• Capítulo 9 •

706 93 43
                                    

-

Si el camino es duro es porque cosas grandes vienen...


Nahoya Kawata-

-

Ran y Souya hacían turnos, para el menor, ahora, todo era más fácil que antes, aunque seguía siendo tan difícil por el simple hecho de lo que estaba viviendo como persona.

—Me niego.— Dijo firmemente Ran con los brazos cruzados hasta el pecho más una expresión seria y cansada, una vez los amigos de Souya vinieron a convencerlo de donar sus órganos y desconectarlo nuevamente, sin tener conocimiento de la nueva presencia quien era el que tomaba las decisiones y el nunca cedería ante ellos, porque no los conocía pero solo sabía que ellos no tenían ni un solo voto.

—Pero...— Intentó replicar Mitsuya, inútilmente. —Que no; no es no, te dije que no, valora el no, acepta el no, reconoce el no, supera el no, entiende el no, he respondido que NO. Acéptalo y superalo.— Finalizó para tomar sus cosas y volver a la fría habitación que tanto conocía, se estaba acostumbrado a aquella habitación.

Comenzaba a odiar los hospitales.

Al llegar, tomó la fría mano nuevamente rodeandola con sus 2 manos para darle calor y repitió el mismo paso de siempre con su mano libre.

Darle un beso indirectamente.

Con sus ojos llorosos observó el rostro apagado y dormido, además de la suave piel de porcelana más lo pálida que se encontraba.

Dirigió una de sus manos a la mejilla del chico dormido, la acaricio moviendo lentamente su pulgar para después sonreír derramando aún más lágrimas, su piel estaba seca pero sus movimientos no eran torpes ni lentos, eran normales como si estuviese viva.

Al llegar Souya junto a Rindou, se levantó sin dirigirles la palabra porque no era capaz y salió directo a la capilla del hospital.

Estaba ignorando a su hermanito.

Al llegar cerró la puerta detrás de si, se arrodilló frente a alguien inexistente para el; que ya comenzaba a existir y comenzó a suplicar entre casi gritos siendo interrumpido por el silenció de sus sollozos ahogados.

Al terminar, se levantó y prendió 50 velas en nombre de Nahoya, porque ya no sabía a que aferrarse para tener esperanzas de que la felicidad todavía existía para el.

"Porfavor, si existes, déjame estar con el 5 minutos más."

Pidió por última vez en un susurro abandonando el lugar.

50 velas.

-

Souya no estaba mejor, se aferró demasiado a Rindou, lo apoyaba pero estaba demasiado aferrado al chico.

Dependía emocionalmente de este, sin darse cuenta de la carga que le estaba dando.

Le daba miedo dejarlo hacer cualquier cosa solo, siempre lo acompañaba y lloraba en las noches.

Rindou lo apoyaba, lo entendía, joder claro que lo hacía no podía imaginarse como estaría si Souya estuviera igual que su hermano, o ellos en la posición de los Kawata.

Le preocupaba su hermano, porque no tenía a quién aferrarse y el no podía  consolar a dos personas, sobre todo si no sabía hacerlo.

¿Si llamaba a la chica que estaba enamorada de Ran?

No, no era una opción esa chica estaba obsesionada y Ran tenía pareja, ya sea Nahoya u otra persona el estaba comprometido con alguien y aparentemente enamorado, por lo que alcanzaba a percibir.

Suspiró sin dejar de acariciar los rizos de Souya, quién descansaba en esa incomoda silla con la cabeza apoyada en las sábanas de la cama y con su mano sosteniendo la del peli melocotón.

Odiaba verlo así, tan mal, vulnerable, cansado, vacío. Si Nahoya despertaba iba a golpearlo por tener tan mal a su hermano y Soso. Ninguno lo merecía, no era justo para nadie aquello y aún así estaba sucediendo.

Ran quizás si, una vez casi mata a los chicos que le dejaron herido que aunque le hicieron daño; el casi los mata, pero Souya no lo merecía, no debería sufrir, los Kawata lo único que debían hacer es sonreír, no llorar por su hermano quepodría no sobrevivir la noche.

Su hermano pasaba en Iglesias, sobre todo la del hospital y tenía un mal sabor de boca con solo pensar hasta dónde llevo al chico la posible pérdida de Nahoya. No sé imaginaba que pasaría cuando dejará de ser posible.

Se habían hecho partes de sus vidas y posiblemente juntaron todos los trozos caídos de los corazón contrarios, se adueñaron de su piel y la repararon, la hicieron un lugar en el cuál habitar, cada uno hizo eso con el otro.

Ambos se necesitaban de sobremanera para respirar.

El solo hecho de separarse, hacía que ambos no puedan estar en paz.

Y ambos quieren paz.

No sólo porque están mal, si no porque son engranajes perfectos juntos que coordinan para hacer avanzar sus relojes.

No quieren, mejor, no pueden imaginar una vida sin ellos porque se acostumbraron a la felicidad junta.

Así como el mar necesita agua, ellos se necesitan y quitarle su cuarto de un entero seria simplemente cruel.

Ojalá dependiera de él.

Porfavor Nahoya, ellos no van a aguantar sin ti y yo no podría sin ellos...

Pidió guardando todas sus esperanzas en cantos y rezos inútiles para su opinión.

-

Vagaba por las frías calles del parque, estaba agotado y cansado de respirar pero no quería ir a la casa que habían arrendado, tampoco a la de Nahoya porque además de no ser suya, no le traía los recuerdos que en ese momento quería.

Se sentó en el césped del parque mirando el cielo, sus ojos sin expresión alguna buscaban un punto fijo entre las estrellas.

No quería dormir, pero despertar era volver a sentirse solo sin el.

Porque lo necesitaba a él.

Estaba agotado, los amigos de Souya no se presentaron más a excepción de Mikey que daba su apoyo en cada decisión, pero realmente estaba muy cansado.

Cerró sus ojos para descansar, porque realmente quería hacerlo pero no quería hacerlo.

Al sentir que el sueño llegaba a su cuerpo, el sonido de su teléfono vibrando le distrajo.

Lo tomo para ver el número telefónico de su hermano menor, con miedo respondió al segundo tono sintiendo como todo se detuvo, todo iría muy mal o muy bien y la intriga no le dejaría respirar por los siguientes 20 minutos, por lo menos no hasta no tener una respuesta concisa de lo que sucede, la razón de la llamada, pero el miedo en su cuerpo a saberlo también es gigante.

—¿Hola?— Habló temeroso de obtener una respuesta porque solo habían 2 opciones, ambas podían cambiarle la vida de distintas formas para bien o mal, ya no dependía de él.

—¡Despertó!— Fue lo primero y único que escuchó, corto la llamada y corrió con todas sus energías restantes además de las que no sabía le quedaban, para llegar al hospital.

Rellenó la hoja y corrió lo más rápido posible a la habitación que le habían mostrado hace unos días, la habitación 328 del tercer piso.

—¿¡Nahoya?!—

Los finales felices no existen.

-

« Nadie puede ser tan feliz.. » [RanLey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora