Apenas se alzaban las primeras luces detrás de las montañas, el aire parecía cargado de luciérnagas e insectos. Sett se había tragado alguno sin querer mientras silbaba, se habían detenido cuando el gladiador se agachó para escupir y quejarse de su suerte.
Aphelios miró al horizonte. Les esperaba un único camino, rodeado de árboles y montes. Era la ruta de la que le habían advertido en el hostal. Según las hijas de Varis aquél sitio estaba infestado de vastayas, pero a simple vista parecía tranquilo, habitado sólo por los animales del bosque.
—Los aldeanos mencionaron que ésta ruta estaba rodeada por vastayas—dijo, esperando con curiosidad la respuesta de Sett. El gladiador se encogió de hombros. Aphelios supuso que siendo mestizo su acompañante no tenía razón para preocuparse por los vastayas. Quizás la gente del pueblo si estaba llena de prejuicios infundados.
Ambos se encaminaron a la entrada del paso, que era un estrecho largo, rodeado de montañas y árboles. El paisaje era bello y voluptuoso. Aphelios no había visto vegetación tan impresionante como la de Jonia. Todo en aquellas tierras exhalaba magia. Mientras caminaban el lunari observaba a su alrededor, perplejo frente a la belleza del lugar. Los primeros rayos del sol se proyectaban con un aura rosada sobre el follaje oscuro.
—Ojalá Alune pudiera ver esto—murmuró sin pensar.
Sett volvió la cara hacia él. Aún tenía un rastro de amargura en el semblante.
—¿Alune?
—Mi melli...za shh ¿oíste eso?
Las orejas de Sett se levantaron en señal de que ponía toda su atención en los ruidos circundantes.
—Oigo, sí oigo algo—.siseó, frunciendo el ceño y pareciendo tremendamente molesto. se encaró hacia los árboles y elevó la voz.—No estoy de humor para tonterías. Quien quiera que se esté escondiendo allí salga de una vez o lo sacaré arrastrando de esos arbustos.
Aphelios titubeó antes de decidirse a desatar su cuchilla de su cinturón. Algo se movió entre la penumbra del follaje. De un instante a otro una daga cruzó el aire, dirigida exactamente hacia el pecho de Settrigh, el lunari tuvo los reflejos para detenerla con su cuchilla. Al verla descender lentamente hacia sus pies se percató de que no era en lo absoluto una daga, sino una pluma brillante, de un extrañísimo color púrpura.
—¿Eso es? Es una pluma.
Sett gruñó como un lobo, enseñando su dentadura afilada y erizando el pelo de detrás de su nuca. Aphelios nunca le había visto una actitud tan animalesca.
Sin más advertencias el gladiador se arrojó hacia el follaje con los brazos abiertos como si quisiera atrapar una presa, desde los arbustos una rápida criatura saltó hacia lo despejado del camino y arrojó un manojo de sus plumas afiladas que Sett apenas consiguió esquivar. Aphelios recibió a la criatura con una patada en el tronco, que la arrojó directo al poderoso agarre de Sett.
Entonces con el atacante atrapado entre sus brazos Sett pudo verlo con claridad. Era una pequeña vastaya de larguísimas y puntiagudas orejas, con una preciosa cara ovalada y ojos amarillos. Las orejas de Sett se inclinaron hacia atrás y sus pupilas se agrandaron como las de un felino que observa un pájaro entre los árboles. Nunca había estado frente a frente con una joven hembra vastaya. La observó unos segundos, como si tuviera entre sus brazos el descubrimiento más extraño y frágil. Sin darse cuenta su agarre se relajó, mientras parpadeaba lentamente observando a la mujercita. Una sonrisa le afloró de la boca y murmuró con una voz suave y honda.
—Te tengo.—Sus palabras no sonaron como una amenaza a pesar de todo. Aphelios contemplaba la escena con una ceja levantada. Era evidente que el luchador estaba coqueteándole a la mujer que unos segundos atrás le había arrojado un cuchillo. Quizás era parte del cortejo entre los vastaya.
Xayah se sonrojó momentáneamente por la cercanía del enorme mestizo, pero el sólo escuchar su tono fanfarrón le revolvió las tripas. Cómo se atrevía a invadir su territorio y luego sujetarla de ésa manera, tal cual si hubiera atrapado a un conejo.
—¡Rakan!
Un segundo vastaya se arrojó desde lo alto de un árbol, brincando directamente sobre Sett y provocando un estallido mágico que lanzó al mestizo con fuerza hacia un lado, Aphelios tuvo la rapidez para sujetarlo por el abrigo antes de que se golpeara contra las rocas.
—¡No toquen a mi chica brutos!—Les gritó, extendiendo una gran ala de plumaje dorado.
El lunari no dejaba de asombrarse por la belleza exótica de los vastaya, pero eso no desvió su atención del hecho de que en ése instante representaban un peligro letal para él y para Sett. Era evidente que la situación estaba torciéndose para mal, pero aún guardaba la esperanza de que el gladiador consiguiera convencerlos de alejarse y dejarlos simplemente caminar por el sendero hacia el otro lado de las montañas, rumbo a la costa.
—Ella atacó primero—.tajó Aphelios, cruzando su cuchilla sobre su pecho en señal de que bajaría las armas si estaban dispuestos a hablar.
—Silencio humano, no escucharemos nada de lo que digas, todos ustedes... sólo hablan con mentiras.
El lunari entrecerró los ojos con una profunda molestia pintada en ellos. Estos vastaya tenían una manera de expresarse similar a la de los solari. Estaban muy seguros de sus creencias y no había forma de hacerlos cambiar de opinión. Esperaba equivocarse.
Sett se puso de pie y se tronó los nudillos, mostrando su gran tamaño a sus contrincantes como un modo de disuadirlos.
—Escuchen pajarracos, sólo queremos cruzar el estrecho, lo que sea que estén protegiendo no nos interesa. Déjenos tranquilos y no tendré que romperles ningún hueso.
—Eso es lo que los humanos dijeron antes y míralos ahora, ocupando más de la mitad de nuestras tierras y lanzando su inmundicia a nuestro río. No van a pasar por aquí.—argumentó la mujer, apuntando su plumaje purpúreo al rostro del lunari.
—Soy de Targón, no tengo intenciones de quedarme aquí y él es hijo de una vastaya como ustedes. No hay razón para iniciar una pelea.
—Deja de hablar humano.—dijo el vastaya, en un tono de voz muy diferente al de la hembra, no parecía tan agresivo como ella, pero para Aphelios estuvo claro que él seguiría a la mujer si ella se decidía a atacar.
—El espantapájaros está diciendo la verdad, sólo queremos cruzar. No nos interesa quedarnos en éste cuchitril, además no es asunto nuestro si los cerdos de los aldeanos ensucian el río.
—¡Todos los humanos son el mismo humano! Los conozco mejor que tú sangre mezclada. A tí te dejaremos pasar si tanto lo quieres, pero a cambio nos ayudarás a matar a ése. Todo humano que se atreve a pisar nuestras tierras debe pagar el precio.
Xayah apuntó al targoniano con un dedo. Sett observó al lunari con los ojos entrecerrados como si estuviera sopesando la idea. Aphelios le devolvió la mirada con un rastro de temor. El gladiador sonrió socarrón, dirigiéndose hacia la mujer.
—Estás loca urraca.
Sett se acomodó en una posición de boxeo y siguiendo su ejemplo el lunari sujetó sus cuchillas en la postura de ataque.
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El forastero
Hayran KurguUn forastero llega a las arenas de Jonia y se enfrenta al campeón invicto, Settrigh . Basado en el universo de League of Legends. Aphelios x Sett.