Ladeó la cabeza un poco, liberando apenas un suspiro.
Se sabía despierto aunque aún flotando en la semi-inconsciencia y eso lo agradecía, pues sentía una lejana pulsación en la cabeza y una vaga incomodidad en alguna parte de su cuerpo. Sin embargo, eso no iba a durar y conforme su mente fue trayéndolo de vuelta el dolor cobró fuerza, haciéndole gemir.Entreabrió la mirada, sus ojos carmesí adaptándose al entorno. Lo primero que notó fueron las copas de los árboles meciéndose con el viento, filtrando la poca luz que el cielo sombrío permitía.
Eso significaba que aún estaban afuera.
De pronto más despierto y alerta se incorporó bruscamente, lo cual fue un error pues al instante sintió una punzada en el costado y tuvo que sujetarse mientras se encogía de dolor.
—¡Hey! Tranquilo, no te muevas mucho.Reconoció la voz, pero no podía responderle; cuando la punzada disminuyó un poco, alzó la vista, distinguiendo la estrella decorando una parte de su rostro tricolor y unos ojos azules que le miraban con preocupación.
—Ch-Chile...
—Teni más cuidado weon—advirtió el aludido—. ¿Acaso queri romperte las otras costillas?
Ah, ya lo recordaba: la criatura anormal del televisor. El bicolor miró de reojo el entorno, confundido.
—¿Qué sucedió? ¿Dónde estamos?
—En la misma área, del otro lado del río—se encogió de hombros—. No es lo más bacán, pero necesitábamos descansai y aquí es un punto medio entre los humanos y esas weas zumbadoras po.Ante un gesto del chileno, Perú giró el cuello a su izquierda. Argentina yacía recargado sobre un tronco caído, analizando lo que parecían unos planos; su pierna herida, ahora vendada, estaba estirada sobre su propia manta. Al volver la vista al de la estrella, notó las manchas rojizas en las vendas de sus manos; separó los labios para comentar algo cuando otra punzada le hizo tocar su cabeza, donde descubrió un nuevo vendaje.
—¿Qué chucha? ¿Cuándo me golpeé?
Esta vez el chileno bufó, reprimiendo una carcajada. Ante su mirada interrogante, se limitó a negar, divertido.
—Eso fue un accidente~Chile le resumió lo sucedido: mientras se trasladaban, Argentina y México hablaban sobre los planes y eventualmente sus ideas opuestas los sumergieron en una discusión. México, quien lo llevaba en su espalda, dejó de prestar atención al camino por un segundo y la advertencia de Colombia le llegó tarde: Él se agachó por reflejo y fue Perú quien acabó recibiendo el golpe de una rama baja que se venía por inercia.
Mientras el de la estrella liberaba por fin una risotada, el pelirrojo cerró un puño, gruñendo por lo bajo.
—Ese huevonazo... ¡Le voy a sacar la mierda! ¿¡Dónde está pe!?—amenazó, mirando en todas direcciones, aunque su creciente enojo se vio pausado al no encontrarle.
El tricolor se levantó entonces, sacudiéndose la tierra de su pantalón.
—Podi darle un combo cuando vuelva. Colombia y él fueron a explorai la zona del río—miró hacia un camino entre los árboles—. Se fueron hace varias horas de hecho...Tanto su gesto preocupado como aquel tono de voz inquietaron al bicolor; su expresión debió ser obvia, pues tan pronto Chile volvió a mirarle le regaló una pequeña sonrisa.
—... Lo que queri decir que ya deben venir de regreso po—se inclinó hacia él, ofreciéndole su brazo como apoyo—. Vamos, dormiste mucho tiempo y debi tener hambre.
Perú lo contempló un momento, antes de asentir con lentitud; poco a poco el chileno le ayudó a levantarse, lo mismo que a caminar hacia donde habían preparado la comida: un guiso insípido y frío que le caería muy bien a su famélico estómago. Argentina alzó sus ojos ambarinos de los planos y esbozó media sonrisa, recorriéndose un poco para dejarle sitio.
—Ah, despertaste. ¿Cómo te sentís?
—Como si un monstruo me hubiera fracturado las costillas. Y después me hubieran golpeado con una rama pe.
El albiceleste liberó una suave carcajada, mientras que los otros dos sudamericanos sonreían, divertidos.
—Nunca dejen que ese pelotudo me sheve si estoy inconsciente.
—Yo me alejaré cada vez que estén juntos. Son un peligro para todos.
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Pequeñas pesadillas | Countryhumans
FanfictionLes contaré una historia... Todos, sin importar la edad o género, le tememos a algo, ya sea horrible y peligroso o pequeño y no muy amenazante. Quizás alguno de ustedes crea que no le teme a nada y tal vez esté en lo cierto... pero pronto se retract...