligió un sitio junto a una gran roca, rodeado por matorrales y Aphelios inició el fuego con unas ramas secas. Sett rostizó algunos escarabajos que había guardado entre los víveres y los engulló con deleite. Luego, como si nada en el mundo le preocupara se acostó, quedándose dormido en apenas unos minutos.
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El forastero
FanfictionUn forastero llega a las arenas de Jonia y se enfrenta al campeón invicto, Settrigh . Basado en el universo de League of Legends. Aphelios x Sett.