Capítulo 37. 160 días contigo.

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«Capítulo 37. 160 días contigo»

Volar montada en Kalon cada día se volvía más mágico

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Volar montada en Kalon cada día se volvía más mágico. Por supuesto, no había aprendido a hacerlo sola, sino gracias a las lecciones que Caelum me dio durante una semana entera. Eso más la compenetración que el pegaso y yo teníamos me ayudó a volverme una experta en poco tiempo. Gracias al cielo que mi brazo izquierdo había sanado bien y sin problemas, de lo contrario aquello hubiera sido imposible.

Hacía ya alrededor de cuatro meses y medio desde el accidente del risco, pero yo sentía como si hubieran sido años. Me tomó tiempo sanar por completo, además de los días que tuvimos que enfocarnos en la rehabilitación. Caelum hizo un poco de trampa y aprovechó los dones que los dioses le dieron para acelerar las cosas con su magia celestial, pero al no ser un sanador tampoco quiso arriesgarse demasiado.

Al final las cosas resultaron bien y mi ángel y yo terminamos volviendo a nuestra rutina normal. Más que eso: la habíamos hecho parte de nuestras vidas.

Me encantaba el Edén, era como vivir en un solo lugar todas las aventuras que mi corazón siempre necesitó. Cada semana descubría algo nuevo y eso me hacía sentir viva, como nunca antes lo había estado.

Kalon y yo habíamos decidido salir a explorar desde temprano el nuevo ecosistema del Edén. En esa ocasión Caelum había creado un gran desierto con ondulantes dunas de suaves capas de arena; era como un mar dorado e inhóspito que brillaba bajo el sol.

Nuestra casita estaba en medio de un gran oasis, rodeada de vegetación, palmeras y un amplio manantial en el centro. Era un refugio lleno de belleza y paz.

    —¿Te ha gustado el desierto? —le pregunté en voz alta, para que el pegaso me alcanzara a escuchar por encima del viento.

En respuesta, él descendió en picada hasta galopar por la arena y dejar una densa nube a nuestras espaldas. Mientras fuera un lugar cálido Kalon estaba encantado con él, porque en las semanas frías ni siquiera se molestaba en salir de su establo.

    —Ya entendí tu punto —le avisé acariciando su crin—. ¿Volvemos a casa?

Kalon despegó con un salto y yo ya estaba tan acostumbrada a esos cambios bruscos que ni siquiera me espanté, simplemente cambié mi postura y me adapté a él. Voló durante algunos minutos hasta que el oasis apareció de nuevo en nuestra vista. Y, junto al manantial, también estaba nuestra pequeña casita.

Sonreí al verla, sabiendo que Caelum se encontraba esperándonos dentro de ella. Apreté mis muslos para darle una indicación silenciosa al pegaso y él plegó sus alas para descender de nuevo, nuestro paseo terminó con un aterrizaje suave.

    —Muy bien hecho —felicité acariciando el lateral de su cuello—. Cada vez lo hacemos mejor.

Kalon relinchó con felicidad y desmonté de él para que pudiera descansar, beber agua y tal vez comer un poco de heno. Después del desayuno le llevaría algunas manzanas y duraznos por haberse portado tan bien.

Féryco 2. Estrella Rey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora