• Capítulo 3 •

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Era un hermoso poema, lastima que gente la cual no sabe leerlos adecuadamente.

Nahoya Kawata-

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Tampoco es cómo si fuera lo más increíble del mundo; Porque de hecho todos pueden o deberían poder hacerlo, pero para Souya, ver como su hermanito ya estaba respirando por si solo er un alivio en el cuerpo.

Vio entrar a alguien que no reconoció en un principio, era un hombre alto de cabello castaño y ojos negros como los de Mikey, carbón. Supo quién era on solo escuchar su voz. Jamás podría olvidar esa voz.

—¿Que haces tú aquí?— Se levantó cuestionando con voz seria aquella pregunta, se colocó delante de la camilla donde estaba recostado el frágil cuerpo de su hermano en señal de defensa, su tono salió sin cuidado y enojado en su totalidad por cuya presencia quería eliminar de su vida. ¿Podían culparlo de odiar aquel ser? No lo sabe, cada quién piensa distinto pero en su sincera opinión, jamás va a poder sentir algo que no sea odio, rencor, miedo, frustración, enojó, y más por aquel sujeto.

—Vamos Souya, ¿no puedo visitar a mi hijo enfermo?— Sus dientes se apretaron el su boca al tiempo que tensaba su mandíbula, haciendo sonar los dientes cuando se frotaron entre si, sus puños se cerraron y su respiración se salió de control en un solo segundo por el asco que le generaba escuchar la palabra venir de ese asqueroso intento de ser humano que se hacia llamar padre.

No me jodas con esa palabra, Nahoya será el mayor pero no te creas que yo soy débil cómo para defenderme de ti.— "Porque si crees que soy débil, puedes venir y comprobarlo por ti mismo, eh" Quiso agregar, más no lo vio necesario y el inmenso miedo de cuando solo era un niño que se refugiaba tras su hermano, aunque no quería; seguía allí.

Intentaba controlar su furia para no golpearlo ahí y generar un conflicto, porque hasta ahora los doctores eran muy amables y no quería que eso cambiara por causar problemas, pero de ser necesario haría un problema.

—Vamos hijo, son cosas del pasado entre él y yo, no tiene porque importar en este momento tan familiar.Si antes estaba enojado ahora era una sensación de matar, quería acabar con la vida de ese hombre para no tener que saber nada nunca más. Quería ver su vida ser arrebatada frente a sus ojos.

Ya no soy ese niño de 5 años que Nahoya protegía con mentiras y sonrisas ¿sabes?— Por algún motivo decir eso era un gran avancé, pero se sentía como un retroceso tan grande y una culpa clavada en su espalda sin intenciones de caer hasta no llegar a su destino, el cual no estaba marcado en ningún lugar más que en si mismo.

Sus ojos estaban vacíos, no brillaban, la furia poseía su cuerpo y en cualquier momento demostraría que Angry no era solo un apodo de juego, que "él Ángel que se esconde tras su furia" no era del todo acertado.

—Vamos Souya, tu no recuerdas lo que pasó, Nahoya se encargó de lavar tu cerebro.— Se acercó a ellos dispuesto a darle un abrazo a su hijo menor, porque para ese intentó sin acabar de hombre; alterar la realidad que Souya conocía no parecía tan difícil.

Que equivocado estás.

Un empujón no se hizo tardar para apartarlo sin dejar de proteger a su hermano mayor.

« Nadie puede ser tan feliz.. » [RanLey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora