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Abro despacio mis ojos, parpadeando hasta enfocar mi vista, miro las paredes rojas de la habitación, carece de cuadros y luce tan limpia que desespera.

Aún puedo sentir el mareo de la borrachera de anoche, pero no me quejo, la he pasado tan bien con él, solo los dos bebiéndonos el tequila que robamos del despacho de su padre, y jugando el nuevo juego de la play que se compró.

Tiene tantos juegos que pierdes la cuenta, en realidad tenía una obsesión por ellos, ahora comprendo por qué sus padre decidieron enviarlo al servicio, aunque también haya influido el que le hayan encontrado una bolsa de marihuana en su mueble y tuvo que confesar que vendía la marihuana de su amigo a sus compañeros de clase.

Busco estirarme pero un fuerte brazo en mi cintura me detiene. Sonrío al saber de quien se trata.

¿De quién más si no él?

Puedo sentir su pecho chocar delicadamente con mi espalda, y nuestras piernas enredadas me sacan una risilla nerviosa. Adoro tenerlo tan cerca, su respiración suave calentando mi nuca.

Me giro despacio hasta encararlo, y en silencio lo miro.

Paso sutilmente un dedo por su piel fina, sonriendo al verlo arrugar su nariz por mi tacto frío. Y antes de poder hacer otra cosa, siento sus brazos abrazarme con mayor fuerza hasta quedar pegado por completo a él.

—Buenos días. —murmura ronco.

Abre sus ojos y suelta un bostezo antes de mirarme y sonreír.

—Buenos días. —pongo una mano en su mejilla y la acaricio suavemente.

Sonríe ante el tacto antes de girarnos medianamente para dejar mi espalda en la cama y esconderse en mi cuello, dejando su cuerpo casi sobre mí.

—Debemos levantarnos, tenemos que volver al servicio. —le recuerdo al escuchar su respiración calmarse.

Suelta un pequeño gruñido antes de acariciarme el cuello con la punta de su nariz, estremeciéndome y sacando una risa nerviosa.

— ¿Acaso te has puesto nervioso? —habla jocoso aún en mi cuello.

Muerdo mi labio, —Ya quisieras, baboso.

Suelta una leve sonrisa antes de hacerme temblar, mis piernas flaquean cuando su lengua húmeda choca contra mi piel.

Muerdo más fuerte mi labio, impidiéndome hacer cualquier tipo de ruido. Pero sus besos en mi cuello, sus lamidas y mordidas me desconcentran por completo.

Sin evitarlo cierro mis ojos y llevo mis manos a su cabello para tirarlo sin delicadeza, sacándole otro gruñido antes de morderme el cuello.

—Joder... —me quejo y dejo salir un suspiro cuando se levanta para subirse sobre mí, abriendo mis piernas para meterse entre ellas y volver a devorar mi cuello vehemente.

Sus calientes manos aprietan mis muslos, lo recorren con debida confianza y, por inercia, envuelvo mis piernas en su cadera, recorriendo su espalda desnuda con mis manos y rasguñándola suavemente cuando succiona mi piel del cuello con sus belfos.

De seguro tendré marcas.

— ¿Y ahora? —deja mi cuello para enderezarse y mirarme, ambos con nuestras mejillas rojas, el cabello desordenado y la respiración ajetreada.— ¿Te he puesto nervioso?

Niego con una sonrisa lasciva en el rostro, —Creo que deberás hacer más que eso.

Sin pensarlo demasiado, aprieto mis piernas en sus glúteos y lo obligo a moverse sobre mí, ambos abriendo la boca para dejar salir un jadeo instantáneo.

𝐒𝐄 𝐓𝐑𝐀𝐓𝐀 𝐃𝐄 𝐓𝐈 ♥︎ᵎ CodylasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora