Capítulo 55. Mi secreto.

497 75 62
                                    




«Capítulo 55. Mi secreto»

La celebración duró el resto del día

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La celebración duró el resto del día. Las hadas parecían felices por la decisión de Noah y por tenernos a los tres como reyes. Recibimos incontables felicitaciones y reverencias, hasta que por fin todos nos relajamos y el banquete comenzó.

Mi familia y yo comimos juntos en una de las mesas que se colocaron al aire libre. Eira aprovechó para sentarse junto conmigo y platicar, puesto que ella y yo apenas nos habíamos visto desde mi regreso, mucho menos hablado. Por las preguntas tan cuidadosas que me hacía me di cuenta de que ella también estaba enterada de todo, así que supuse que los abuelos o mamá les habían contado la historia para que a mí no me abrumaran pidiéndome detalles que no sería capaz de dar.

Después del banquete mis hermanos y yo inauguramos nuestra primera danza como reyes. La música se alzó: tambores, arpas y flautas comenzaron a crear las melodías tradicionales de Féryco, atrayendo a las hadas como luciérnagas a la luz. Pensé si podría escaparme un ratito a mi piano para tocar en privado y poder expresar todo lo que estaba sintiendo, pero en ese momento el abuelo Joham llamó nuestra atención, alzando una alargada copa servida con vino de miel.

    —Propongo un brindis por los nuevos reyes —exclamó con una enorme sonrisa—. Y por Noah, quien sigue vivo incluso después de la sorpresita que le dio a mi hija.

Mamá resopló de manera graciosa.

    —Estuve a nada de asesinarlo cuando dijo que no. —Le lanzó una mirada acusadora a Noah, pero tomó una de las copas que aparecieron junto a la mesa para unirse al brindis.

    —Lo sabemos, estuvimos ahí —continuó el abuelo con una sonrisa que evocaba a una versión mucho más joven y risueña de él.

Noah rio nerviosamente y se encargó de repartir el resto de las copas con magia para mantenerse ocupado y no tener que responder a eso. Después de que todos tuvimos una en nuestras manos, se acercó a Aura para abrazarla por detrás con cariño y protección, mientras besaba su pelo distraídamente. Yo aún no me acostumbraba a ese Noah enamorado y me costaba apartar la vista de él, ¿de cuántas cosas más me habría perdido durante mi ausencia?

A su lado, Alen y Nathan también se abrazaban. El novio de mi hermano lo miraba con un amor indescriptible y, muy discretamente, se inclinó en su oído para susurrarle que se veía muy guapo con esa corona. Alen se sonrojó, pero le respondió algo que decidí no escuchar por si aquella conversación tomaba una dirección más... íntima.

Me sorprendió la envidia que sentí, ¿por qué yo no podía estar ahí celebrando ese día con el amor de mi vida? ¿Por qué a mí nadie me abrazaba, o besaba, o me hacía cariñitos? ¿Por qué tenía prohibido volver a ver al ángel con el que estaba casada? Era injusto.

La dirección de mis pensamientos me hizo perderme del discurso del abuelo y solo fui consciente del brindis cuando a mi alrededor todos alzaron sus copas y bebieron. Antes de que yo pudiera fingir interés e imitarlos, papá apareció frente a mí y por su mirada preocupada supe que él me había estado observando sin que yo me diera cuenta. Seguramente, había leído la tristeza que mis ojos no pudieron ocultar.

Féryco 2. Estrella Rey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora