El destino nos odia

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Sus pies no dejaban de moverse y algo muy diferente a su vista, que se encontraba en un punto fijo de esa sala de espera, mientras sostenía su cabeza con ambas manos entrecruzadas delante de su boca. Los minutos se volvieron infinitos desde que llegó allí con ella entre sus brazos y no podía soportarlo más, sólo un posible diagnóstico cruzaba por su mente y era el peor panorama que podía enfrentar en ese momento.

-Toma- un vaso término obstaculizó su visión -Estaremos aquí mucho tiempo-

-Gracias, Lai-

Tomó asiento a su lado. Dea se encontraba dormida junto a ellos sobre la banca, los nervios la aniquilaron por completo y se durmió, después de tan larga espera.

-No hay porque, amigo- colocó la cabeza de ella sobre su regazo y la cubrió con su chaqueta, hacía frío esa noche -Todo estará bien- bebió un poco y lo miró de reojo.

-No, no lo estará- aseguró con la vista en el mismo lugar de siempre -A veces siento que el destino nos odia-

No se habían percatado que ella despertó y que los escuchaba en silencio. Otro calvario de cernía sobre ellas y ya estaba harta de sufrir tanto, no más.

-Es leucemia- escucharon su voz en un pequeño susurro -Cuando era niña, también la tuvo- se incorporó y los miró a los dos -La diagnosticaron a tiempo y pudieron controlarla, pero no pensamos que regresaría- limpió una lágrima y desvío la mirada -Supuestamente, estaba curada-

-¡Lo sabía!- dijo él -¡Lo sabía!- descartó su vaso con furia y despeinó su cabello -Los hematomas en su espalda y las hemorragias nasales me lo dijeron todo el tiempo- parecía que iba a romperse frente a ellos -Hace meses que está así y no nos dimos cuenta- se sentía por demás impotente.

-¿Familiares de Gaia Lavey?- se acercaron a él -Soy el doctor Riota, jefe de oncología de este hospital y nos encontramos con un caso bastante particular el día hoy- estrechó manos con los tres, para leer el parte médico de la paciente -Aquí tengo los resultados de los estudios que le realizaron al llegar-

-¿Qué tan grave es, doctor?- preguntó ella -Mi hermana tuvo leucemia linfoide aguda a los seis años y en Rumania dijeron que estaba bien, ¿Qué es lo que pasa ahora?-

-Tranquila- era un hombre joven para ser oncologo -La enfermedad de tu hermana se ha vuelto crónica, el conteo de leucocitosis es anormal, pero aún sigue siendo una cifra bastante baja y eso indica que, podemos combatirla-

-Bien, ¿Pero?- habló el novio de su paciente -Siempre hay un pero detrás de estas cosas-

-Si, siempre hay un pero, Kylar-

-Keilot- corrigió -Kylar es mi hermano-

-Lo siento, se parecen demasiado- se disculpó y regresó la vista al informe -Tendrá que someterse a sesiones de quimioterapia y radiación, para luego realizar un trasplante de médula ósea y no generar rechazo- sus ojos iban de uno a otro -Será un proceso largo y costoso-

-No hay problema por el dinero, yo lo costearé todo-

Podía hacerlo y tenía con que, era su novia, debía hacerlo.

-Y yo puedo darle mi medula, su cuerpo no la rechazará-

-Lo sabemos, pero ella no quiere- silencio absoluto.

-Y ahí está el pero de la cuestión- murmuró Lai, más que impactado, pero no tanto como las otras dos personas allí -Esto es peor de lo que imaginamos-

La rodeó con un brazo, ya que se tambaleó un poco y parecía a punto de colapsar.

-¿Puedo verla, doctor?- su labio tembló y no podía hablar -¿Dónde está?-

Una nota más [Jujutsu Kaisen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora