𓈈Capitulo 8𓈈

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Dentro de la prisión se encontraba un chico de cabellos azabache junto a una gigante mirando a una chica de cabellos anaranjados dormida dentro de una celda.

- Meliodas, mira aquí. -mencionó el de mechones rubios apuntando a la celda. -la hija del doctor.

- ¿Estás seguro? -pregunto el cerdo y el de orbes color miel asintió.

- Diane, ¿crees que entre en tu mochila? -alzó la vista el de ojos verde.

-Sí, no te preocupes. -dijo alcanzando a la chica y esta se desmayó por el susto de ver una gigante

- ¿Está bien? -pregunto el rosado mirando a la chica.

-Si solo se desmayó y Elizabeth sigue inconsciente. - habló el hada mirando la mochila y la gigante la cerro.

Una sombra se asomó por el pasillo-¡Muéstrate! -el rubio soltó de manera sería.

-Hola chicos - saludo mientras movía su mano alegremente la de cabellos magenta.

-¿Estas intacta? -pregunto el cerdo mirando a la de capa verde.

- Claro. -respondió con una sonrisa.

- Adoro los reencuentros. -el rubio de orbes celeste camino haciendo presencia mientras llevaba la capa blanca.

- ¿Quién eres? ¿Porque llevas la capa de mi hermana? - pregunto el de ojos verde en posición de ataque.

-Calma niño bonito -la pelirroja se colocó al lado de chico con capa. - Solo se la preste.

- ¿Desde cuándo te mandas sola? Te he dicho millones de veces que no te alejes y parece que escuchas lo contrario. - pregunto el rubio de corbata con un tono serio mientras abandonaba su pose.

-Si si, luego peleamos, pero en este momento alguien te busca.

Meliodas la fulminó con la mirada hasta que su mirada logró ver una silueta bastante alta y conocida silueta en el pasillo, donde segundos después apareció el peliblanco.

- Ban. -murmuro el Rubio de ojos verdes mientras observaba de manera sería, al contrario.

-Vaya, el capitán. -respondió de igual forma.

La tensión comenzó a sentirse en el aire, ambos se miraban fijamente como si su vida dependiera de ellos, como si una batalla se llevará a cabo en las pupilas del otro y el silencio reinaba, pero de un segundo a otro las reacciones cambiaron a unas de alegría mientras se golpeaban, jugaban, pateaban y lanzaban al otro al muro.

- Y yo que pensé que mi reencuentro con ustedes había sido épico. - río el rubio mirando a la chica de orbes verde.

- Te fascinó nuestro reencuentro. - comentó la pelirroja mientras se acercaba a una de las ventanas.

- Por supuesto, no todos los días puedes tener sobre ti a la capitana de los pecados mortales. - sonrió este.

- Si Meliodas te escucha, considérate hombre muerto. -comentó el hada acercándose.

- Pollo-chan, me alegro de verte. -río el rubio y el azabache se sonrojo.

-Vuelve a llamarme así y te arrancare los ojos. -murmuro.

- Uy, qué miedo... Quiero verte intentarlo. - sonrió de manera ladina y la de cabellos cereza los separó.

- Dios Santo, son peor que dos niños humanos. -río y miro a la pelirroja. - ¿Estamos encerrados?

- Intentaron encerrarnos con un sello eterno, dame un momento y lo desactivó. -saco un frasco con polvos color lila tomó un poco y lo lanzo fuera de la ventana mientras veía como poco a poco la trampa se desvanecía.

𝙿𝙴𝙲𝙰𝙳𝙾𝚂 𝙼𝙾𝚁𝚃𝙰𝙻𝙴𝚂 (Nanatsu No Taizai)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora