-" El inicio"-

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-"Y cuando pensé en rendirme, me di cuenta que él estaba aquí"-

Capítulo 3
Cuando regresé de dejar a la señora de sus aposentos, descubrí que sus empleadas domésticas no me tenían fe en absoluto, estaban... estaban, ¡Si, estaban apostando entre ellas! Se decían así  mismas sobre el tiempo que aguantaría sirviéndole a su majestad. ¡¡jajaja!! Sí, así como se escucha, y aunque parezca increíble fue duro escuchar como se expresaban de ella.

Se callaron la boca, cuando me observaron, en ese instante pararon las risas, en cuanto decidí entrar, por mí hubiera esperado, pero la verdad me sentía incómodo ahí sólo en la sala, esperando no sé qué, así qué decidí entrar a la cocina, y menuda sorpresa ahí me enteré que la Reina, como ellas la llamaban, era verdaderamente tacaña, que no soltaba un céntimo partido por la mitad, además de qué yo, debía llevar mi propia comida, si no me lo descontaba de mi sueldo; eso hablaba de que tan buena persona era, pensé para mis adentros, también me enteré por medio de la ama de llaves, qué tenía que llegar a las 5:30am, a la residencia ser muy puntual, para llevarla a la Catedral Metropolitana, para escuchar los santos los oficios de la Santa Madre Iglesia a las 7:00am, para después regresar  a desayunar con su nuera a las 10 de la mañana, así  que prácticamente hoy era mi primer día, y tenía que llevarla al centro comercial, por su tratamiento facial, curiosamente asistía al centro comercial donde trabajaba Dulce, mi mujer.

-Tuve que regresar a tierra, cuando mencionaron que el fin de semana sería mi prueba de fuego, sin querer me sentí observado a lo lejos, mire una joven hermosa, venía a recoger la ropa de la Señora para poder lavarla y plancharla, -¡Oh Dios que hermosa era!, ahí entendí que mis hormonas estaban completamente alborotadas.

Las trabajadoras domésticas, vieron eso y me interrumpieron al instante, pues había  pasado dos horas entre pláticas,diciéndome que tendría que ir a despertar a su majestad de manera burlona, para que bajará a almorzar, así lo hice ahí observe en mi camino a esa Diosa sí, trate de controlarme, no es que Dulce, no fuera guapa, Dulce, es extremadamente guapa, simplemente que casi no hacemos el amor, ella siempre dice que llega muy cansada, he llegado a pensar que no le gusto lo suficiente, y pensé también en nuestras diferencias de edades, pero aún así mí mujer me vuelve absolutamente loco, en estos momentos al ver a esa joven se que no estoy razonando, solo quiero sacar la fiera que llevo dentro.

Hubo un silencio sepulcral, de hecho bastante incómodo por qué su "Majestad", garraspeo y nos interrumpió en el duelo de miradas en el que nos encontrábamos, la joven y yo.

Noté al instante su molestia, me disculpe con ella, cosa que no le importó en absoluto y pidió qué bajara con ella, para darme las primeras órdenes.

En otro lado de la ciudad Dulce, oraba para que Alberto su pareja fuera aceptado por la Señora Eloísa para trabajar a su lado.

(Continuará)

Amor InfielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora