El chico de hebras oscuras despertó con la respiración casi inexistente y un sentimiento de honda tristeza grabada en el pecho.
Todo iba tan bien, había dejado a su corazón hablar por si solo, como nunca antes lo había hecho, hasta le había dado un beso. Ese chico despertaba algo que era totalmente desconocido para él, ingresar a ese mundo era pisar terreno nuevo, era desconocido e incierto. Sí, todo iba bien hasta que el castaño quiso decir qué sentía por él, cuando empezó a gritar y no pudo hacer nada mejor que desmayarse. ¿Cómo estaría él en ese momento? ¿Estaría bien?, ese tipo de preguntas viajaban por su mente angustiándolo.
Rogaba a todos los cielos y dioses que pudieran existir, para que la noche llegue lo más pronto posible para poder verlo.
—Yoongi... ¿estás ahí? —murmuró su madre en el otro lado de la puerta mientras tocaba suavemente.
El pelinegro había olvidado el incidente de la noche anterior, pero en cuanto escuchó la voz de su progenitora el golpe en el estómago empezó a doler.
»—Yoongi...yo...—balbuceó con la intención de que una disculpa se pronunciara, mas carraspeó cambiando de postura. —Ve a comer, el desayuno está listo.
El chico suspiró todavía con las sábanas cubriéndole el torso. A pesar de no tenerla en frente para mirar todos sus gestos, era evidente que su madre había optado por volverse a quedar callada. Siempre que se trataba de su padre, su madre era una persona sin voz ni voluntad.
Suspiró decepcionado y de un salto salió de su cama en dirección a su armario para buscar algún conjunto con el que vestirse. Se decidió por una polera azul marina, unos jeans claros y unas zapatillas blancas, y satisfecho salió de su habitación ya peinado y vestido.
Fue a la cocina donde su madre había dejado el desayuno ya servido: un sándwich de queso, una taza de café al límite de convertirse en agua y un vaso de jugo de papaya. Esperó un poco para que su progenitora lo acompañe a comer, pero al cabo de cinco minutos decidió desayunar solo ya que la mujer no daba rastros de vida, suponía que lo estaba evitando.
Bufó molesto y empezó a tragar la comida rápidamente, quería irse de ahí en ese mismo instante. Estaba perdiendo el tiempo esperando una disculpa que jamás llegaría.
Cogió su mochila y salió velozmente de su casa despidiéndose con la voz más potente que tuviera para que su madre pueda salir de su escondite.
Eran las 7:30 de la mañana y tenía su primera clase del día a las 8:00 en punto, por lo que caminó con calma hasta su universidad mientras mandaba mensajes de texto a Namjoon. En cuanto apareció el signo de que su amigo había leído su mensaje, su celular empezó a vibrar indicando que estaba recibiendo una llamada.
—Pedazo de papel bond.—regañó Namjoon —Ayer te llamé, sin exagerar, unas veinte veces. Nunca me respondiste.
—¿Papel Bond? —cuestionó ignorando la reprimenda de su mejor amigo.
—te lo digo por tu color de piel idiota. — explicó entre bufidos.—Ahora sí, ¿por qué no contestaste? ¿Estás tan sordo?
El pelinegro giró los ojos al escuchar las burlas de su amigo.
—Uno, no soy tan blanco; dos, tengo una buena excusa y tres, entre los dos el sordo eres tú. —habló con una sonrisa de lado.
—Ja, eres color papel bond y punto. Y sobre lo otro, ya estoy en la clase así que apúrate, quiero escuchar el chisme. —contestó emocionado. No podía ser Namjoon sin burlarse y alegrarse por él.
Caminó con afán hasta que llegó a la clase correspondiente al cabo de quince minutos. La universidad no quedaba lejos de su casa, siempre iba y regresaba a pie.
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Honey in my moon
FanfictionTropecé con el destino. Fue bueno y malo. Te conocí, fue hermoso créeme. Lo malo fue que me aferré a lo que yo mismo destruiré. ¿Irónico no? Así es el destino, un completo enredo. Después de todo era algo que pasaría, estaba escrito, por lo tanto, t...