Viaje a Hiroshima

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La casa de su madre era inmaculada, los pisos relucían de lustre, cada objeto y mueble tenía su propio espacio, cada habitación era pulcra, armoniosa y sumamente ordenada, nada fuera de contexto o lugar. Era evidente que, se trataba de la vivienda de una sola persona y que solo se dedicaba a los quehaceres del hogar, tan así que, después de dos días quería irse de allí.

-Hola, Eyra- habló al teléfono -No, la persona que mandaste a recogerme aún no ha llegado- miró por la ventana una vez más -No te preocupes, ya llegará, adiós- cortó.

-Es excelente que haya enviado a alguien por ti, hija- bebían té, mientras su madre bordaba y su hijo miraba la televisión -Es viaje es muy largo para que vayas sola hasta Hiroshima-

-Si, bueno, así es Eyra- leyó un texto que recibió de su hermana -Gaia ya está allí, dice que la casa de los Row es enorme y que por suerte, la fiesta se celebrará mañana, ya que se dedicará hoy a recolectar muestras- le enseñó una fotos -Esa familia tiene propiedades por todo Japón, es increíble-

-Tengo entendido que, cuando llegaron a instalarse aquí desde Alemania, el bisabuelo de todos ellos, tenía una flota pesquera de mucho éxito-

-Si, así hicieron su fortuna- el timbre se escuchó por toda la casa -Bueno, llegaron por mí- besó a cada uno y abrazó a su pequeño -Portate bien, mi amor- volvió a besarlo -Mami vendrá por ti en unos días-

-Si, mami- lo bajó al suelo -La abuelita me hará un pastel-

-Que rico- caminaba en reversa a la puerta después de levantar su equipaje -Te aviso cuando llegue a Hiroshima, mamá-

-Adiós hija, cuídate-

Siguió bordando sin distraerse de su labor, solo esperaba que fuera un viaje tranquilo y que llegara con bien, nada más.

-Buenos días, señorita Lavey- saludó con una sonrisa radiante, cuando ella abrió la puerta -Lamento llegar tarde, pero no podía encontrar la casa-

Le arrebató la maleta que cargaba y regresó al auto. Era la perfección en persona, como un reflejo divino de los dioses, llevaba lentes oscuros, una camisa clara que resaltaba sus pectorales y pantalones oscuros que lo hacían más lánguido de lo que era. El destino la odiaba y lo estaba comprobando justo en ese momento.

-¿No vienes?-

Preguntó, abriendo la puerta del conductor y esperándola. Caminó en silencio, incólume y más fría que nunca, introduciéndose al asiento del acompañante, abrochando su cinturón de seguridad y fijar la vista al frente, porque no existía nada más interesante que el camino.

-Señorita Lavey- dio marcha, no podía dejar de sonreír -Déjeme decirle que, se encuentra más hermosa que nunca-

Era verano, el clima cálido y a ella le encantaba usar vestidos en esa época del año. Ahora tenía muchos y podía usarlos cuanto quisiera.

-Cierra la boca- descansó la cabeza en el cristal, se sentía traicionada -No puedo creer que Eyra me haya engañado así-

-Ella no te engañó, yo quería venir por ti- su frialdad lo destrozaba -Quería verte y hablar contigo sobre lo que pasó entre nosotros-

-¿Cómo está Irene?- no le interesó lo que dijo en lo absoluto.

-Bien, está en Nagato con su tía- apretó el volante con fuerza, no le gustaba hablar de ella -Su embarazo es demasiado complicado y alejarse del estrés que le genera Tokio le hará bien-

-¡Juh!- expresó burlona -¿Tú crees que no perjudicará a su condición, el enterarse que harás un viaje de cinco horas conmigo hasta Hiroshima?- acotó, irónica.

Una nota más [Jujutsu Kaisen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora