IV

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Se abrió paso entre algunas raíces, apoyando sus pies descalzos con firmeza para impulsarse hacia adelante; al pisar el exterior, lo primero que hizo fue cubrirse los ojos cuando recibió la luz de golpe. Poco a poco, México pudo distinguir mejor su entorno
Un leve quejido le hizo voltear hacia atrás, para luego apoyar una rodilla en el suelo y ofrecerle su mano.
—Está bien. Te tengo.
Tras un suave tirón, un cabello rojizo con mechones blancos emergió de las sombras y, al igual que él, Perú tuvo que cubrirse los ojos hasta que estos se acostumbraron.

Si bien el sol no se asomaba entre las nubes, había suficiente luz para observar el bosque que se extendía a su alrededor; era uno de los pocos días nublados en que la oscuridad no estaba tan presente y México agradecía estar afuera para disfrutarlo.

No sabía cuántos días estuvieron dentro de los túneles, pero estaba seguro de que fueron bastante atareados: Colombia ejemplificaba bien la frase "si quieres comer, tienes que trabajar", así que desde el segundo día no dudó en asignarles diversas tareas que tanto él como Perú cumplieron sin problema y de forma efectiva.
Entre ambos tenían el acuerdo silencioso de mantenerse muy ocupados para evitar las preguntas; incluso comían apartados de los demás, aunque a juzgar por algunas miradas, presentían que tampoco eran bien recibidos.

Cuando finalmente decidieron que eran un poco más confiables, les asignaron esa pequeña "misión" al exterior. Junto con Brasil, Argentina y Chile —a quien recién les presentaron—, se encargarían de recibir al grupo que volvería de una expedición.
Ayudar con los objetos y alimentos obtenidos era sencillo. Lo interesante sería averiguar en qué condiciones regresaban, si no regresaban solos... o si regresaban siquiera.

Argentina inspeccionó el entorno con la mirada, antes de hacerle una señal a Brasil.
—Tenés mejor vista, te toca la delantera—el corpulento country de piel verde asintió y con arma en mano, fue a adelantarse a mitad del camino—. Chile, esta vez cuidás la entrada.
—Sí poh. Ya me había cansai de ser la carnada.

Argentina esbozó media sonrisa, divertido, antes de volverse al par restante. Señaló a uno.
—Vos, el sin cara, te venís conmigo al centro.
—Me llamo México, narizón.
—Pelotudo que sos... Y vos—señaló a Perú—. Te quedás cerca de Chile. Si ven la señal, sellen la entrada.

Ante esa última instrucción, los presentes se estremecieron pero de alguna forma lograron disimularlo, para después ocupar sus respectivas posiciones.
Pasaron un rato en completo silencio, todos aguzando el oído ante el menor ruido. Perú se hallaba agachado tras una roca y a menos de dos metros, Chile sujetaba su arma con firmeza, a pocos pasos de la entrada a los túneles, apenas cubierta con una especie de cortina de hojas secas.
—Chile...
—¿Si?
—... ¿Suelen organizar muchas expediciones?
—No tantas en realidad—musitó el de la estrella—. Sólo cuando la comida empezai a escasear o si se nos acabai la medicina.
—Y cada vez que mandan a un grupo...
—... Regresai heridos en el mejor de los casos. Pero a veces, ellos los siguen.
Perú tragó grueso. Chile miró el arma en sus manos con una mezcla de pesar y resignación.
—Ahora entendi por qué debemos sellai la entrada si vienen.

Por otro lado, México y Argentina estaban agazapados entre la hierba, atentos a los movimientos de Brasil, que aún inspeccionaba el área delante.
—Oye, narizón...
—Qué querés, saco de aire.
—¿Por qué es tan necesario que uno vaya solo y los demás nos quedemos en pares?
—¿Es esa una pregunta retórica?—inquirió el albiceleste, removiéndose en su posición para descansar un poco—. Porque cualquier cosa que pase delante, podremos alertar al resto.
El mexicano miró al frente un par de segundos, antes de soltar un bufido, a lo que el otro arqueó una ceja.
—¿Qué es tan gracioso?
—Oh nada. Sólo acabo de entender a lo que se refería Chile—Argentina le miró de reojo, serio—. Y me pregunto quién de los dos será la "carnada".

Pequeñas pesadillas | CountryhumansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora