Tenía los ojos abiertos de par en par, pero no lograba ver algo. Alzó ambos brazos al frente, tanteando en la oscuridad.
—¿Hola? ¿Hay alguien aquí?
Su voz reverberó en respuesta, perdiéndose en la negrura que le rodeaba y esto le formó un nudo en la garganta.
—...¿H-hola...?Sintió un escalofrío recorrerle la espalda, provocando que su corazón empezara a latir más rápido, en especial cuando escuchó esa vibración tan familiar justo detrás de él. Se volvió lentamente.
La pantalla de ese televisor no mostraba imagen, sólo emitía ruido blanco; inconscientemente intentó ajustar su máscara y fue entonces cuando se dio cuenta de que no la tenía.Alarmado ahora, quiso huir y descubrió con horror que sus movimientos se hacían lentos mientras que el ruido blanco se volvía más potente. De pronto la pantalla desapareció, sumiéndolo de nuevo en la negrura por unos segundos.
Hasta que la enorme puerta emergió frente a él.
Una puerta de cuyo interior provenía una extraña luz y un inquietante susurro que no lograba comprender.
¿Qué significaba eso?
El ruido blanco zumbaba en sus oídos de forma tal que comenzaba a aturdirlo... Tenía que averiguar lo que era aquello pero a la vez no quería.
La luz sólo lo atraía más y más al picaporte...—¡MÉXICO!
Abrió los ojos, sobresaltado. Tomó una gran bocanada de aire y en reflejo se giró sobre su costado, tosiendo con desesperación.
Con cada parpadeo veía varias imágenes nítidas, pero no lograba distinguir cuáles eran reales: sus dedos aferrando unas mantas rústicas; la enorme puerta delante; el suelo húmedo bajo sus tensos puños; una pantalla en blanco.
No obstante, también captó un sonido familiar, una voz que le llamaba por su nombre. Jadeante aún, cerró los ojos con fuerza, concentrándose en el sonido.Sintió unas manos tocar su hombro y brazo con suavidad, fue hasta entonces que se atrevió a abrir los ojos de nuevo, para luego girar su cuello hacia la fuente de ese sonido.
Vio un cabello ondulado y rojizo, con algunos mechones blancos y luego se topó con unos ojos carmesí que le miraban con preocupación.
—...¿Perú...?Atrapando fragmentos de su sueño —¿o visión? —, se llevó ambas manos al rostro, descubriendo con alivio que su máscara seguía ahí. Se incorporó poco a poco, intentando acompasar su respiración y sintiendo el sudor escurrir por sus sienes.
—México... ¿Estás bien? No dejabas de moverte y gemir. ¿Tuviste un mal sueño?
El aludido asintió, cubriendo sus ojos con ambas manos.
¿Sueño? Más bien pesadilla.
—Cuánto... ¿Cuánto tiempo estuve así?
—No lo sé... En realidad uh... fue una patada tuya la que me despertó. Estabas bastante alterado y no reaccionabas.
Pasados unos segundos el mexicano bajó sus manos, su respiración más estable.
—¿Alguien más me vio?
Perú negó con la cabeza, antes de girarse sobre su costado para alcanzar un chullo de tonos similares a él y ponérselo.
—De hecho ya vamos tarde a nuestras tareas. Con un poco de suerte, nos podremos colar sin que nos vea Colombia pe.México asintió otra vez, para luego levantarse lentamente y ponerse su gabardina oscura. Perú se paró por igual, pero seguía mirándolo.
—¿Seguro que vas a estar bien?
—Sí... Sólo fue una pesadilla. De vez en cuando me pasa.
—Ya pe... ¿Qué tan seguido? No quiero que me vuelvas a patear oe.
El de la máscara se sobresaltó levemente, mirándole mientras salían del cuarto.
—¡Cierto! ¡Lo siento, te juro que no fue a propósito!
—Más te vale. Porque si vuelve a pasar te saco la conchetumare—gruñó el pelirrojo, aunque el mexicano pudo advertir que sonreía.
—Ay sí, muy digno ¿no? Acuérdate que me la debías por lo de mi espalda.
—¿Otra vez con eso? Ya va casi un mes, supéralo pe.
—Nop. De hecho no vi cuando me cobraba esa patada, así que no cuenta. Todavía me la debes.
—¿Qué chucha? ¡Yo no te debo nada!
—¿A que sí?Siguieron discutiendo el resto del camino, a veces dándose leves empujones entre sí que terminaban en suaves carcajadas.
Pronto se reunieron con sus compañeros, quienes si bien les reprocharon que llegaran tarde, de inmediato retomaron el ambiente agradable en el que abundaron las bromas.
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Pequeñas pesadillas | Countryhumans
FanfictionLes contaré una historia... Todos, sin importar la edad o género, le tememos a algo, ya sea horrible y peligroso o pequeño y no muy amenazante. Quizás alguno de ustedes crea que no le teme a nada y tal vez esté en lo cierto... pero pronto se retract...