Debes Irte

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Llegó a su casa hecho polvo de tanto haberse estado esforzando en la cafetería.

—Yoongi, necesitamos hablar. —dijo su madre en cuanto entró. El nombrado la miró extrañado ya que solo veía esa faceta en ella cuando estaba desesperada por saber algo. Dejó sus cosas en un sillón de la sala y la observó esperando a que dijera algo más. —¿Qué estás haciendo? ¿Dónde te la pasas todas las tardes?

La pregunta descolocó al pelinegro, mas pretendió estar relajado.

—Tomando algunas clases adicionales, estoy teniendo problemas con algunos cursos así que estudio con un grupo de compañeros. —la mujer asintió con lentitud sin estar del todo convencida.

—Yoongi, si estás haciendo algo en contra de nuestra confianza…me voy a decepcionar… —tomó el rostro de su hijo y lo empezó a acariciar con delicadeza. —y no quiero hacerlo.—susurró.

—Solo confía en que estoy haciendo bien las cosas. —contestó Yoongi apartándose de las manos de su madre.

Cogió sus cosas y se fue a su habitación con ese amargo sabor en la boca. Sentía rabia y tristeza porque estaba traicionando la confianza de sus padres a costa de un sueño sin final certero.

“Lo siento mamá, pero mi corazón prefiere traicionarte”.

💤

—Yoongi… viniste. —susurró el castaño abalanzándose hacia él para abrazarlo. —Ayer te fuiste muy rápido. —dijo formando un puchero con sus labios sin soltarlo.

Yoongi lo miró aturdido. ¿Cómo que se habían visto ayer?

—Ayer no nos vimos.— contestó ladeando la cabeza ligeramente y frunciendo el ceño.— La última vez que te vi estabas gritando y no podía hacer nada, me desmayé y me fui. Después de eso, estuve esperando a volver a vernos porque estaba preocupado por ti.—explicó.

—Ayer estuviste aquí, me encontraste en la casa azul que está por allá.—señaló el vecindario que se encontraba a unos 10 metros de ellos..— m-me b-besaste y…—habló con un sonrojo en sus mejillas.— hasta dijiste mi nombre.

El pelinegro mostró una sonrisa de lado enternecido de ver al castaño ruborizado por toda la cara, el castaño lo dejó de abrazar y lo miró a los ojos.

—¿Mochi? ¿A ese nombre te refieres?—preguntó con la misma sonrisa socarrona que antes. Se sentaron en el piso uno al lado del otro mientras discutían el extraño evento.

—N-no, a ese no.—dijo dándole un golpe en el hombro.—El real, mi nombre de verdad.—se acercó a él estando frente a frente.—Tú lo dijiste y luego te desmayaste.—sostuvo el  rostro del contrario entre sus manos.

—Pero…no recuerdo nada de lo que me dices.—lo miró fijamente.—Aunque me gustaría saber cómo te llamas.—dio un beso a una de las manos que le acariciaban las mejillas, se sonrieron.

Juntaron sus frentes y cerraron sus ojos esperando quedarse congelados en ese momento lleno de sentimientos de gozo y tristeza. Ambos sabían que algún día ese castillo lleno ilusiones y un inconmensurable amor se destruiría al más mínimo movimiento, nada de lo que ellos tenían duraría para siempre. Según lo que sus corazones murmuraban, todo lo que pasaban eso días eran solo escenas efímeras de una historia de amor que tal vez nunca vivirían con tanta emoción, porque historias de amor así solo pasan en las películas, en los libros o en ese espacio irreal en el que habitaban ellos.

—Yoongi, te quiero mucho.—soltó de repente el chico de hebras castañas con un dolor en el pecho, mientras abrazaba al nombrado.

—Yo también te quiero demasiado.—dijo dándole un beso corto en los labios.—¿Tú también sentiste ese sentimiento?—preguntó, el contrario mostró un signo de interrogación en el rostro.—Me refiero al que pasó cuando juntamos nuestras frentes, fue…una emoción que nunca antes había sentido, como si… estuviera punto de perderte.—el castaño se alejó un poco de él para mostrarle una sonrisa que llenó de paz a Yoongi.

Honey in my moonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora