Capítulo 23. Hallelujah.

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«Hallelujah»

Caelum cumplió puntualmente su promesa y después de la comida nos encerramos juntos en la sala de música para nuestra primera lección de piano

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Caelum cumplió puntualmente su promesa y después de la comida nos encerramos juntos en la sala de música para nuestra primera lección de piano. Para mi mala suerte, al inicio no fue tan divertida como pensé. La primera hora resultó ser la más lenta debido a la cátedra del ángel sobre partituras, notas musicales, acordes y posiciones de manos que resultaron ser más complejas de lo que creía. Para cuando terminó yo estaba confundida y no sabía ni por dónde empezar.

    —Ayer lo hiciste ver tan fácil —suspiré abrumada y a cambio él me regaló una ligera risita.

    —Es una técnica simple, pero lleva años dominarla. Necesitarás mucha disciplina y constancia.

    —Puedo ser disciplinada —acepté el reto.

    —Toca los acordes que acabo de enseñarte —ordenó con amabilidad. Caelum era un maestro de música muy paciente y esperaba que continuara así, porque yo ya no recordaba muy bien los acordes.

Lo hice con inseguridad y me tensé cuando él se acercó más a mí, pero no me regañó y se limitó a tomar mis muñecas para corregir la posiciones de mis manos con suavidad. Después colocó las suyas sobre mis hombros para empujarlos un poco hacia abajo. Me di cuenta de lo tensa que estaba, así que enderecé un poco más la espalda y relajé los brazos. Cuando me equivoqué, él me lo indicó y me pidió que comenzara de nuevo. Fue así cada vez que toqué un acorde mal, así que los repetí una y otra vez hasta el cansancio.

    —Me duelen los dedos —me quejé después de lo que me pareció otra hora, deseando con fervor el momento en que Caelum diera por concluida la sesión.

    —Pobre hada llorona —se burló, así que yo le saqué la lengua—. Tendrás que acostumbrarte porque a partir de hoy practicaremos todos los días.

Maldita la hora en que había decidido aprender a tocar el piano.

    —Creo que me gusta más cuando tú tocas. —Alcé la cabeza en el momento justo para ver su sonrisa y fue tan contagiosa que una igual se formó en mi rostro. Como si eso hubiera sido una invitación, Caelum se deslizó hasta el banco y se sentó a mi derecha. Yo me moví en silencio para hacerle espacio, aun así sentí la suavidad y el calor de su ala izquierda en mi espalda y eso que las plumas ni siquiera me estaban tocando, ¿cómo se sentiría si lo hicieran?

    —Coloca tus manos así —me indicó, mientras él se adueñó de la primera mitad del piano y me dejó a mí la segunda. Lo obedecí y cuando Caelum movió sus largos dedos sobre las teclas blancas, yo lo imité como si fuera su espejo.

Me gustó el sonido y me emocioné al instante al sentir que por fin estaba creando música. Al notarlo, el ángel hizo un movimiento diferente y yo lo copié al instante, haciendo un esfuerzo por coordinar mis manos tal y como él lo hacía. Eran pedazos muy cortos para que yo pudiera seguirle el ritmo, pero eso no disminuyó mi alegría.

Féryco 2. Estrella Rey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora