Comenzó en un sueño

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La radiación era peor que la quimioterapia, los sudores nocturnos, la fiebre y las hemorragias nasales, eran cada vez peores y muchos más frecuentes que antes. Bajó de su auto preso de la desesperación y subió esas escaleras como si no hubiera un mañana, después del llamado de ayuda que ella le dio. Azotó la puerta al entrar, encontrándose con un grupo de paramédicos y enfermeros que interrogaban a su hermano, mientras la asistían.

-Su nombre es Gaia Lavey-

Respondía a todas las preguntas como todo un profesional, había sido el primero de los dos en llegar, ya que se encontraba de guardia en el hospital.

-Pesa unos 56 kilos, tiene 22 años y está atravesando su tercer ciclo de radiación oncológica, ya que padece de leucemia linfoide crónica-

-Keilot- susurró ella, al verlo en la puerta consternado e inerte -Ayúdame...-

Suplicó, dando unos pasos hasta él y llevando una mano a su boca, ya que expulsaba sangre de manera violenta al igual que su nariz, se estaba ahogando.

-Señorita Lavey, por favor- una enfermera la aferró de los brazos, sentándola en la cama -Quédese quieta hasta que traigan la camilla-

-No puedo respirar- inclinó la cabeza hacia abajo para evitar ahogarse -No puedo, Cynthia- vómito la sangre que se le atoraba en la garganta -Estoy muriéndome-

El gorrito de lana con orejas que le había tejido su madre, contenía el poco cabello que aún quedaba en su cuero cabelludo. Era pequeña y frágil, no quedaba nada de Gaia que conoció unos meses antes, la vida se le estaba yendo de las manos y se estaba apagando lentamente frente a sus ojos.

-Gaia...- salió del estupor cuando siguió vomitando, nunca la había visto así.

-Señor, no puede entrar- dijo uno de los paramédicos que ingresó con la camilla -Necesitamos espacio-

-Pero...- su hermano lo detuvo con una mano en el pecho cuando dio unos pasos -Me necesita, Kylar-

-Estará bien- aseguró, observando como a su amiga la recostaban de lado sobre la camilla -Esto es una recaída, estará bien- repitió.

-Está sufriendo- pasó junto a él en la camilla -¡Todo estará bien, bonita!- se abalanzó sobre ella aferrando su mano -¡Te lo prometo, amor!- besó su mejilla y la dejó ir, habían salido de la casa.

-Voy con ellos- su hermano subió a la ambulancia -Te veremos allá, Keilot- cerró las puertas de la ambulancia.

-Me voy a volver loco- tiró de su cabello regresando a la habitación -No puedo verte morir así-

La sangre lo inundaba todo, desde las paredes al piso. Ella se estaba alejando de su vida y lo único que podía hacer, era observar en silencio. Llegó al hospital después de limpiarlo todo y el panorama era peor de lo que imaginó.

-No puede decirme eso, doctor-

La observaban a través de un vidrio mientras lloraba totalmente rota, ya que una enfermera cortaba su largo cabello o lo poco que quedaba de él. Luchó contra el viento, el mar abierto y el cielo gris para que dejara de caerse después de la quimioterapia, pero no pudo hacerlo y llegó el tiempo de dejarlo ir.

-La radiación está haciendo un buen trabajo, es sumamente agresiva- leía el informe entre sus manos -Ella es fuerte y mucho, cualquier otra persona hubiera sucumbido ante tanto tratamiento- los resultados eran buenos -Pero la está debilitando y las recaídas serán cada vez frecuentes si el cuerpo no se recupera después de cada ciclo-

-¿Qué otra opción tenemos?-

Tocaba el cristal con la palma de su mano, no podía verla llorar así y no hacer nada al respecto.

Una nota más [Jujutsu Kaisen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora