Sendas de leyenda

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-Cuando se apague el sol y te traigan hasta aquí las canciones que una vez escribiste para mí- el amanecer resplandecía ese día, al igual que ella, era algo incandescente y lleno de luz -Yo te acompañaré y cantaremos frente al mar...- él la observaba de brazos cruzados bajo el umbral de la puerta -Donde el cielo allí nos brinde su luz y su inmensidad...- volteó silbando la melodía en su mente y sonrió -Buenos días, señor Helsing- hizo una graciosa reverencia.

-Buenos días a ti, bonita- caminó hasta ella, la tomó de la cintura y la sentó sobre la encimera -No me despertaste- reclamó entristecido -Cuando abrí los ojos para verte despertar, ya no estabas-

-Es que, dormí en el sofá- señaló a la dirección del mismo -Roncas como un animal y es molesto- suprimió la risa llevando una taza de café a su boca.

-Con más razón tendrías que haberme despertado- le peinó el cabello, era un desastre de otro mundo -Ese sofá es muy incómodo para ti-

-Descuida, no es la primera vez que duermo en él- miró el reloj en la pared y contó hasta tres observado a la puerta -¡Buenos días, Kylar!- gritó a todo pulmón.

-Te he dicho que no hagas eso- rascó su oído al sentir molestia -Es un departamento pequeño como para que grites como una loca-

-Si, bueno...- arrugó la nariz -Tú sabes que me encanta molestarte en las mañanas-

La aniquiló con sus ojos, era demasiado odiosa cuando quería.

-¿Alguien me quiere explicar que está pasando entre ustedes?- tomó asiento en la mesa y miró a ambos con reproche -¿Cómo es eso de que no es la primera vez que duermes aquí, Gaia?- sus celos se podían ver, lo rodeaban -Y que además, te encanta molestarlo en las mañanas- miró a su hermano que mantenía una sonrisa cínica en el rostro -Exijo una explicación y no amorosa al respecto- golpeó la mesa con la taza que llevaba en mano.

-¿Le dices tú o le digo yo?-

Miró a su amiga que aún seguía en la encimera y que levantó sus hombros indiferente, ya que le daba igual la respuesta que le daría.

-Momento...- la apuntó y la observó con detenimiento -¿Esa es mi camiseta de Shenlong?-

-Tal vez- respondió haciéndose la tonta y mirando por la ventana.

-¿¡Cuándo dejarás de robar mi ropa, Gaia!?- ahora el que golpeó la mesa, fue él.

-¡Cuando me consiga un esposo que me mantenga!- refutó ella -¡Y como no veo a ningún voluntario haciendo fila aquí para eso!- hizo un ademán señalando a nadie allí -¡Baja esa mano, Keilot!- advirtió y él lo hizo -Tú, como mi mejor amigo, tienes el deber de complacerme- explicó, bajando el tono de voz.

-¡Me das más dolores de cabeza que Shoko!- se incorporó -¿¡Qué quieres de mí!?- se tocó el pecho con ambas manos y su hermano lo sentó de un tirón -¡No puedo creer que una mujer así te guste, Keilot!- la señaló, despectivo -¡Es mezquina, ambiciosa y miserable! ¡Y nunca cambiará!-

-Yo también te quiero, Kylar- mordió sus labios para no reír -Y muchísimo, no tienes idea, eres como un hermano para mí-

Eso era cierto, de hecho, lo que sucedía entre ellos parecía una pelea de hermanos.

-¡No me vengas con halagos!- volvió a incorporarse y extendió una mamo -¡Devuélveme mi camiseta!- exigió una vez más.

-¡Bien!- gritó y bajó de un salto -¿¡Quieres tu camiseta!?- se la quitó a tirones -¡Aquí la tienes, estúpido!- se la arrojó a la cara.

-¡Pues, gracias!-

-¡De nada!- tomaron asiento cruzados de brazos y mirando en direcciones opuestas.

Una nota más [Jujutsu Kaisen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora